Así que ya no quieres ir a la iglesia

Por: Wayne Jacobsen y Dave Coleman
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Introducción

A los bienaventurados los de hoy y a través de toda la historia que fueron insultados, excluidos, y calumniados por simplemente seguir al Cordero más allá de las normas aceptadas de la tradición y de la cultura. Mateo 5:11

Contenido: 

1. Extraño y más extraño
2. Un paseo en el parque
3. ¿Es esto educación cristiana?
4. Por qué tus promesas no funcionaron
5. Amor con un gancho
6. ¿Dios amoroso o hada madrina?
7. Cuando cavas un hoyo para ti, tienes que echar el barro a alguien
8. Mentiras inadmisibles
9. Un cajón de cualquier manera
10. Ganado para la confianza
11. Alzando vuelo
12. La gran reunión
13. La despedida final
Acerca de los autores


El original (en inglés) fue publicado por:
Windblown Media
7228 University Dr
Moorpark, CA 93021
(805) 529-1728
ISBN 978-0-9647292-2-3

y también en la internet en: http://www.jakecolsen.com

Derechos del autor © 2006 Lifestream Ministries

Se permite copiar o reproducir este documento, bajo la condición de que se reproduzca en su integridad, y que no sea vendido por ganancia económica.

Extraño y más extraño

En aquel momento, él era la última persona que yo hubiera querido ver. Mi día ya había ido muy mal, ahora seguramente se iba a poner peor.

Pero allí estaba él. Acababa de meter su cabeza a la cafetería. Pensé en esconderme detrás de la mesa, pero me di cuenta de que esto se hubiera visto bastante infantil. Bajé la cabeza e intenté esconder mi cara detrás de mis manos.

A través de los espacios entre mis dedos pude ver como él tomó un vaso de jugo. Después se dio cuenta de que no estaba solo, y con una mirada sorprendida caminó en mi dirección. ¿Por qué exactamente aquí, y por qué en este momento?

Había sido nuestro peor día en una batalla larga y agotadora. Desde las tres de la tarde, cuando el asma amenazó con estrangular a Andrea, nuestra hija de doce años, nosotros vigilábamos por su vida. La habíamos llevado al hospital a toda prisa, viéndola luchando por tomar aire. Después habíamos mirado como los médicos y las enfermeras lucharon contra su asma.

Aunque mi esposa y yo la habíamos visto sufrir toda su vida, yo no aguanto bien estos momentos. Me enojo tanto al verla sufrir, y no importa cuánto habíamos orado por ella y otros habían orado, el asma sigue empeorando.

Finalmente, los medicamentos tuvieron efecto, y ella comenzó a respirar con más facilidad. Mi esposa se fue a casa para conseguir el sueño que necesitaba tanto, y para despedir a sus parientes que habían venido para cuidar a nuestra otra hija. Yo me ofrecí para quedarme en el hospital durante la noche. Finalmente, Andrea se durmió y yo pude ir a la cafetería para tomar un café y leer tranquilamente. Estuve demasiado estresado para poder dormir.

Al encontrar el lugar vacío, me senté en la sombra de un rincón distante. Yo estaba tan enojado que ni siquiera podía pensar bien. ¿Qué había yo hecho mal para que mi hija tuviera que sufrir tanto? ¿Por qué Dios ignoraba mis oraciones desesperadas por su sanidad? Otros padres se desesperan por tener que llevar a sus hijos a todas sus actividades. Pero yo ni siquiera sé si Andrea sobrevivirá su próximo ataque de asma, y me preocupo por los medicamentos que tiene que tomar y que estropean su crecimiento.

En medio de este mi enojo, él metió su cabeza en mi santuario privado. Ahora se acercaba a mi mesa, y yo pensé sinceramente en golpearle en la boca si iba a abrirla. Sin embargo, yo sabía que no lo iba a hacer. Soy violento solo por dentro, pero no por fuera donde cualquiera puede verlo.

Nunca me encontré con una persona más frustrante que Juan. Fui tan entusiasmado cuando nos encontramos por primera vez, y sinceramente, nunca conocí a alguien tan sabio como él. Pero él me trajo solo tristeza. Desde que él vino a mi vida, perdí mi trabajo con el cual había soñado toda mi vida, soy odiado por la iglesia que ayudé a fundar hace 15 años, e incluso tengo más problemas en mi matrimonio que antes.

Para que comprendas lo frustrado que estoy, tendrás que volver conmigo al día cuando me encontré con Juan por primera vez.

Mi esposa y yo celebramos nuestro 17 aniversario de bodas con un viaje de tres días a la playa Bismo en la costa central de California. En el camino de regreso paramos en el centro de San Luis Obispo para almorzar. Después fuimos a hacer compras por separado.

Allí me topé con un grupo de personas que discutían a viva voz en la calle. Cuatro alumnos de secundaria y dos hombres de edad media tenían unos volantes celestes en sus manos y gesticulaban. Yo había visto esos volantes antes. Era una invitación a un drama acerca de las llamas del infierno, que iban a presentar en una iglesia del lugar.

«¿Quién querrá ir a esta producción de segunda clase …?»

«Yo nunca más volveré a pisar una iglesia …»

«Conozco lo que es, todavía tengo las cicatrices, y no volveré…»

Se interrumpían unos a otros, por tanta presión de querer soltar su veneno.

«¿Cómo puede esa gente arrogante pensar que pueden juzgarme y … ?»

«Me gustaría ver lo que pensaría Jesús si él entraría a una de estas iglesias …»

«No creo que entraría en alguna…»

«Y si lo hiciera, probablemente se dormiría.»

Los demás se rieron.

«O quizás se matará de risa…»

«O de llanto», dijo otra voz, lo que hizo pensar a todos por un rato.

«¿Tú crees que él se pondría un terno y …?»

«Solo para esconder el látigo con el cual quiere limpiar el templo.»

El volumen de sus voces atrajo a otras personas que estaban pasando. Ahora la discusión se intensificó, porque algunos de los nuevos desafiaron a los críticos de la iglesia. Todos se acusaron unos a otros. Yo había escuchado antes muchas de estas acusaciones – acerca de los edificios extravagantes de las iglesias, los hipócritas, las prédicas aburridas, y el agotamiento por las muchas reuniones. Aquellos que querían defender la iglesia, admitieron que algunas de estas debilidades existían, pero intentaron señalar las muchas cosas buenas que hacían las iglesias.

Entonces le noté a él. Podría tener cualquier edad entre los 35 y los 55. Era bajo; con pelo oscuro ondulado y una barba despeinada, ambos con unas pocas canas. Con su camisa verde descolorada, sus jeans y zapatillas, parecía un remanente de las rebeliones de los años 60; excepto que no deambulaba sin rumbo.

De hecho, lo que había llamado mi atención, fue su manera determinada de caminar. Se acercaba directamente al centro de la discusión acalorada, con la cara intensa como de un perro pastor alemán que escucha un sonido extraño en la noche. Pronto apareció en el centro del círculo, observando a los que más gritaban. Cuando miró en mi dirección, fui cautivado por la intensidad de sus ojos. Parecía que él sabía algo que nadie más sabía.

Por mientras, aquellos que atacaban la iglesia, expresaron ahora su ira contra Jesús mismo y le llamaron un impostor. Por supuesto, esto enojó aun más a los defensores de la iglesia: «¡Espera no más hasta que tengas que mirar su cara mientras caigas al infierno!» – Parecía que ya iban a golpearse, cuando el extraño soltó su pregunta:

«Ustedes realmente no tienen ninguna idea de cómo era Jesús, ¿es cierto?»

Las palabras salían muy suavemente de los labios del hombre, en fuerte contraste contra la viva discusión. Pero su impacto no se perdió. La bulla cesó, mientras todos se miraban de manera desconcertada. Todos se parecían preguntar: «¿Quién dijo esto?»

Yo me reí silenciosamente, porque nadie miró al hombre que acababa de hablar. Entonces él volvió a hablar en medio del silencio: «¿Tienen ustedes alguna idea de cómo era él?»

Esta vez, todas las miradas se dirigieron hacia la voz, sorprendidos.

«¿Qué sabes tú de ello, viejo?» preguntó finalmente uno de ellos, en tono burlón, hasta que las miradas frías de los demás le callaron. Pero el extraño no tenía prisa de hablar. El silencio se prolongó en el aire, más alla de lo soportable. Pero nadie habló, y nadie se fue. Durante este tiempo, el hombre miraba a todos, intentando coger la mirada de cada uno por un breve segundo. Cuando me miró a mí, todo dentro de mí pareció derretirse.

Por fin volvió a hablar. Sus primeras palabras se dirigieron directamente al hombre que había amenazado a los demás con el infierno. «Usted realmente no tiene ninguna idea de lo que es su motivación, ¿cierto?» Su tono era triste, casi suplicando. No expresó ninguna ira. Avergonzado, el hombre echó sus manos hacia arriba y encogió sus labios, como si no hubiera comprendido la pregunta.

El extraño le dejó retorcerse bajo las miradas de los demás por unos momentos, después volvió a hablar, mirándoles a todos:

«El no se veía nada especial. El podría caminar por esta calle hoy, y ninguno de ustedes siquiera le miraría. De hecho, él tenía una cara que ustedes evitarían. Ustedes pensarían que él no podría ser parte de ustedes.
Pero él era un hombre muy quieto.

El podía callar a sus enemigos sin siquiera levantar la voz. El nunca forzaba su camino; nunca atrajo la atención hacia su propia persona; y nunca aparentó que le gustaba algo que lastimaba su alma. El era real, hasta lo más íntimo de su ser.

Y en lo más íntimo de su ser, él era amor.» – El extraño hizo una pausa y movió su cabeza. – «¡Wow! ¡Cuánto amaba él!» – Sus ojos miraban ahora mucho más allá de la gente, intentando penetrar más allá del tiempo y del espacio. – «Nosotros ni siquiera sabíamos lo que era el amor, hasta que lo vimos en él. Aun los que le odiaban, tenían que admitirlo.

El seguía preocupándose por ellos, esperando que de alguna manera hasta ellos pudieran llegar a reconocer quién estaba entre ellos.

Y con todo este amor, él era completamente honesto. Pero aun cuando sus acciones o palabras exponían los motivos más oscuros de la gente, ellos no se sentían avergonzados.

Sus palabras siempre transmitían una súplica de acercarse a Dios y ser liberados por él. Tú le confiarías tus secretos más profundos. Si alguien te sorprendería en tus peores momentos, tú desearías que fuera él.

El no perdía tiempo burlándose de otros, ni de sus ataduras religiosas.» – El miró a aquellos que acababan de hacer esto. – «Si tenía algo que decirles, les decía y después se fue; y entonces sabías que él te amaba más que cualquier persona.»

En este punto el hombre se detuvo, los ojos cerrados y la boca tensa, como si tuviera que detener unas lágrimas que le iban a derretir en un instante si las soltaba.

«No estoy hablando de un sentimentalismo barato. El amó, realmente amó. No importaba si eras un fariseo o una prostituta, un discípulo o un mendigo ciego, un judío, un samaritano o un pagano.

Su amor era para que todos lo recibieran; y la mayoría lo hicieron cuando le vieron. Aunque muy pocos realmente le siguieron, en los pocos momentos que él paso por su vida, ellos saboreaban algo que no podían negar aun años después. Parecía que él sabía todo acerca de ti, pero amaba profundamente todo lo que era verdadero en ti.»

 El se detuvo y miró la gente. Unas treinta personas se habían detenido para escucharle, boquiabiertos de asombro. Puedo relatar sus palabras aquí, pero no hay manera de describir su impacto. Estas palabras vinieron de lo más profundo de su alma.

«Y cuando él estaba colgado en aquella cruz» – y el hombre levantó su mirada a los árboles sobre nosotros, – «este amor seguía fluyendo – sobre los burladores y sobre los amigos desilusionados por igual.

Cuando él se acercó a la oscuridad de la muerte, agotado por las torturas y sintiéndose separado del Padre, no hubo ningún momento más sublime en el mundo. Su vida fue dada para ti. Este no fue ningún loco. Este fue el Hijo de Dios, derramado hasta lo último, para abrirte el acceso libre a su Padre.»

El hablaba como alguien que había estado con él. De hecho, yo pensé: «Este hombre es exactamente como yo me imaginaría al discípulo Juan.»

Apenas pasó este pensamiento por mi mente, que él se detuvo en medio de la oración. Mirando hacia la derecha, parecía buscar algo entre la gente. De repente fijó su mirada en mí. Se me paró el pelo de la nuca, y por mi cuerpo pasó una ola de escalofríos.

El me miró por un momento, y una breve sonrisa apareció en sus labios, mientras movía su cabeza en mi dirección y guiñó con el ojo.

¿Estaba él confirmando mi pensamiento? Esto sería absurdo. Incluso si él era Juan, él no podría leer pensamientos. ¿Que estoy pensando? ¿Cómo podía él ser un discípulo de hace 2000 años? Es simplemente imposible.

Se amontonó más y más gente. Aun el extraño parecía incomodarse con el espectáculo que estaba causando.

«Si yo fuera tú», dijo, pasando con su dedo índice por aquellos que habían comenzado la discusión, «yo perdería mucho menos tiempo con rajarme de la religión, y a cambio intentaría descubrir cuánto realmente él te ama. El podría ser más real para ti que tu mejor amigo.

El te cambiaría desde adentro, y conocerías la verdadera libertad y el verdadero gozo.» – Con esto se volteó y se hizo un camino a través de la gente, hacia el lado opuesto de donde yo estaba parado. Nadie se movió ni dijo algo por unos momentos.

Intenté pasar a través de la gente para hablar personalmente con este hombre. ¿Podría realmente ser Juan? Si no, ¿entonces quién era? ¿Cómo sabía él las consas que dijo acerca de Jesús con tanta confianza?

Fue difícil pasar por la gente, manteniendo la mirada en Juan. Justo alcancé para verle pasar entre dos edificios. Cuando faltaban unos cinco metros para alcanzarle, entró en una calle. Nadie más le había seguido, de manera que iba a poder hablar con él a solas. Doblé la esquina para llamarle que se detuviera.

Pero la calle estaba vacía. Boquiaberto, regresé. ¿Realmente había entrado a esta calle? Miré en todas las direcciones, pero no le vi. Era seguro que había entrado a esta calle. Pero no podía haber caminado los cuarenta metros en los tres segundos que me tomó para alcanzar la esquina.

En pánico, corrí por la calle. Había muros por ambos lados; ninguna puerta ni pasaje por donde podía haber entrado. Al final había un estacionamiento de carros. Ninguna señal del extraño.

Finalmente me senté en una banca, desorientado por la experiencia. ¿Quién era ese tipo, y qué había pasado con él? Sus palabras habían tocado el hambre más profundo de mi corazón; y el tan solo recordar su sonrisa, me volvió a dar escalofríos.

Resolví que nunca más le iba a ver, y descarté todo este día como uno de estos sucesos inexplicables en la vida que nunca harán sentido.

No pude estar más equivocado.

Un paseo en el parque

Mil veces durante las siguientes semanas repasé en mi mente los sucesos de aquella mañana. La idea de que él me hacía recordar el apóstol Juan, era una imaginación pasajera, excepto que él parecía reconocerlo con aquella mirada penetrante.

Pero ¿cómo podía Juan seguir vivo después de 2000 años? ¿Podría haber sido una aparición milagrosa, como cuando Moisés y Elías fueron transfigurados en la presencia de Jesús? Pero aun si lo fue, ¿podría él haber leído mis pensamientos, o haber desaparecido tan fácilmente de mi vista?

Incluso volví a leer las palabras enigmáticas que Jesús dijo a Pedro, acerca del futuro de Juan: «Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.» Estas palabras causaron un rumor entre los discípulos de que Juan no iba a morir. Juan aclara en el Evangelio que esto no fue exactamente lo que Jesús dijo. El había dicho solamente: «¿y qué si yo quiero…?» El quiso enseñar a Pedro a seguir el camino preparado para él, sin compararse a sí mismo con otros. ¿Pero quiso Jesús decir algo más con esta ilustración?

Lo conté a mi esposa y a un amigo cercano, pero ellos solo se rieron. Puesto que no me tomaron en serio, empecé a dudar si estas cosas realmente habían sucedido en aquella mañana. Pero lo que no pude negar, es que las palabras de aquel hombre me habían sacudido en lo más profundo de mi cristianismo.

El veía a Jesús de una manera muy diferente de lo que yo había sido enseñado. Pero hubo tanta confianza en sus palabras que me empecé a preguntar si a mí me faltaba saber algo importante. Durante las siguientes semanas volví a leer todos los Evangelios; pero esta vez miré más allá de las lecciones que Jesús enseñaba, para ver qué clase de persona era él.

A pesar de ser cristiano por más de veinte años, me di cuenta de que yo no tenía ninguna idea de quién era Jesús como persona, y no tenía ninguna idea cómo podía conocerle mejor. Solo me quedé frustrado, y para ahogar todas estas preguntas, me lancé con más intensidad al ministerio.

Cuatro meses después, las cosas se volvieron más extrañas. Yo había reservado una mañana para prepararme para la oportunidad especial de enseñar en nuestros cultos del domingo por la mañana, pero una serie de crisis impedí que yo siquiera abriera mis libros.

Primero, la persona que manejaba el equipo de sonido iba a estar de viaje este domingo, y tuve que buscar un remplazo. Después vino alguien a quejarse de cuan poco amable era nuestra iglesia. Había asistido por dos años y nunca nadie le había invitado a su casa ni a tomar café juntos.

Después me llamaron Ben y Marcia Hopkins para decir que no iban a estar en la célula esta noche. Fue la tercera vez seguida que iban a estar ausente; un mal ejemplo de parte de mi líder asistente. Cuando les presioné, finalmente me dijeron que no estaban felices con la iglesia, y que consideraban salir. Intenté disuadirlos.

Yo había invertido incontables horas para capacitarles a dirigir su propia célula; ¿cómo pudieron salir ahora? – «Nuestros hijos disfrutan de un grupo de jóvenes en otra iglesia más cerca de nuestra casa; y nosotros nos sentimos incómodos porque esta iglesia se ha vuelto muy impersonal últimamente.» – Cuando ellos habían llegado por primera vez, habían estado al punto de divorciarse.

Yo había pasado horas con ellos para ayudarles a reavivar su matrimonio. Ahora, justo cuando estaban llegando al punto donde podrían rendir algo, se iban a ir a otro lugar donde los pastos parecían más verdes.

Y entonces, para colmo, el pastor llamó justo después del almuerzo para anular una reunión de negocios acerca de nuestro programa de construcción. El dijo que simplemente no se sentía bien para tratarlo hoy.

Me había tomado tres semanas para organizar esa reunión. Me puse furioso y tuve que salir para desahogarme. Mi secretaria se asustó cuando cerré la puerta de la oficina con más violencia de lo que había intentado. Miré la puerta como si hubiera hecho toda esta bulla por sí misma.

Mi mirada se quedó fija en el letrero tan acostumbrado: «Jacob Colsen, Pastor Asociado».

Todavía recuerdo el primer día que pasé por esta puerta, sorprendido de que el letrero ya estaba en su lugar, y asombrado por la responsabilidad que esto colocó sobre mis hombros.

Yo nunca había planeado entrar al ministerio a tiempo completo; pero el día que pasé por esta puerta, parecía que todos mis sueños por fin se iban a cumplir. Cuatro años después, el cumplimiento de aquellos sueños parecía más lejos que nunca.

 Hijo de padres trabajadores, yo había crecido en la iglesia. Incluso durante los años tormentosos de la adolescencia yo nunca me alejé mucho de mis raíces espirituales. Me gradué en administración en 1979 y empecé a trabajar en el negocio de bienes raíces en Kingston, California. La economía subió, y construí un negocio lucrativo y una reputación estelar.

Mi esposa y yo habían ayudado a fundar la congregación donde yo trabajaba ahora. Hace quince años, unas familias y unos estudiantes, desilusionados por las intrigas de poder en la iglesia tradicional donde asistíamos, decidimos comenzar una iglesia nueva.

Nos reunimos en casas por algún tiempo y valorábamos mucho la comunión que teníamos, pero pronto alquilamos un local y nos esforzamos por alcanzar la comunidad. Primero el crecimiento fue lento, pero en los últimos diez años crecimos a más de 2000 personas, construimos nuestro propio local y llegamos a tener un equipo pastoral completo.

¡Cuan halagado me sentí cuando el pastor me invitó a ser parte de su equipo! Yo tenía 39 años, estaba cómodo en mi profesión, y tenía dos hijos pequeños. Enseñaba una clase de adultos en la Escuela Dominical, que era una de las más populares; y había sido anciano de la iglesia por dos períodos.

El me dijo cuánto me necesitaba. Le libraría de responsabilidades para las cuales él no tenía los dones correspondientes. Yo ganaba más que suficiente en mi negocio, pero sabía que era solamente dinero – el dios del mamón, como escuché en las prédicas. ¿Estaba yo gastando mi vida en mis propios placeres? Yo tenía muy poco tiempo para las cosas que consideraba las más importantes. Entonces acepté el pastorado, en la esperanza de que por fin ya no me iba a sentir culpable.

Y así fue por algún tiempo. Durante el primer año, o un poco más, disfruté de la emoción de ayudar a dirigir una iglesia creciente, y de realmente tener tiempo para orar y estudiar la Biblia. Pero pronto la carga del trabajo se volvió opresiva.

Trabajé no solo todo el día, sino tuve que salir cinco o seis noches por semana. Ni siquiera tuve tiempo para meterme un poco en los negocios, como yo había planeado hacer para compensar mi sueldo más bajo.

Cuando me sentía frustrado, a menudo buscaba alivio en un paseo prolongado. Así que le dije a mi secretaria que iba a estar afuera por un tiempo, y me dirigí hacia un parque cercano. Este parque era a menudo mi refugio y mi lugar de oración.

Cuando llegué, vi con sorpresa que el parque estaba lleno de niños que al parecer no tenían clases. Busqué si había algún rincón libre. Y entonces le vi – una figura solitaria en una de las bancas. En la distancia se veía como aquel extraño que yo había visto en San Luis Obispo.

Mi corazón se paró por un momento. Yo había pedido a menudo a Dios que me diera una oportunidad de hablar con aquel hombre, pero había abandonado toda esperanza de que fuera posible. Al instante volvieron los recuerdos de aquella mañana, y del hambre que había despertado en mi corazón.

Mientras me acerqué a aquel hombre, parecía tener la estatura exacta; pero fue difícil acertarlo porque estaba sentado. Su cara y barba eran similares, pero estaba con lentes oscuros y con sombrero, y así yo no estaba seguro. El parecía mirar lejos, sin darse cuenta de mi presencia.

¿Qué si era él?

¿Qué debía hacer? Mientras pasé delante de él, su cabeza se volteó, e inmediatamente aparté mis ojos. No tuve ninguna idea de qué decir. Seguí caminando. Solo después de diez metros tuve suficiente valor para detenerme y pretender mirar el parque, como excusa para volver a mirar al hombre en la banca.

Ciertamente se veía como él.

Comenzó a voltear la cabeza. Antes de darme cuenta, me estaba alejando de él nuevamente. A cincuenta metros encontré una banca libre; me fui allí y me senté. En este momento, el hombre se levantó y se fue en la dirección opuesta.

¡Oh no! ¿Qué haré? Supongo que es ahora o nunca.

Salté de mi lugar y corrí detrás de él. Finalmente estuve tan cerca que tuve que sobrepasarle o hablarle. «¡Disculpe, señor!» dije antes de pensar.

El se detuvo y volteó hacia mí. «¿Sí?» – Una sola sílaba no es suficiente, pero su voz sonó parecida.

«Esto le parecerá chistoso, pero usted se parece a alguien que vi hace unos meses en el centro de San Luis Obispo. ¿Podría ser usted?» – Sus lentes oscuros me miraron sin expresión. Si tan solamente pudiera ver sus ojos, lo sabría con certeza.

«De hecho estuve allí hace unos meses, pero solo por unos días. ¿Nos hemos encontrado allí?»

«No, pero alguien que se parecía a usted, se metió en una discusión que unas personas tenían en la calle.»

«Puede haber sido yo.» El encogió sus hombros.

«Fue una discusión acerca de la religión. Y si usted es ese hombre, usted entró en el debate y habló acerca de Jesús, y cuánto él realmente amaba a la gente. ¿Hace esto sentido?»

«Seguramente. Yo hablo a la gente todo el tiempo, especialmente a aquellos que buscan cosas espirituales. Podría haber sido yo.»

«Mi nombre es Jacob Colsen.» Extendí mi mano.

«Hola Jacob. Yo soy Juan», respondió y estrechó mi mano.

Sentí que me faltaba aire para seguir hablando. «¿Eres tú el hombre que habló a esa gente? Fue un sábado por la mañana. ¿Me viste allí?»

«No me recuerdo específicamente haberte visto a ti, pero sí suena como una conversación que yo podría haber tenido.»

«¿Podemos hablar por unos momentos?» Miré mi reloj y me di cuenta de que me quedaron solamente 30 minutos antes de mi siguiente cita en la oficina. Me dirigí hacia una banca cercana.

«Encantado.» Nos sentamos en la banca, mirando a la distancia.

«Esto sonará extraño», dije finalmente, «pero estuve orando por una oportunidad de encontrarme contigo. Tus palabras realmente me tocaron en aquel día. Hablaste de Jesús como si hubieras estado con él personalmente. En algún momento incluso me pregunté si eras el apóstol Juan.»

El se rió. «Esto me haría un poco viejo, ¿no?»

«Sé que esto suena loco, pero cuando pensé esto, tú te detuviste en medio de tus palabras, te volteaste hacia mí y asentiste con la cabeza como estando de acuerdo conmigo. Intenté seguirte cuando abandonaste el grupo, pero parece que te perdí en la multitud.»

«Quizás no debía ser entonces. Por lo menos, aquí estamos ahora. ¿Sobre qué quieres hablar?»

«¿Eres tú?»

«¿Si yo soy qué?»

«¿Eres Juan?»

«¿Juan, el discípulo de Jesús?» El sonrió, obviamente divertido por la idea. «Bueno, ya sabes que mi nombre es Juan, y yo sí declaro ser un discípulo suyo.»

«¿Pero eres tú aquel Juan?»

«¿Por qué es esto tan importante para ti?»

«Si lo eres, tengo unas cosas que quisiera preguntarte.»

«¿Y si no lo soy?»

No sabía qué decir. Yo había sido profundamente impactado por sus palabras, no importaba quien era. El parecía saber algunas cosas acerca de Jesús que yo no comprendía. «Supongo que de toda manera quisiera hablar contigo.»

«¿Por qué?»

«Tus palabras en San Luis Obispo me movieron profundamente. Parece que tú conoces a Jesús de una manera que yo solo puedo esperar. Soy pastor, miembro del equipo de una iglesia grande – la Comunidad del Centro. ¿Alguna vez escuchaste de ella?»

«No, pienso que no.»

Su respuesta me ofendió un poco. ¿Por qué no sabía de nosotros? «Vives por aquí?»

«No. De hecho, es la primera vez que estoy en Kingston.»

«¿De verdad? ¿Qué te trae acá?»

«Quizás tus oraciones», dijo riéndose. «No estoy seguro.»

«Escucha, tengo que irme en unos minutos. ¿Podemos volver a encontrarnos alguna vez?

«No sé. Realmente no tengo la libertad de comprometerme con una cita. Si necesitamos volver a encontrarnos, estoy seguro que sucederá. Ahora también nos hemos encontrado sin acordarlo.»

«¿Podrías visitarme para la cena esta noche? Así podríamos hablar.»

«No, lo siento, ya tengo algo esta noche. ¿Qué sucede?»

¿Dónde debía empezar? Yo tenía tanto que hablar, pero solo 20 minutos antes de tener que volver apresuradamente a la oficina, y aun así iba a llegar tarde.

«Estoy realmente frustrado. Parece que últimamente, cada persona con quien hablo se siente vacío – incluso cristianos que conozco por décadas. Ayer me encontré con uno de nuestros ancianos, de quien siempre pensaba que era firme como una roca. El está bastante desilusionado. Me dijo que a veces se pregunta si siquiera Dios es real, o si todo este cristianismo es solo un engaño.»

«¿Qué le dijiste?»

«Intenté animarle. Le dije que no podemos vivir por vista, sino por fe; que él hizo muchas cosas maravillosas para Dios, y Dios lo honrará algún día. Que solo seamos fieles y no confiemos en nuestros sentimientos.»

«O sea, ¿le dijiste que él no tenía derecho a tener estos sentimientos, o estas preguntas?»

«No, esto no es lo que dije.»

«¿Estás seguro?» – Su pregunta fue amable, no acusando.

Tomado por sorpresa, repasé lo que le había dicho.

«Comprende algo, Jacob, esta vida en Jesús es una cosa real. No es un juego. Cuando la gente siente que algo está mal, ¿sabes qué descubrí? Normalmente, algo realmente está mal.»

«Y yo le dije que lo ignorase», dije, más para mí mismo que a Juan. Sacudí mi cabeza al darme cuenta.

«¿Crees que le ayudaste?»

«No sé. Le di mucho ánimo, y él parecía estar mejor.»

Juan no dijo nada. Me dejó pensarlo detenidamente.

«Tienes razón, yo no le ayudé en absoluto. Supongo que solo le eché la culpa.»

«¿Piensas que él volverá a hablarte la próxima vez que tiene estos pensamientos?»

Sacudí mi cabeza, y me arrepentí de casi todo lo que le había dicho esta mañana. Tendré que volver a llamarle e intentarlo de nuevo.

«¿Y qué de ti, Jacob? ¿Funciona para ti?»

«¿Funciona qué?»

«Tu fe. ¿Estás experimentando la vida de Dios en la medida que lo deseas?»

«De vez en cuando me siento frustrado, como hoy. Pero en lo general no puedo imaginarme otra cosa que me gustaría más que lo que estoy haciendo ahora mismo.»

Juan no reaccionó.

«Quiero decir, estoy extrañando el dinero, y el tiempo libre que tenía antes, pero lo que tengo ahora vale mucho más. Estamos haciendo un gran impacto en esta ciudad.»

El siguió en silencio. Yo no sabía qué más decir, pero antes de darme cuenta, unas lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, y me encontré luchando por aire. Me sentí increíblemente solo.

Por fin, Juan volvió a mirarme. «No estoy hablando de lo que estás haciendo. ¿Estás lleno del amor de Jesús, tal como lo eras el primer día que creíste en él?» – Las palabras se abrieron camino hasta lo profundo de mi alma, y sentí derretirme por dentro como un pedazo de mantequilla en la sartén.

«N… N… N… ¡No!» Parecía que la palabra no podía salir. Cuando por fin salió, lo hizo con un suspiro largo. «Esto no ha funcionado por años. Parece que cuánto más hago para Dios, más se aleja él de mí.»

«O, quizás más te alejas tú de él.»

«¿Qué?» – Quienquiera que él era, él miraba todo desde un ángulo diferente.

«¿Sabes por qué te sientes tan vacío?»

«Realmente no lo he pensado, Juan. He estado ocupado, y parece que Dios me usa para tocar a la gente. Yo simplemente suponía que así tiene que ser. No me permito pensar de ello demasiado.

Me desanima demasiado. Quiero decir, tengo mucho de que agradecer, una esposa que me ama y me comprende, unos hijos maravillosos, un hogar hermoso, y estoy sirviendo a Dios con todo lo que tengo. Pero estoy vacío aquí dentro.» Golpeé mi puño contra mi pecho, y mis ojos se humedecieron aún más.

«Aquel anciano te dio miedo, ¿no cierto?»

«¿Cómo?» Por segunda vez, él me había tomado de sorpresa.

«Quizás tú te sientes igual de vacío como él, pero no quieres detenerte para admitirlo.»

«Nunca hubiera pensado en esto; pero me recuerdo de que me sentí muy incómodo cuando él hablaba. El hizo preguntas que yo no quise responder.»

«¿Sabes de qué se trata en todo esto, Jacob?» – Juan apoyó su espalda en la banca, cruzó sus brazos delante del pecho y miró hacia los niños que jugaban. – «Se trata de la vida – la vida real de Dios que llena tu vida. La clase de amistad que Adán tenía con él cuando caminaba en el jardín de Edén. La vida de Dios no es una abstracción teológica.

Es plenitud, libertad, gozo y paz de vivir en él, y persiste aun frente a tus peores circunstancias. Jesús vino para compartir esta vida con cada uno que ponga su confianza en él, en vez de intentar controlar su propia vida.

No se trata de trabajar duro, tener un ministerio grande, o un edificio nuevo. Se trata de una vida que puedes ver, saborear y tocar; algo que puedes disfrutar cada día que vives. Yo sé que mis palabras no lo pueden describir adecuadamente, pero tú sabes de qué estoy hablando. Tuviste momentos así, ¿cierto?»

«Sí. Sí los he tenido, pero eran siempre tan pasajeros. Me recuerdo como era así en los primeros días, pero ahora estoy lejos de eso. ¿Qué está mal conmigo? ¿Cómo puedo ser un cristiano de tanto tiempo, ser tan activo en la iglesia, y siempre no captarlo? ¿Cómo es que yo pierdo el contacto con esta vida, aunque no quiero?»

 «Lo he visto suceder vez tras vez», respondió Juan. «Es como una epidemia hoy. De alguna manera, nuestra experiencia espiritual hace que demos importancia a las cosas equivocadas, y al final somos distraídos de la vida verdadera. Sucedió también en la primera iglesia.

¿Recuerdas lo que pasó en Efeso, y lo que Jesús les dijo en su carta en Apocalipsis? Su teología fue irreprochable. Ellos podían discernir un error como un mosquito en un plato de sopa a cien pasos de distancia. No tenían miedo de confrontar a aquellos que se pusieron adelante en el ministerio, para descubrir quiénes hablaban la verdad y quiénes inventaron un mensaje solo para ganar fama para ellos mismos.

Perseveraban en el sufrimiento como nadie más en toda la cristiandad. Nunca se quejaron cuando fueron agraviados por otros. Pero con todo esto, ¿estuvo Jesús contento con ellos?»

Hace poco había enseñado sobre este pasaje, así que sabía de qué estaba hablando Juan. «No, él los reprochó por haber caído de su primer amor.»

«Esto es correcto. Asombroso, ¿no? Lo que les faltaba, creó un tal vacío que tragó todo lo bueno que podrían haber logrado. Ellos habían abandonado el amor consumidor que tenían por Jesús al inicio. Sin este amor, su servicio no tenía sentido.

Puedes volverte tan ocupado trabajando para él, que te olvidas de conocerle. Nada de lo que ellos hacían fue motivado por amor hacia él, o por su amor hacia ellos. Por eso, todo lo que hacían se volvió no solamente sin valor, sino de hecho destructivo.»

«¡Esto soy yo!» dije. «¡Estás hablando de mí!»

«Es una historia antigua, Jacob. Se ha repetido un millón de veces bajo un millón de nombres diferentes. ¿Te recuerdas del día cuando el amor de Jesús cautivó tu corazón por primera vez?»

Los recuerdos vinieron. «Sí. Estuve en la secundaria, tenía doce o trece años, y sabía que algo estaba sucediendo. Mis padres estaban en la otra habitación orando con unas treinta personas. Ya estaban así desde hace cuatro horas y no pensaban en parar. Parecía incluso divertido. Así fue cada viernes por la noche. Anhelaban juntarse para orar. A veces cantaban, a veces se reían, y a veces incluso lloraban. Terminaban a las once de la noche o aun más tarde.


Esto fue un gran cambio para mis padres. Ellos habían crecido en la iglesia, y eran miembros activos de la iglesia bautista, asistían regularmente y servían en una multitud de comisiones. Pero parecía que nunca disfrutaban de la iglesia. Algunos domingos incluso pudimos convencerlos de quedarse en casa.


Pero esto fue diferente. No hubo manera de alejarlos de la oración. Se habían vuelto apasionados de su camino con Dios. Y Dios cambió sus vidas. Los liberó de hábitos antiguos, y la presencia de Dios fue más fuerte que sus necesidades, y leían la Biblia en cada oportunidad.

Oraban acerca de todo. Se sentían alegres, libres, y vivos en la fe por primera vez. Nosotros, los niños, también tuvimos hambre de eso. Ellos oraron por nosotros, y esta fue la primera vez que recuerdo haber tocado la vida de Dios. Incluso recuerdo cuando escuché la voz de Dios por primera vez.»

«¿Y qué sucedió con esto?»

«Por unos años creció, y ellos querían que su iglesia también les siga. Pero abundaron las sospechas y las acusaciones. Después fue claro que mis padres ya no eran bienvenidos en la iglesia. Muchos de su grupo se retiraron de la iglesia, pero esto no disminuyó su celo. Ellos simplemente lo vieron como una persecución.


Ellos decidieron comenzar una iglesia nueva. En la primera reunión vinieron más de 80 personas. El ambiente fue como eléctrico. Ellos decidieron organizarse, alquilar un local y contratar a un pastor.»
Y entonces, por primera vez pude verlo claramente: «Y lentamente, todo murió. Ellos fueron tan distraidos por todo el trabajo, que pronto perdieron aquel gozo de simplemente amar a Jesús.»

«¿No es extraño, que la formación de lo que ellos llamaban iglesia, pudo lograr lo que la persecución no logró? El Padre desea que tú simplemente te dejes caer en su regazo de amor, y que nunca salgas de este lugar para toda tu vida. El plan de redención de Dios, desde el día de la creación hasta el día de su segunda venida, es para traer a la gente a esta relación de amor. ¡El no quiere nada menos – y nada aparte de esto!

El no es un Dios distante que hubiera enviado a su Hijo con una lista de reglas a seguir, o rituales a practicar. Su misión fue invitarnos a su amor – a una amistad con su Padre. Pero ¿qué hacemos nosotros? Tan rápidamente nos dejamos atrapar por una cultura religiosa impulsada por obras, que agota este mismo amor que pretende sostener.

En Efeso fue descubrir y expulsar a todos los falsos maestros. En Galacia fue hacer que todos observasen los rituales del Antiguo Testamento. Hoy es hacer que todos colaboren con el programa de la iglesia. No importa qué es lo que aparta a la gente del amor de Dios, puede ser cualquier cosa que les preocupa tanto que lo toman como un sustituto de ese amor.

Es más fácil ver el problema cuando es la circuncisión en Galacia, que cuando es la asistencia al culto en Kingston. Pero ambos pueden llevar a la misma situación: creyentes aburridos y desilusionados, que ya no viven en la vida del Padre.»

Yo no sabía que decir. No estoy seguro si estuve de acuerdo con él. ¿Cómo podía la asistencia a la iglesia ser algo como la circuncisión?

«Déjame hacerte una pregunta, Jacob. ¿Cuántos cuadrados hay en el techo sobre el auditorio de tu iglesia?»

Pude responder inmediatamente. «312 completos, y 98 parciales.»

«¿Y cómo lo sabes?»

«Los cuento cuando me aburro.»

«Debes estar aburrido muy a menudo. ¿Sabes cuántos otros también se aburren? Una vez me encontré con un tipo que incluso sumaba cada vez los números de los himnos en el tablero de anuncios, para ver si alguna vez la suma iba a ser 666. ¿No te parece que la gente no se ocuparía en estas cosas, si estuvieran compartiendo la vida de Dios? ¿Puede esto señalar que algo está mal?»

Bueno, tal vez él tenía razón.

«¿Cuál fue tu último pensamiento cuando llegaste el último domingo?»

De esto no me recordé tan rápidamente. «Estuve repasando mis apuntes, intentando pensar en una ilustración que todavía me faltaba.»

«Sí, ¿pero qué dijiste dentro de ti cuando estacionaste tu carro delante del edificio?»

Demoré un momento para recobrarlo de la memoria: » ‘Me alegraré cuando todo esto haya pasado y podré volver a casa.’ » Me reí al recordarlo. «¿Cómo lo supiste?»

«No lo sabía, pero no me sorprende. ¿Sabes cuánta gente hay que piensa así, incluso aquellos que son pagados para estar allí, como tú? La rutina finalmente hace marchitar la vida, no importa cuan buena sea.»

«¿Entonces la desilusión de mi anciano es algo bueno?» pregunté, incrédulo.

«Igual como el tuyo. Te estás dando cuenta de que esta rutina no contribuye a tu deseo de conocer mejor a Dios. Estar sentado durante el mismo programa semana tras semana, te agota. ¿No estás cansado de estar cayendo año tras año en las mismas tentaciones, de estar orando las mismas oraciones sin respuesta, y de nunca llegar a discernir la voz de Dios con más claridad?»

«Sí, estoy cansado de esto.» Yo mismo me sorprendí de cuán rápido la respuesta había salido de mis labios. «Entonces, ¿por qué lo hacemos?»

«La respuesta a esto, Jacob, te dirá más acerca de ti mismo que acerca de la iglesia. Por ahora, permítete a ti mismo ser honesto acerca de tu aburrimiento y tu desilusión. El Padre nunca abandonó su deseo de compartir contigo la misma amistad que tenías cuando tenías trece años.»

«Hubo otras veces desde entonces.»

«Por supuesto, pero no duraban mucho, ¿no cierto? Si hubieran durado, entonces no hubieras necesitado encubrir a gente como tu anciano, y calmar su espíritu con fórmulas vacías. Gente como él no deben ser callados como faltos de fe. Mas bien apláudelos por su valentía de tomar su vida espiritual como algo real. Te digo que la honestidad de ese anciano demuestra más fe que tu incomodidad con sus preguntas.»

«¿Qué haré, Juan? Yo quiero la vida de la que tú hablas.»

«Esto no requiere mucho de ti, Jacob. Solo sé auténtico con el Padre, y no vuelvas a meterte en tu caparazón donde aguantas la falta de vida. Tu lucha viene del llamado del Espíritu de Dios a tu espíritu. Pídele perdón por haber sustituido el poder de su amor por otras cosas, e invítale a mostrarte como tus esfuerzos de buenas obras oscurecen su amor por ti. Deja que Dios haga lo demás. El te atraerá hacia él mismo.»

Miré mi reloj y supe que tenía que irme. «Lo siento, tengo que ir corriendo. Intentaré hacer lo que dices, Juan.»

«Bien. ¿No será una alegría volver a despertar amado por Dios cada día, sin tener que merecerlo con esfuerzos de tu parte? Este es el secreto del primer amor. No intentes merecerlo. Sepa que eres aceptado y amado, no por lo que puedes hacer para Dios, sino porque él te escogió en Cristo por su misericordia increíble.»

Me levanté para irme. Juan mantuvo mi mano por un momento. «Esto no es difícil, Jacob. En su reino realmente recibes lo que buscas. Este es el punto de todo. Si buscas una relación con Dios, la encontrarás.»

«Entonces ¿por qué no la encontré? Pensé que esto es lo que busqué todo el tiempo.»

«Sin duda, así puede haber sido al principio. Pero esto funciona al revés también. Si miras lo que recibiste al final, ¡sabrás qué fue lo que realmente estabas buscando!» El soltó mi mano.

Sus palabras terminaron de manera tan definitiva, y yo estaba tan apresurado para llegar a mi cita, que simplemente asentí con la cabeza. No tenía ninguna idea de lo que él quiso decir.

«Espero volver a verte.»

«Oh, pienso que sí me verás … en su tiempo.»

Le agradecí, y corrí a través del parque, ahora ya tarde para mi cita. Siempre me asombra el hecho de que los viajes más grandes de nuestra vida siempre comienzan de manera tan sencilla, que ni siquiera sabemos que nos hemos embarcado, hasta que ya estamos bien avanzado en el camino y miramos atrás. Así iba a ser conmigo también.

¿Es esto educación cristiana?

Mi breve tiempo con Juan en el parque resultó más frustrante que de ayuda. Aunque salí de esa conversación entusiasmado acerca de nuevas posibilidades, y pasé el resto del día sin nada del estrés que me había abrumado antes, el entusiasmo pronto se desvaneció.

Se me hizo difícil recordar todo lo que él había dicho, y tenía cien preguntas que hubiera deseado hacerle. Me sentí enojado porque el tiempo había sido tan breve y él no había estado dispuesto a acordar otra cita. ¿Quién era él, por fin? ¿Tal vez me estaba haciendo alguna broma cruel?

Pero yo me había sentido completamente cómodo al conversar con él. Me recordaba de las conversaciones que tenía con mi padre antes que él murió en un accidente, hace cinco años. Sentí un afecto similar por Juan. El había alimentado mi hambre de conocer mejor a Jesús, y esta hambre no disminuyó, pero no pude satisfacerla.

Después del encuentro con Juan, aparté cada mañana 45 minutos, antes que despertara el resto de la familia, para leer la Biblia y orar. Aunque fui fiel en hacerlo cada día, no sentí ninguna diferencia. Las mismas tensiones del trabajo y del hogar habían vuelto. Ninguna de mis oraciones parecía tener algún impacto.

Yo esperaba encontrarme con Juan nuevamente, pero no sucedió. Durante algunas semanas me sorprendí a mí mismo mirando por Juan en cualquier lugar, al hacer compras, al comer en un restaurante, o incluso al manejar por la calle. De vez en cuando veía a una persona similar, y mi corazón se paraba por un instante; pero al acercarme mis esperanzas se deshacían cada vez. Incluso salí de mi camino de vez en cuando para regresar a aquella banca en el parque.

Imagínate mi sorpresa cinco meses después, cuando vi su cara conocida en el lugar donde menos lo esperaba – mirando a través del vidrio de una de las puertas de nuestro auditorio. Fue domingo por la mañana, durante nuestro culto más grande, y yo estaba caminando por el pasillo con mi mejor cara de «¿qué harían sin mí?». Acababa de eliminar un ruido molestoso de nuestro equipo de sonido profesional.

Pude sentir los ojos de la gente mirándome, aunque el pastor estaba orando en este momento. Mantuve mi cabeza agachada hasta llegar a mi fila, y miré a lo largo del pasillo. Alllí estaba él. Sus ojos no podían confundirse, y mi corazón casi se me salió al reconocerle.

Pasé por mi asiento y salí por la otra mitad de las puertas dobles. El estaba parado allí, las cejas fruncidas, y yo pensé: Cuan extraño y fuera del lugar él se ve en nuestro edificio. No sé por qué tuve esta impresión. No fue su manera de vestir – fue más que apropiado para nuestros cultos informales. Teníamos a otros con barbas similares y pelo aun más largo que el suyo. Pero él simplemente se veía como fuera del lugar.

«Juan, ¿qué haces aquí?» dije a voz baja.

El me sonrió y se volteó nuevamente para mirar adentro. Después de unos momentos, por fin habló: «Pensé venir para ver si tenías unos momentos para hablar.»

 «¿Dónde has estado? Te buscaba por todas partes.» – El seguía mirando por el vidrio. – «Me gustaría hablar, pero ahora no es un buen momento. Estamos en medio de nuestro culto más grande.»

Ahora Juan se apartó de la ventana. «Sí, me he dado cuenta.» – Pude escuchar como adentro la congregación se puso de pie, mientras el grupo de alabanza empezó a tocar la introducción de la siguiente canción.

«¿Qué tal más tarde? ¿Después del culto?»

«Solo estoy de paso y pensé ver cómo estás. ¿Estás encontrando respuestas a tus preguntas?»

«No sé. Estoy haciendo todo lo que sé hacer. Mi vida devocional ya está más ordenada, mucho mejor que antes.»

Su silencio me dijo que no había respondido su pregunta. Pensé que podría aguantar el silencio más tiempo que él, pero me sentí tan incómodo que tuve que volver a hablar. «Oh… bien… ¿cómo puedo decirlo? Supongo que no. De hecho, parece que cuánto más lo intento, más vacío y más frustrado me siento.»

«Bien.» Juan asentó con la cabeza, mientras seguía mirando dentro del auditorio. «Entonces aprendiste algo valioso, ¿no?»

«¿Qué?» – Pensé que él me había malentendido. «Dije que no funcionaba. Realmente me esforcé mucho, pero parece que nada sucede.»

«Te entendí», respondió Juan, volteándose hacia mí. «¿Quieres saber por qué? Ven, te lo mostraré.»

Se volteó y me indicó con su cabeza que le siguiera. Caminó por el pasadizo que llevó a las aulas de los niños. Mientras él se alejaba de mí, miré atrás al auditorio. No le podía seguir ahora. Debía estar en el culto. ¿Qué si el equipo de sonido iba a fallar nuevamente? ¿Qué si …?

El volteó la esquina ahora. De esta manera le había perdido una vez, ¿no cierto? Sin pensarlo bien, corrí por el pasadizo para encontrarle.

Detrás de la esquina casi derribé a una familia joven que vino en mi dirección. Pedí disculpas por chocarme con ellos, pero parecía que ellos no lo escucharon. Sus caras expresaban vergüenza.

«La única vez que llegamos tarde», suspiró la esposa, «y mira quién nos coge – ¡uno de los pastores! Sinceramente, nosotros nunca llegamos tarde.» – Sobre sus hombros vi que Juan se había detenido para esperarme. El se apoyaba en la pared y miraba nuestro intercambio. Sus cejas señalaban hacia arriba, y su sonrisa chueca parecía decir: «¡Te cogí!»

De repente me sentí como la policía eclesiástica. Hace dos domingos había hecho un gran anuncio de cuán importante es llegar a la hora, para no interrumpir la adoración con entrar tarde. Sentí que Juan estaba escuchando nuestra conversación.

«La llanta del carro se bajó en el camino», se disculpó el esposo.

«Ustedes tienen suerte. No estoy dando papeletas por llegar tarde hoy.» Me reí, esperando calmar así la incomodidad de ellos – y la mía. «Me alegro de que hayan llegado. Bienvenidos.» Los abracé a los dos y les acompañé a las puertas del auditorio.

Corrí nuevamente hacia las aulas de los niños. Allí estaba parado él, delante de nuestro tablero de anuncios de la Escuela Dominical. Sus ojos seguían las letras de ocho centímetros encima de los anuncios, que decían: «ME ALEGRÉ CON LOS QUE ME DECÍAN: IREMOS A LA CASA DEL SEÑOR.»

«¿Qué significa esto?», preguntó, dibujando un arco iris imaginario con su dedo índice señalando las letras.

«Que debemos disfrutar de estar en la presencia de Dios.» Sin quererlo, mi voz se elevó al final, lo que hizo sonar mi respuesta más como una pregunta.

«Buena respuesta. ¿Por qué está esto aquí?»

«Este es nuestro lema para la educación cristiana.» – Aparenté estar tranquilo, pero sabía que él se dirigía hacia algo. Solo que no estuve seguro hacia qué. – «Estamos intentando proveer un ambiente donde los niños realmente disfrutan de estar en sus clases.»

«¿Y ‘la casa del Señor’, sería este edificio?» – El señaló ambos extremos del pasadizo.

Uups. No me gustó la dirección que la conversación estaba tomando. Después de una pausa, respondí: «Bueno, todos sabemos por supuesto que significa algo más grande que esto.» Me desesperé por encontrar una respuesta correcta, pero parecía que no tenía ninguna en mi arsenal.

«¿Pero qué piensan las personas que lo leen?»

«Ellos probablemente lo toman en el sentido de asistir a nuestra iglesia.»

«¿Es esto lo que ustedes quieren que piensen?»

Decidí que si no iba a responder, podríamos hablar de algo diferente. Pero nuevamente, él permanecía en silencio más tiempo de lo que yo podía aguantar.

«Supongo que sí.»

«¿No te das cuenta de que el Evangelio nos libera de la idea de que Dios vive en alguna casa especial? Esto es algo de lo más poderoso. Para un pueblo sumergido en los rituales del templo, esta fue una noticia grandiosa, o terrible. Sus seguidores pensaban que era grandiosa. Ya no tenían que pensar que Dios estaba escondido en los recintos del templo y disponible solamente para personas especiales en tiempos especiales.»

Me di cuenta de la tristeza en su voz, y me quedé callado.

«Entonces, Jacob, si no es este edificio, ¿dónde está la casa de Dios?»

«Nosotros lo somos.» – Sacudí mi cabeza al darme cuenta de cuán estúpido me parecía este lema ahora. Me pregunto si Juan sabía que había sido mi propia idea. Seguramente no iba a decirle esto.

«Entonces ¿como puede un pueblo ir a sí mismo?» suspiró Juan. «¿Te recuerdas de lo que Esteban dijo justo antes que levantaran piedras para matarle? ‘El Altísimo no vive en casas hechas por manos humanas.’ Fue en ese momento cuando ellos se volvieron contra él. Sus palabras les recordaron del desafío de Jesús, de destruir el templo y reedificarlo en tres días. La gente puede volverse muy susceptible acerca de sus construcciones, especialmente cuando piensan que Dios vive dentro.»

No dije nada, solo asentí con la cabeza.

«¿Y se alegran ellos cuando vienen?»

Demoré un momento para comprender lo que él quería decir. – «Lo esperamos. Trabajamos muy duro.»

«Esto se nota.» – Juan examinó el tablero que rebosaba de anuncios para seminarios, reuniones de colaboradores, actividades de grupos, y formularios para ofrendas voluntarias.

«Un programa de calidad requiere mucho trabajo.»

«Sin duda. Y no poca culpabilidad también, sin mencionar la manipulación.» – Seguí sus ojos hacia el centro de nuestro afiche para reclutar maestros. Fue una foto a todo color de un adolescente pandillero de noche en una calle de la ciudad. En letras grandes dijo al margen izquierdo: «Si tan solamente alguien hubiera tomado tiempo para enseñarle acerca de Jesús. Involúcrate hoy.»

«¿Culpabilidad? No intentamos hacer sentirse culpable a nadie, solamente les damos los hechos.»

El movió su cabeza y comenzó a caminar por el pasadizo. Miré atrás hacia el santuario, donde debía estar. Pero decidí rápidamente quedarme con Juan, que ya había entrado a otro pasadizo.

Al doblar la esquina, pude esuchar el canto de niños:

«Estamos todos en nuestro lugar, todos con caras brillantes. ¡Buenos días a ti! ¡Buenos días a ti!»

Juan miró a través de la puerta parcialmente abierta. Filas de niños de primer grado estaban sentados frente a la maestra en sus sillitas pequeñas. Al terminar la canción hubo mucho movimiento, empujones y risas. Un niño con una chaqueta azul se volteó para sacar la lengua a una niña. Cuando se di cuenta de que nosotros le mirábamos, inmediatamente se volteó y aparentó prestar atención.

No podíamos ver a la maestra desde nuestro lugar, pero podíamos escuchar su voz suplicante:

«Digamos nuestro verso de memoria», gritó. «¡Adelante! Tranquilícense, o no habrá refrigerio al final.» – Aparentemente la amenaza tuvo efecto, porque el aula empezó a tranquilizarse.

«¿Quién sabe su verso?» – Muchas manos se levantaron. – «Vamos a decirlo juntos. «Me alegré con los que me decían», las voces nunca cambiaron de tono, «Iremos a la casa del Señor. Salmo 122:1.» – La mayoría de las voces se habían apagado antes del final, excepto una niña que quiso mostrar a todo el mundo que ella lo sabía.

«¿Y qué significa esto?» gritó la maestra en medio de la bulla que se iba a levantar de nuevo.

Dos manos se levantaron; una fue la de la niña que había repetido el verso a voz tan alta. «Sherri, ¡dinos!»

«Esta es mi hija», dije a Juan a voz baja.

La niña se puso de pie. «Significa que debemos disfrutar de venir a la iglesia, porque es aquí donde vive Dios.»

«Esto es correcto», dijo la maestra, mientras yo sentí mi cara calentarse de vergüenza. Encogí mis hombros cuando Juan me sonrió divertido. A voz muy baja dijo: «Está funcionando.» – La expresión de su cara me liberó. Demostró claramente que él no estaba aquí para avergonzarme.

La maestra repartió estrellas de papel dorado para que los niños las pegasen en una tabla en la pared. Recibían estrellas para su asistencia, sus versos de memoria, y cuando traían su Biblia. Mientras los niños recibían sus estrellas, la clase se volvió un caos, y los niños se atropellaban unos a otros mientras buscaban sus nombres en la tabla.

Cuando la clase volvió a sentarse, la maestra señaló algunas de las filas en la tabla. «Miren todas las estrellas que tiene Bobby. Sherri también está haciendo bien, y también Liz y Kelly. No se olviden que las cinco super-estrellas recibirán un premio especial al fin del trimestre. Entonces, trabajemos duro. Aseguren que vengan cada semana, traigan sus Biblias y memoricen sus versículos.»

«¿Has visto suficiente?» me preguntó Juan.

«¿Qué? – Oh, yo. Yo solo te estoy mirando a ti. Yo ya sé lo que pasa allí dentro.»

«No estoy seguro si lo sabes.» Juan se apartó de la puerta y caminó un poco más allá, hasta donde había un pilón de agua. – «Jacob, viste a aquel niño al lado de tu hija, en shorts y polo amarillo?»

«No, no específicamente.»

«No estoy sorprendido. No había mucho que ver. El no hizo bulla, solo estaba sentado con su cabeza agachada y los brazos cruzados.»

«Oh, yo sé de quien estás hablando. Debe ser Benji.»

«Benji. ¿Te diste cuenta de que él no sabía ni una palabra del versículo, y que ni siquiera se levantó para recibir su estrella por haber venido hoy?»

«No.»

«¿Cómo piensas que todo esto le hace sentir?»

«Espero que le incentive a hacerlo mejor, a traer su Biblia, y a venir con más frecuencia para memorizar su versículo. Así motivamos a los niños. Todos lo hacen.»

«¿Pero cómo puede él alguna vez competir contra … Sherri, no cierto? ¿Le apoyan sus padres de la misma manera como tú a tu hija?»

«El vive solo con su madre y nunca conoció a su padre. Ella trabaja duro y le ama mucho, pero tú sabes cuan difícil puede ser la vida de una madre soltera. Ni siquiera puedo imaginármelo yo mismo.»

«¿Piensas que Benji saldrá animado?»

«Esto esperamos.» – Pensé en Benji, sentado con la mirada distante que había visto tantas veces en él. – «Pero supongo que todavía no funcionó. Pero funciona para la mayoría de los otros niños. Tenemos uno de los ministerios infantiles más exitosos de la ciudad.»

«¿Quieres decir que los logros de Sherri valen el precio de la vergüenza de Benji?»

Intenté responder su pregunta, pero no se me vino a la mente nada que no hubiera sonado increíblemente estúpido.

«¿Tú asistías a la Escuela Dominical, Jacob, cuando eras niño?»

«Sí. Mis padres literalmente nos criaron en la iglesia. Incluso gané una Biblia por memorizar 153 versículos en una competencia de tres meses.»

Juan abrió sus ojos muy grande. «¿De verdad? ¿Y qué te hizo hacer esto?»

«El ganador recibía una Biblia nueva.»

«Y supongo que tú ni siquiera necesitabas una.»

Me detuve un momento y me recordé de que mis padres me habían comprado una Biblia poco antes de eso. Agaché la cabeza y evité su mirada, como diciendo: «¿Cómo lo sabías?»

«Los que usualmente ganan, no necesitan el premio.»

«Yo tenía otra Biblia, pero esa era especial porque la gané.»

«¿Ciento cincuenta y tres versículos? Esto es mucho.»

«Memorizar siempre fue fácil para mí. Leía un verso algunas veces y ya lo sabía. No fue tan difícil. La mayoría de los versículos memoricé en la mañana antes de ir a la iglesia.»

«¿Cuántos versos memorizó la persona que quedó en seguno lugar?»

«Unos 35, si recuerdo bien. Realmente los sobrepasé a todos.»

«¿Y piensas que todo esto es una demostración sana de fervor espiritual?»

Bueno, ahora que lo cuestionas … pensé, pero no dije nada.

«Dime, ¿ganaste otros premios?»

«Cuando tenía alrededor de diez años, recibí un broche dorado por dos años de asistencia ininterrumpida a la Escuela Dominical. El pastor me lo dio un domingo por la mañana frente a la iglesia entera. Hubieras escuchado el aplauso. Nunca olvidaré cuán especial me sentí en aquel momento.»

«Te dio algo para vivir por ello, ¿no cierto?»

«¿Qué quieres decir?»

«¿No es esto lo que estabas buscando todo el tiempo desde entonces, este sentimiento de ser especial?»

 Fue como si un velo se hubiera apartado de mis ojos. La mayoría de mis decisiones fueron por anhelar el reconocimiento y la honra de otros. Me gustaba la aprobación de la gente, y a menudo fantasiaba acerca de ello. Esto había sido el incentivo más fuerte para dejar mi negocio de bienes raíces y asumir una posición en el ministerio, donde podía estar al frente de todos, conocido y apreciado. «¿Fue aquel momento que causó todo esto?»

«Por supuesto que no. Fueron muchos momentos como aquel, que alimentaron un deseo que tú siempre tenías aquí dentro» – y señaló mi pecho. «¿Quién no desea ser querido y apreciado? Es un incentivo fácil cuando quieres motivar a la gente a hacer cosas buenas. La pregunta más grande es, ¿te ayudó toda esta memorización y asistencia a conocer mejor al Padre?


¿Qué es más fácil para ti, seguir tu relación con el Padre, o seguir tu propio deseo de éxito personal? Esta es la verdadera prueba. Me parece que no estarías tan desesperado, si esto te hubiera realmente enseñado como conocer el amor del Padre. En lugar de ello, estás tan ocupado buscando la aprobación de toda la gente, que no te das cuenta de que ya tienes la aprobación de Dios.»

«¿Qué quieres decir? ¿Cómo puedo tener su aprobación si todavía estoy luchando de esta manera?»

«Porque estás luchando por la cosa equivocada. Tú piensas que puedes merecer la aprobación del Padre, y esta es una trampa diabólica. No somos aprobados por algo que podemos hacer, sino por lo que él hizo por nosotros en la cruz. Mira, Jacob, no hay ni una cosa que tú podrías hacer para que Dios te ame más hoy; y no hay ni una cosa tampoco que tú podrías hacer para que él te ame menos. El simplemente te ama.
Es tu seguridad en este amor que te cambiará, no tu lucha por merecerlo.»

Mis ojos empezaron a humedecerse. El había liberado algo que yo nunca antes había considerado.

«¿Entonces todos mis esfuerzos son en vano?»

«Si tienen como propósito que Dios te ame más, entonces son en vano. Si nunca más aconsejaras a alguien, y nunca más enseñaras otra clase, Jacob, Dios no te amaría menos.»

Yo deseaba creer lo que Juan dijo, pero él había desafiado todos los propósitos del trabajo de mi vida. ¿Fue por eso que tantos esfuerzos me habían dejado vacío? ¿Intentaba yo merecer lo que ya me fue dado?

Después de unos momentos, Juan siguió caminando por el pasadizo, y yo caminé a su lado.

«Sabes, aquella mañana cuando recibiste el broche por tu asistencia, si el pastor realmente te hubiera amado, ¿sabes qué hubiera dicho? – Señores y señoras, queremos presentar a un joven que acaba de completar un tiempo de dos años de no perderse ni una clase de la Escuela Dominical.

Queremos orar por él, porque esto significa que las prioridades de su familia son tan torcidas que en los últimos dos años nunca se fueron de vacaciones juntos. Significa que él probablemente vino acá cuando estaba enfermo y debía haber estado en casa descansando. Significa que ganar un broche dorado y vuestro aplauso le importa más que ser vuestro hermano. Y ni un día de su asistencia le acercará más a Dios.»

«Esto hubiera sido bastante rudo», respondí.

«Y artificial, por cierto, Jacob. Pero si él hubiera dicho esto, quizás ahora no estarías persiguiendo esta aprobación que te aparta más y más de Dios.»

«¿Estás diciendo, entonces, que la aprobación que recibe Sherri no solo le hace daño a Benji, sino a Sherri también?»

El hizo con su dedo índice el gesto de apretar un botón invisible. «¡Bingo! ¿Sabías que más de 90% de los niños que crecen en la Escuela Dominical, se apartan de la iglesia tan pronto como abandonan el hogar de sus padres?»

«He escuchado de esto. Culpamos a las escuelas públicas que enajenan a los niños de su fe.»

Juan levantó los ojos de manera incrédula. «¿De verdad? Esto es conveniente.»

«Bueno, nosotros hacemos nuestra parte», dije de manera defensiva.

«En más maneras de lo que puedes ver hasta ahora, supongo.»

«Entonces estás diciendo que todo lo malo que aprendí acerca de Dios, lo aprendí en la Escuela Dominical.» Pude escuchar la burla y la frustración en mi propia voz.

«No exactamente. No dije que todo fue malo.»

«¿Cómo podría ser? Les enseñamos a los niños acerca de Dios y su palabra, y como ser buenos cristianos.» – Mi voz se apagó cuando me di cuenta de que aprender de Dios y ser un buen cristiano no era lo mismo como aprender a caminar con Dios.

«Lo que quiero hacerte ver, es que entrelazado con todas las cosas maravillosas que tienes aquí, hay un sistema de obligaciones religiosas que lo distorsiona todo. Mientras no veas esto, nunca sabrás lo que significa caminar con el Padre.»

«Entonces me estoy esforzando demasiado, ¿es esto lo que quieres decir? ¿Es por eso que mis esfuerzos no funcionan? ¿No necesitamos poner de nuestra parte?»

«No exactamente,» dijo Juan. «Pero te estás acercando. Es que intentas merecer una relación que nunca merecerás. Hombres y mujeres te aplaudirán por memorizar versículos o por asistir a la iglesia, pero esto nunca sería suficiente para merecer una relación.

Además, estás persiguiendo estas cosas no porque quieres conocer a Dios, sino porque quieres que la gente piense que eres espiritual. Y sabes qué, esto es lo que recibes como recompensa.»

«Entonces esto es lo que Jesús quiso decir cuando dijo que los fariseos hacían cosas para ser vistos por los hombres, y estaban recibiendo su recompensa. Ellos recibieron lo que buscaban. Y yo también. Pero no es lo que realmente quiero.»

«Muy bien. ¿No puedes ver que el camino en que estás, no lleva adonde te dijeron que lleva? Te hará un buen cristiano en los ojos de los demás, pero no hará que le conzcas a él.» – Mientras hablábamos, habíamos caminado sin rumbo por los pasadizos. Yo estaba tan sumergido en nuestra conversación que no me di cuenta de las miradas extrañas de las personas que de vez en cuando pasaron por nuestro lado. Más tarde iba a pagar caro por ello.

«¿Entonces puedo ser un cristiano tremendo en los ojos de todos alrededor, y siempre estar lejos de lo que es en realidad?»

«¿No es precisamente esta tu situación? Mira este programa masivo aquí. Mira estos edificios, las necesidades de los niños, y las demandas de esta maquinería. ¿Qué necesita todo esto para existir?»

«Obviamente necesita gente y dinero y un ambiente de espiritualidad, supongo.»

«Y esta es su recompensa, ¿no cierto? ¿Cómo permanece uno un miembro en plena comunión aquí?»

«Asistencia consistente, ofrendar, y no vivir en pecado obvio.»

«¿Cualquier pecado obvio?»

«¿Qué quieres decir?»

«Bueno, no conozco este lugar, pero generalmente hay unos pecados que no se permiten en absoluto – usualmente la inmoralidad sexual, o la enseñanza de algo que no les gusta a los líderes. Otros pecados son igualmente destructivos, pero ni siquiera se reconocen como pecados; tales como el chisme, la arrogancia, o condenar a los demás. A veces, estos pecados incluso reciben recompensa, porque podemos usarlos para conseguir que la gente haga lo que queremos.»

 Incluso nuestra percepción del pecado era selectiva. Pude verlo ahora. Yo conocía a personas que podían explotar el sistema para su propio beneficio, incluso hiriendo a otros. Yo mismo lo había hecho.

«¿No es interesante como un grupo de personas que se reúnen con frecuencia, desarrollan un ‘espíritu del grupo’, hasta en la forma como la gente se viste, habla, la clase de reacciones que permiten, y las canciones que les gusta cantar? ¿No tienen aquí un concepto bien claro de lo que es un buen cristiano, y no es gran parte de esto que uno no cause disturbios ni haga preguntas incómodas?»

El tenía mucha razón con esto.

«Una de las lecciones más importantes que Jesús enseñó a sus discípulos, fue que dejen de buscar la vida de Dios en rituales y responsabilidades. El no vino para mejorar su religión, sino para ofrecerles una relación. Todas sus sanidades en el día de reposo, ¿fueron solo coincidencia? ¡Por supuesto que no! El quiso que sus discípulos supieran que las reglas y tradiciones de los hombres siempre obstaculizan el poder y la vida del Padre.

Y uno puede quedar muy atrapado en esto, porque todos hacemos lo que pensamos que agrada a Dios. Ninguna cárcel es tan fuerte como la obligación religiosa. Nos tiene cautivos aun mientras nos felicitamos a nosotros mismos. Ayer pasé por una sinagoga, y el rabino salió y me pidió entrar y prender unas luces para él. Alguien había olvidado hacerlo el día anterior, y él mismo no pudo hacerlo sin quebrantar el día de reposo.»

«Esto es bastante ridículo.»

«Para ti quizás, pero a él también le parecerían ridículas algunas de las tuyas.»

«¿De las mías? Yo no tengo estas ideas acerca del día de reposo.»

«Claro que no, ¿pero qué si te quedases en casa todos los domingos durante un mes entero? ¿o si dieses tu diezmo a los pobres, en vez de entregarlo a la iglesia?»

«¿Acaso esto es lo mismo?»

Juan asintió.

«Sí, pero yo no hago estas cosas por pensar que son ley, sino porque soy libre para hacerlo.»

«El rabino no diría otra cosa. Pero si fueras sincero, dirías que lo haces porque crees que esto te hace más aceptable ante Dios, y que así te ganas favores de Dios. Si no hicieras estas cosas, te sentirías culpable.»

En aquel momento no entendí todas las implicaciones de sus palabras, pero sabía que él tenía razón. Hace unos años, cuando nuestra iglesia dejó de tener cultos los domingos por las noches, yo estaba sentado en casa sintiéndome raro cada domingo por la noche. Demoré dos años hasta que pude estar en casa sin sentirme culpable.

«Es por eso que nunca puedes relajarte, Jacob. Incluso en tu día libre, apuesto que es muy difícil para ti simplemente no hacer nada. Te sentirías culpable porque pensarías que estás desperdiciando el tiempo.»

Mientras sus palabras penetraban en mí, se escuchó otra canción desde una de las aulas:

«Cuidadito los ojitos lo que miran,
cuidadito los ojitos lo que miran,
hay un Dios de amor que mirando está,
cuidadito los ojitos lo que miran.»

«Esto es lo peor de todo», dijo Juan, meneando su cabeza con dolor. «Odio escuchar a niños pequeños cantar esta canción.»

Por unos momentos no entendí de qué estaba hablando. Yo había cantado esta canción desde mi niñez, y mis propios hijos disfrutaban de hacer las mímicas. Y yo esperaba que iban a hacer las decisiones correctas, sabiendo que Dios ve todo. – «¿Quieres decir que algo está mal con esta canción?», pregunté finalmente.

«Dime tú.»

«No sé. Habla acerca del amor del Padre por nosotros, y su deseo de protegernos para que no hagamos lo malo.»

«¿Pero qué es Dios en esta canción?»

«¿No sé a qué quieres llegar?»

«Esta canción toma unas palabaras maravillosas como ‘amor’, y presenta a Dios como un policía que te observa por radar para dispararte. ¿Quién quiere crecer cerca de un padre así? No puedes alimentar una relación con alguien que siempre controla tu rendimiento para ver si es suficiente para merecer su amistad.

Cuánto más te enfocas en tus propias necesidades y fracasos, más lejos te parecerá el Padre. El sentido de culpabilidad hace esto. Nos aleja de Dios en momentos de necesidad, en vez de permitirnos correr a él para presentarle nuestros fracasos y preguntas más grandes, y para recibir su misericordia y gracia.
¿Puedes ver a un Padre que comprende nuestra inclinación hacia el pecado, que conoce nuestra debilidad, y que quiere transformarnos para ser sus hijos, no por nuestros esfuerzos, sino por lo que él hace?»

«Creo que nunca he pensado en todo esto.»

«Sí lo pensaste. Cada vez que lo cantaste, pensabas en cosas que tus ojos vieron y tus oídos oyeron y que Dios desaprueba. Te hizo sentir mal, pero esto no te ayuda a mejorar. Esto es lo peor que la religión hace.

¿Quién querrá acercarse a un Dios que siempre intenta sorprenderte y castigarte en tus peores momentos? Nunca haremos lo suficiente para merecer su amor. Usamos la culpabilidad para conformar el comportamiento de la gente, pero la misma culpabilidad los aleja de Dios.»

Habíamos regresado al hall. Juan se detuvo, me miró, y yo dije: «Ya entiendo por qué estamos siempre vigilando a la gente, animándoles a hacer lo correcto, y raras veces pasamos tiempo ayudándoles a comprender qué es relacionarse con un Padre que sabe todo acerca de ellos y los ama completamente.»

«Sí. Esto es lo que significa la muerte de Jesús. Por eso fue tan poderosa, y tan amenazante para la gente acostumbrada a la obligación religiosa. Si eras una persona cansada de todo esto, entonces la cruz fue la noticia más grandiosa: que solo Jesús podía abrir la puerta para la relación que tu corazón anhelaba.

Pero si eras una persona que vivía del sistema religioso y tenía una posición en él, entonces la cruz era un escándalo. Ahora podemos ser amados sin hacer nada para merecerlo.»

«¿Pero no abusará la gente de esto para justificar sus pecados?»

«Por supuesto, pero tan solo porque algunos abusan de algo, esto no hace que la cosa misma sea equivocada. Si ellos quieren vivir de manera egoísta, siempre reclamarán una gracia falsa. Pero para aquellos que realmente quieren conocer a Dios, él es el único que puede abrir la puerta.»

«¿Es por eso que mis últimos meses no produjeron fruto?»

«Exactamente. La cruz significa que él pudo hacer por nosotros lo que nunca pudimos hacer nosotros mismos. La clave no es cuánto le amas, sino cuánto él te ama a ti. Todo comienza con él. Aprende esto, y tu relación con él crecerá.»

«Entonces casi todo lo que hacemos aquí apunta en la dirección equivocada. ¿Qué sucedería si lo parásemos todo?»

Habíamos llegado ahora a la puerta del auditorio, y el sonido de la canción final aumentó cuando los ujieres abrieron las puertas para que la gente saliera. ¿Había yo estado fuera tanto tiempo?

«Esto realmente no es el asunto, Jacob. Estoy hablando acerca de tu relación con el Dios vivo, no acerca de arreglar esta institución.

Seguramente necesitaría unos cambios drásticos. En vez de presentar un show, nos reuniríamos para celebrar su obra en las vidas de la gente. En vez de hacer que la gente actúe de manera más ‘cristiana’, les ayudaríamos a conocer mejor a Jesús, para que él les cambie desde adentro.

Esto revolucionaría la vida de la iglesia y las vidas de su gente. Pero todo esto no comienza allí», y señaló las puertas del auditorio, «sino aquí», y se golpeó el pecho.

Uno de los ujieres me vio. «Jacob, aquí estás. El pastor te estaba buscando durante el culto. El equipo de sonido seguía fallando, y él necesitaba tu ayuda.»

«¡Qué problema!» lamenté. «Tengo que irme», dije a Juan, mientras corrí por las puertas solo un paso delante del río humano que empezó a salir. No sé qué sucedió con Juan después, pero sabía que tenía que hacer unos cambios en mi vida, y en ese tablero de anuncios.

Por qué tus promesas no funcionaron

Odio levantarme a las seis de la mañana para una reunión de desayuno, y nadie más viene.

Por fin, este es un «grupo de rendirse cuentas».

Cinco de nosotros formamos este grupo después de un retiro de hombres, hace seis meses, prometiéndonos rendirnos cuentas unos a otros para ser buenos esposos, padres activos, y creyentes comprometidos. Después de unas semanas, los participantes empezaron a faltar reuniones; y hoy un solo hermano vino, y él no había estado en ninguna de las reuniones durante los últimos dos meses. De hecho, habíamos perdido la esperanza en él.

Bob Miller, un miembro del liderazgo de la iglesia, vino solamente para decirme que él y su esposa Joyce se habían separado. Yo había esperado que por lo menos Gil Rodriguez iba a venir, porque él era el único con quien yo podía hablar acerca de mis crecientes problemas en la iglesia (de los que eché la culpa a Juan).

Entonces en vez de poder descargarme yo mismo, pasé todo el tiempo hablando acera de la separación de Bob. El tenía más de treinta años de casado, había educado a tres hijos, y hasta ese momento yo había pensado que ellos eran uno de nuestros matrimonios ejemplares. Puesto que Bob estaba en el liderazgo, yo sabía que esto iba a echar sombras sobre nuestra congregación.

Joyce había accidentalmente encontrado material pornográfico en la computadora de Bob, y se sintió tan humillada que exigió que él se vaya. Yo estaba seguro que se trataba de un malentendido, pero Bob me aseguró que no era así. Fue una batalla desde su juventud, que él aparentemente había dejado atrás. «La internet simplemente lo hizo demasiado fácil», confesó.

Durante nuestra conversación, cada rato escuché risas desde otra parte del restaurante. Pensé cuan fuera del lugar estaba la risa frente a la tristeza que tenía delante de mí. ¡Cómo podía alguien divertirse tanto a esta hora de la mañana, y mientras otras personas pasan tanto dolor!

Intenté todo lo que me vino a la mente para conseguir que Bob pudiera arreglar su situación, peró él dijo que era imposible. El todavía no me había contado el problema entero. Su matrimonio estaba muriéndose lentamente desde que los hijos habían salido de la casa, y el último incidente había solamente sido la gota que faltaba. Finalmente se nos acabó el tiempo, porque Bob tuvo que ir a su trabajo.

Fuimos a la caja para pagar nuestro desayuno. Por dentro yo estaba hirviendo de ira, porque los otros hombres no habían venido, y porque Bob era un tal idiota. Al recibir mi vuelto, vi una cara conocida salir del baño. Habían pasado casi dos meses desde nuestro paseo por las aulas de la Escuela Dominical. Nuestras miradas se encontraron, y él pareció verdaderamente sorprendido, como yo también.

«¿Juan? ¿Qué estás haciendo aquí?»

Una gran sonrisa apareció en su cara: «Jacob, ¿cómo estás?» Se acercó y estrechó mi mano.

Intenté presentarle a Bob, pero no sabía su apellido. «Bob, él es Juan, un amigo que conocí hace unos meses.» – A Juan dije: «Lo siento, creo que nunca escuché tu apellido.»

«Juan es suficiente», dijo, estrechando la mano de Bob.

Bob sonrió también, pero pronto puso una cara seria. «¿Eres tú el …?» Después se volteó hacia mí y comenzó nuevamente: «¿Es este el tipo …?» Otra vez se detuvo y tartamudeó.

Yo tenía miedo de lo que él iba a decir, y puse mi mejor cara de «Por favor ten cuidado». – «¿Es este el tipo … que te causó todos estos problemas?»

Miré a Juan, avergonzado. «Yo no lo diría de esta manera.»

«Quizás fue otra persona.» Bob miró su reloj, dijo que ya estaba tarde para su trabajo, y desapareció.

«Estoy sorprendido de verte.» Me volteé hacia Juan.

«Estuve desayunando con un amigo antiguo esta mañana. El tuvo que irse, y a mí me queda todavía una hora hasta que salga mi bus.» – Señaló con la cabeza hacia el paradero de buses al fin de la calle.

«¿Adónde vas?»

«Tengo una reunión en el norte esta tarde.»

«¿Ibas a buscarme?»

«Obviamente no era necesario, Jacob. Realmente no tuve mucho tiempo para organizar algo, pero si quieres sentarte conmigo a mi mesa, tengo tiempo ahora.»

Le seguí por el restaurante hasta la mesa en la esquina de donde había venido toda esa risa. «¿Fuiste tú quien se reía tanto antes?»

«Oh, ¡eso fue Felipe! Deseo haber sabido que estabas aquí, porque me gustaría que ustedes dos se conocieran. El está en un viaje similar al tuyo, y acaba de salir de unos tiempos muy dolorosos. Ahora él es como un niño que juega en la piscina. Su alegría es aun más contagiosa que su risa.»

«Me alegro de que alguien se esté divirtiendo», dije con sarcasmo.

«Esto no suena bien.»

«Tuve un tiempo horrible desde la última vez que te vi, y esta mañana fue el colmo de todo. Nadie vino a nuestro grupo de rendir cuentas, excepto Bob que no había venido por mucho tiempo. El solo vino para decirme que está separado de su esposa porque ella encontró pornografía en su computadora. Además él es un líder de la iglesia. ¡Qué problema!»

«Pareces realmente enojado. ¿De qué manera te afectará esto a ti?»

«No me afectará a mí. Pero pienso que afectará a la iglesia.»

«¿Es por eso que estás enojado con él?»

Esta fue la primera vez esta mañana que me detuve para pensar en cómo me sentía acerca de Bob. Yo había estado tan molesto por su separación y por cómo esto afectaría a la iglesia, que realmente no había pensado en él mismo.

«No pienso que estuve enojado con Bob. Estuve enojado por su fracaso, ¿y qué?»

«Y qué te costaría a ti.»

«No me recuerdo haber pensado en esto. Pero ahora que lo mencionas, estuve bastante duro con él. Supongo que le eché la culpa por no haber sido más consistente con el grupo y por no admitir su lucha.»

«Rendir cuentas no es para aquellos que están luchando, Jacob, es para aquellos que pueden tener éxito.»

«¿Pero no debemos rendir cuentas unos a otros?»

«¿De dónde tienes esta idea?»

«Está en la Biblia, ¿no cierto?»

«¿Puedes mostrarme dónde?» – Juan sacó una Biblia de su bolsa y la dejó sobre la mesa.

La levanté y comencé a hojear, mientras mi mente daba vueltas para encontrar un pasaje. No pude recordarme de ninguno. Incluso rebusqué la concordancia, pero me di cuenta de que todos aquellos pasajes hablaban de rendir cuentas a Dios, no unos a otros. «¿No dice en Hebreos que la gente debe rendir cuentas a sus líderes?»

«No», se rió Juan, «eso habla de que los líderes tienen que rendir cuentas por las vidas que tocan. Todo el rendir cuentas en la Biblia es ante Dios, no ante nuestros hermanos. Cuando exigimos que otros nos rindan cuentas, estamos en realidad usurpando el lugar de Dios. Es por eso que al fin nos herimos unos a otros tan profundamente.»

«¿Cómo podemos entonces cambiar? Hemos enseñado a la gente que crecerán en Cristo al comprometerse a hacer lo correcto, y reforzar este compromiso. Necesitamos ayudarnos unos a otros para lograrlo.»

«¿Cuán bien funciona esto para ti, Jacob, o para el resto del grupo?»

«No muy bien, admito. Pero esto es porque la gente no está lo suficientemente comprometida.»

«¿Realmente piensas esto?»

Yo había escuchado antes este tono de voz y supe que Juan no lo veía de esta manera. No sabía qué responder. – «¿Sabes qué resultado tiene todo este hablar de compromiso?» preguntó Juan.

 «Les ayuda a la gente a vivir mejor.»

«Así parece.» Juan suspiró. «Pero no funciona. No somos cambiados por las promesas que hacemos a Dios, sino por las promesas que él nos hace a nosotros. Si hacemos compromisos que podemos mantener solo por poco tiempo, nuestra culpabilidad se multiplica cuando fallamos.

Nos enojamos porque Dios no hace más para ayudarnos, y normalmente empezamos a calmar nuestra culpabilidad con algo como drogas, alcohol, comida, compras impulsivas, o cualquier otra cosa que tranquiliza el dolor; o el dolor sale de nosotros en forma de ira o lascivia.»

«¿Estás diciendo que esto fue lo que sucedió con Bob?»

«No conozco a Bob, pero diría que es probable. ¿Se sintió él con suficiente confianza para venir y compartir su tentación más profunda?»

«¡Obviamente no!» Sacudí mi cabeza, frustrado. «Muchas de nuestras esposas dicen que necesitamos un retiro de hombres cada mes para mantenernos con suficiente motivación. A veces pienso que tienen razón.»

«Sí, es fácil volver a emocionarse y mantener nuestros compromisos por unas semanas, ¿pero qué sucede cuando la emoción pasa, y ya no es divertido tratar a tu esposa como una princesa, o pasar tiempo con los hijos, cuando estás bajo mucha presión en el trabajo? Uno finalmente se rinde, porque por dentro nada cambió. Es un método basado en esfuerzos humanos, y esto no funcionará.»

«¿Estás diciendo que nuestro método solo produce más pecado?»

«Para mucha gente, sí. Es por eso que Bob no quiere venir, y los demás tampoco. Incluso cuando están presentes, probablemente no cuentan la verdadera historia de su lucha. Se sentirían demasiado mal. En su lugar, ellos confiesan pecados ‘aceptables’ como sobrecarga, enojo o chisme.
Esto es lo peor de la mentalidad religiosa.

Toma nuestras mejores ambiciones, y las usa en contra de nosotros. La gente que intenta ser más piadosa, en realidad se vuelve más cautiva bajo sus antojos y deseos.

Pablo reconoció que hay tres caminos en la vida, mientras la mayoría de nosotros solo conocemos dos. Nosotros pensamos que nuestras vidas consisten en decisiones entre hacer lo malo y hacer lo bueno. Pablo vio que hay dos caminos diferentes de hacer lo bueno. Uno de ellos hace que nos esforcemos mucho para someternos a las reglas de Dios.

El dijo que este camino siempre falla. Aunque él se describe como alguien que seguía todas las reglas de Dios externamente, él también se llamó el peor pecador por causa del odio y la ira en su corazón. El podía conformar su comportamiento externo a las reglas, pero esto solo empujó sus problemas más adentro. Te recordarás que él salió a matar al pueblo de Dios en el nombre de Dios.»

«Sí, pero Pablo habla de la ley del Antiguo Testamento. Nosotros no seguimos la ley. Intentamos vivir según los principios del Nuevo Testamento.»

«No, Jacob. Pablo habla acerca de la religión – el esfuerzo del hombre para aplacar a Dios por medio de sus propias obras. Hacer lo que él quiere, para que él sea bueno con nosotros y no nos pasen cosas malas. Cuando nos va bien, este método nos hace autosufcientes, y esta es la trampa de la justicia propia.

Y cuando nos va mal, acumulamos sobre nosotros una culpabilidad tan grande que no la soportamos. Tus ‘principios del Nuevo Testamento’ son solo otra manera de vivir bajo la ley. Todavía estás atrapado en los intentos de conseguir una recompensa de Dios por hacer lo bueno.»

«Entonces, ¿intentar hacer lo bueno puede ser algo malo?» – Yo no podía creer lo que estaba escuchando.

«Si lo intentas de esta manera, definitivamente es malo. Pero Pablo conocía otro camino de vivir en la vida de Dios. Este camino transformó su vida entera. El sabía que nuestros fracasos vienen de nuestra falta de confianza en el cuidado de Dios.

Mientras Pablo conoció mejor a Dios, descubrió que podía confiar en el amor de Dios por él. Cuanto más confiaba, más libre era de aquellos deseos que le consumían. Solo confiando en Jesús puede alguien experimentar esta libertad. Es una libertad verdadera.»

«¿No usará la gente esto solo como una excusa para hacer cualquier cosa que quieren?»

«Algunos ciertamente lo harán. Muchos ya lo hicieron. Pero no puedes desechar la verdad, solo porque algunos la abusan de manera egoísta. Aquellos que realmente conocen a Dios, desearán ser como él.»

«Pero debemos tener un estándar, para que la gente sepa qué es lo que Dios quiere.»

Entonces él soltó la bomba que hizo reventar todos mis conceptos acerca de la vida cristiana. «Jacob, ¿cuándo por fin superarás la idea equivocada de que el cristianismo es acerca de ética?»

¿Qué? Le miré y no pude pensar ningún pensamiento coherente. Si no es acerca de ética, ¿acerca de qué es entonces? Yo había sido educado en la creencia de que el cristianismo es una ética para la vida, que me conseguiría un lugar en el corazón de Dios. Yo no sabía que hacer con lo que Juan dijo.

Por fin encontré algo a decir. «Ni siquiera sé cómo responder a esto. He vivido toda mi vida en Cristo pensando que es un asunto de ética.»

«Y es por eso que no lo entiendes. Estás tan atrapado en un sistema de recompensas y castigo, que te pierdes la relación sencilla que él quiere tener contigo.»

«¿De qué otra manera podemos saber cómo Dios siente acerca de nosotros, si no vivimos según sus normas?»

«Es aquí donde piensas al revés, Jacob. No conseguimos su amor por vivir según sus normas. Encontramos su amor en el mayor quebrantamiento de nuestras vidas. Cuando dejamos que él nos ame allí, descubriremos cómo amarle a él, y entonces encontraremos que nuestra vida cambia en esta relación.»

 «¿Cómo puede ser esto? ¿No tenemos que alejarnos del pecado para conocerle?»

«Caminar hacia él es alejarse del pecado. Cuánto más le conoces, más libre del pecado serás. Pero tú no puedes alejarte del pecado, Jacob. ¡No en tus propias fuerzas! Todo lo que él quiere hacer en ti, será hecho mientras aprendes a vivir en su amor.

Cada pecado viene de tu desconfianza hacia su amor. Pecamos para cubrir el quebrantamiento, para pelear por lo que creemos que es bueno para nosotros, o por reaccionar contra nuestra culpabilidad y vergüenza. Una vez que descubres cuánto él te ama, todo esto cambia. Por eso, cuánto más confías en él, más libre serás del pecado.»

«Esto suena tan fácil cuando tú lo dices, Juan. Pero aprender a vivir así, sería lo contrario de todo lo que me han enseñado.»

Comprender esta conversación me iba a tomar mucho tiempo, y todavía ni había comprendido bien la última. Lo que me hizo recordar que todavía estaba enojado con Juan. No sabía como decirlo, pero mientras Juan alistaba sus cosas, pensé mejor decirlo ahora.

«¿Me causará esto tantos problemas como nuestra última conversación?» – Mi tono se volvió un poco amenazante.

«¿Es esto lo que Bob mencionó antes? ¿Qué pasó, Jacob?»

«Tu pequeña visita ha causado bastante alboroto. El pastor Jim estaba enojado porque el ruido en el equipo de sonido volvió a aparecer durante su prédica. Le distrajo, y él pensó que arruinó su mensaje.

Yo debía haber estado allí para arreglarlo, y en lugar de eso yo estaba mostrando las aulas de la Escuela Dominical a un extraño de quien ni sabía su apellido. Esto no hizo buena impresión.

Ni siquiera pude decirle donde vives. El estuvo muy molesto y me acusó de dejar a algún pedófilo entrar a las aulas de nuestros niños.»

«Una acusación bastante fuerte», dijo Juan tranquilamente. Yo pensaba que se iba a molestar, pero ni siquiera le impresionó.

«Le aseguré que no fue así, pero él me preguntó cómo podía confiar en alguien que no era lo suficientemente comprometido para estar donde debía estar el domingo por la mañana. El realmente explotó, Juan. Nunca le había visto así. Hemos sido buenos amigos por veinte años, aun después que yo entré al pastorado. El me amó durante mis peores momentos, y me apoyó cuando otros intentaron destrozarme. Ahora me critica por cualquier cosa que hago, y no tenemos ningún momento relajado juntos.»

«¿Todo esto cambió desde mi última visita? ¿No me dijiste en el parque hace unos meses que ya había tensiones entre ustedes?»

Me detuve para pensarlo. «Ahora que lo mencionas, sí, comenzó antes. Ha sido difícil trabajar con él desde hace unos seis meses o más. El estaba distante, y raras veces responde a mis sugerencias.»

«Suena como si algo más estaría sucediendo allí.»

«Lo que sea, supongo que tu visita lo empeoró todo. Tampoco le gustaron los cambios que hice.»

«¿Cambios? ¿Qué cambios?»

«Los que me dijiste que hiciera.»

«No te dije que hagas cambios, ¿o sí, Jacob?»

«Quité ese lema que no te gustó, de que nuestra iglesia era la casa de Dios, y ese afiche que produce culpabilidad.»

Juan se rió como si yo hubiera admitido una pequeña equivocación inocente. «Apuesto que esto fue bien recibido.»

«No es chistoso, Juan. Unos días después, Jill Harper, la dama que había cortado todas estas letras y había diseñado el afiche para mí, vino a mi oficina. Preguntó qué había pasado con el tablero de anuncios. Le dije que me sentía incómodo con algunos de los mensajes, y quisiera renovarlo. Ella estaba furiosa porque no le había consultado acerca de los cambios. Pedí disculpas, pero no ayudó. Ella no quiere volver a hablar, y pienso que está difundiendo su enojo entre el equipo de maestros. Muchos de ellos están molestos conmigo.»

«¿Acerca de qué?»

«Hace unas semanas presenté una propuesta para cambiar la prioridad del programa de niños, para acomodarlo a lo que conversamos cuando tú estuviste allí.»

«¡Ah oh!»

«¿Ah oh? Estuve tan entusiasmado. Pasé mucho tiempo e imprimí un documento de diez páginas de cómo podríamos reenfocar nuestras clases y reentrenar a nuestros maestros. Estuve seguro que ellos estuvieran igualmente entusiasmados de poner el ministerio sobre una base mejor. Hice una lista de recomendaciones específicas para abandonar las tablas de estrellas, y para usar más canciones acerca de la gracia de Dios.»

«¿Y?»

«Ellos pensaban que yo les acusaba de ser fariseos. Dijeron que ellos creían en la gracia como todos, y que todos ellos habían crecido con esas tablas, y que colocar estrellas les da a los niños un sentimiento de éxito. No sabía qué decir, porque estuve tan sorprendido. En el calor de la batalla, ni siquiera me recordé de lo que tú habías dicho. Fue un desastre.»

«Me puedo imaginarlo, Jacob. Lo siento que haya sido tan doloroso.»

«Ni siquiera sé qué hice mal, Juan. La vida en la iglesia ya había sido difícil antes. Ahora es una pesadilla, y parece que el pastor ya no tiene ningún respeto por mí. Mi estómago se hace nudos todo el tiempo.»

«Jacob, si quieres esuchar todavía algo de lo que digo, escucha esto: No utilices nuestras conversaciones para intentar cambiar a otros. Yo solo intento ayudarte a ti a vivir en la libertad de Dios. Mientras que ellos no estén buscando las mismas cosas como tú, ellos no te comprenderán, y serás acusado de cosas aun peores. Tú intentas hacer lo que yo dije, sin dejar que Dios lo haga real en tu vida. Así no funcionará. Solo herirás a mucha gente, y serás herido tú mismo en el proceso.» – Juan se levantó y buscó unos billetes para dejar una propina.

«Esto es cierto», dije al levantarme también.

Juan dijo que tenía que llegar al paradero para alcanzar su bus. Le ofrecí llevarle allí con mi carro, y por mientras podíamos seguir conversando.

«No encuentras la presencia de Dios más real que cuando conversamos por primera vez, ¿no cierto?»

«¿Por qué dices esto?»

«Porque sigues intentando que otros lo hagan, en vez de vivirlo tú mismo. Es natural para nosotros, cuando nos sentimos vacíos, intentar que la gente alrededor de nosotros cambie. De allí vienen todos estos programas de rendir cuentas y de esfuerzos humanos. Pensamos que si todos los demás hicieran lo correcto, todo sería mejor para nosotros mismos.»

«¿Y no sería así?»

«¡No, Jacob! Y ni siquiera lo conseguiríamos. La gente siempre lo malogrará. Edificar una relación con Jesús es un viaje de toda la vida. La vida de la fe es suficiente lucha para uno mismo en un mundo quebrantado, sin que tengamos que complicarlo para los otros creyentes. ¿Por qué crees que no estabas allí para Bob, y ahora tu pastor no está allí para ti?»

«No lo sé.»

«Porque la verdadera vida del cuerpo de Cristo no se construye sobre el rendir cuentas. Se construye sobre el amor. Estamos aquí para animarnos unos a otros en el viaje, sin conformar a la gente al estándar que pensamos que necesitan.»

«¡Esto suena como relativismo, Juan!»

«No lo es. Es simplemente respetar el proceso que Dios utiliza para atraer la gente a la verdad. No estoy hablando de que existieran diferentes verdades; pero de que diferentes personas descubren la verdad en tiempos diferentes. Si exigimos que la gente nos rinda cuentas, ellos nunca aprenderán a vivir en amor. Solo recompensaremos a aquellos que saben aparentar mejor, y perderemos a aquellos que están en la verdadera lucha de aprender a vivir en Jesús.»

«Ni siquiera puedo imaginarme compartir este viaje con otros.»

«¡Es lo mejor, Jacob! Esto abre la puerta para que la gente sea auténtica, y que sean conocidos exactamente tales como son. Los anima a acercarse más a Jesús, no a intentar a cambiar a todo el mundo según nuestras propias respuestas.»

«¿Dónde puedo encontrar esto, Juan? ¿Existe un lugar así en Kingston?»

«Jacob, no estás entendiendo. No es un lugar. Es una manera de vivir, junto con otros creyentes. ¿Existen otros que quieren vivir de esta manera? Seguramente. Y se encontrarán unos a otros en su tiempo. Pero primero deja que tú mismo seas cambiado.»

Paré el carro delante del paradero de los buses, y Juan abrió la puerta. «Tengo que correr, Jacob, o perderé el bus.»

«¿No puedes darme un número de teléfono donde te puedo ubicar si necesito hablar contigo?»

«Esto no es tan fácil como piensas», dijo Juan mientras salió del carro. «Te volveré a encontrar, estoy seguro.»

«Yo no.»

«Cuídate, Jacob. Estás en el camino correcto. Las cosas pueden empeorar antes que mejoren, pero lo mismo sucede en una cirugía. ¡Pero cuando las cosas mejoren, entonces mejorarán de verdad!»

«No me siento así.»

«Yo sé. Llegar a los límites de uno, no es divertido. Pero es solo el comienzo. En esta etapa, cuánto más nos acercamos, más lejos nos sentimos de él. Es por eso que quiero animarte a perseverar allí con Jesús. El arreglará todo esto de maneras que nunca creerás si te lo dijera ahora.»

«Gracias, Juan. Esto ayuda.» – Mientras él se volteó para irse, me recordé de algo que debía preguntarle. «¿Podrías por lo menos decirme tu apellido?»

La bocina del taxi detrás de mí debe haber ahogado mi pregunta, porque Juan se fue sin voltearse.

Amor con un gancho

Llegué acá para escapar de todo eso, pero resulta que traje todo conmigo. Parece que cada minuto estaba lleno de pensamientos acerca de lo que sucedía en casa. Aun el paisaje virginal no pudo calmar mi frustración y enojo.

La laguna Nellie es uno de mis lugares favoritos. Se encuentra en la altura, al final de una subida de dos horas y media. Casi nunca hay otras personas aquí, incluso ahora en verano. Tuve la laguna entera para mí mismo.

Es una laguna pequeña, pero siempre cojo muchas truchas de buen tamaño aquí.

Mi esposa Laura había viajado para visitar a sus parientes por una semana. En un arranque de frustración yo había salido para unos días de retiro personal. Ya había tipeado mi carta de renuncia, pero la escondí en mi escritorio hasta que tuviera tiempo para pensarlo bien.

Yo había tomado a pecho mis últimas conversaciones con Juan, y en los seis meses desde entonces, mi relación con Dios había realmente empezado a crecer. Yo estaba más consciente de su presencia durante el día. Yo estaba empezando a aprender cómo confiar más en él que en mis propios esfuerzos.

Pero justo entonces estalló un conflicto en la iglesia. De alguna manera perdí a Dios de la vista en todo eso, y comencé nuevamente a buscar la cara conocida de Juan por todas partes donde pasé. Por fin me rendí y decidí escaparme, aunque por unos días no más.

En las dos últimas horas había atrapado casi veinte truchas. Pero aun estos momentos fueron solo una distracción momentánea del gran dolor que sentía en mis intestinos. Yo había visto unos conflictos horribles en mi trabajo de negociante, pero nunca había visto un grupo de personas tratarse con tanta hostilidad y tanto engaño, y a la vez esforzándose tanto por parecer dulces e inocentes.

«¡Idiotas!», exclamé, mientras eché el anzuelo a la laguna.

«Espero que no estés hablando de mí», dijo una voz conocida desde la colina detrás de mí. Sorprendido, salté sobre mis pies y me volteé. Juan, con una mochila en su espalda, estaba descendiendo hacia la laguna.

Casi tropecé sobre mi caña de pescar cuando intenté dejarla en el suelo, para saludar a Juan. «¿Qué estás haciendo aquí arriba?»

«Vengo acá cada año alrededor de este tiempo por unas dos semanas, para caminar en las alturas y disfrutar de un poco de paz y quietud. Casi no encuentro a otras personas aquí, especialmente no a los que conozco.»

«Yo igual. Esto es lo que me gusta aquí.»

«¿Quieres que me vaya?»

«¿Estás bromeando?» – El era la única persona a quien le daría la bienvenida aun en la situación en que me encontraba. El se quitó su mochila y la apoyó contra un tronco. Estiró su espalda y preguntó: «¿Vienes acá a menudo?»

«No tanto. Una vez al año, a lo máximo.» – De repente, mi caña comenzó a vibrar. La agarré y empecé a enrollar el hilo. Una trucha de medio metro se acercó por el agua. De repente el hilo quedó suelto, porque el gancho había salido de la boca de la trucha. Juan y yo nos reímos ambos. Ya no pensaba en pescar.

«Uno más en libertad», dijo Juan. Y sentándose sobre el tronco, preguntó: «¿Entonces quiénes son los idiotas? ¿Los peces?»

Mi cara se puso roja cuando me recordé de mi arranque de hace poco. «No, la pesca es increíble. ¡Pero la gente en la iglesia! No te lo puedes imaginar, Juan. Todo ha reventado en las últimas semanas. Ha traído a la luz lo peor en cada uno de ellos.»

Juan me interrumpió: «Comencemos más antes que eso. ¿Cómo has estado tú desde nuestra última conversación?»

Demoré en soltar todo lo que le iba a contar, para enfocarme en nuestro último encuentro. «En realidad, las cosas iban bastante bien. Comencé a disfrutar nuevamente de mi relación con Dios, como cuando le conocí por primera vez.

Dejé de esforzarme tanto para hacer que las cosas sucedan, y él se hizo visible para mi en tantas maneras. Empecé a ver cosas acerca de mí que nunca antes había visto; por ejemplo cuán exigente puedo ser, y cuán poco confío en Jesús para los detalles de mi vida. ¿Pero sabes qué? Esto no le importaba. El simplemente me mostró cuán real él quiere ser en mi vida.»

«¡Esto es grandioso! Sé que es difícil creer, pero disfrutar de esta relación sencilla es todo lo que necesitas para que Dios obre en ti.»

«Bueno, ahora mismo parece que no funciona. Todo se agolpa sobre mí, y estoy tan enojado todo el tiempo que mi propia esposa me tiene miedo.»

«¿Estás enojado con ella también?» – Juan levantó mi caña mientras hablamos.

«No creo, pero seguramente me expreso como si lo estuviera.»

«¿Estás enojado con el pastor?»

«Intento no estarlo, pero él lo hace imposible. De hecho me llevaba bastante bien con él, desde que dejé mis intentos de cambiarle, o de obligarle a una amistad que él ya no desea. Pero entonces ese concierto estúpido lo malogró todo.»

«¿Le dijiste cuán enojado estás?» dijo Juan, mientras echó el gancho sin cebo al agua.

«¡Todavía no! El me despedirá, y entonces ¿dónde estaría yo? He pensado en dejar el trabajo. Incluso tipeé mi carta de renuncia, pero quiero asegurarme otro trabajo antes de irme. He sacrificado tanto para trabajar con ese tipo, ¡y ahora mira en qué problema estoy!» Suspiré profundamente y pude sentir la sangre pulsando en mis oídos. «Ahora él quiere que yo mienta para él.»

«¿Acerca de qué?»

«Nuestro líder de jóvenes había planeado un concierto hace dos semanas, para evangelizar a los alumnos de secundaria. Contrató a un grupo con un verdadero mensaje evangelístico, que habían hecho un evento anti-drogas en una escuela el día anterior. El y los chicos habían repartido volantes en toda la vecindad.

Vino una gran multitud, pero esto creó una crisis aun más grande. Algunos de nuestros miembros más ancianos escucharon la música y dijeron que el estilo era demasiado mundano. Cuando fueron a ver el evento, vieron a unas chicas con vestidos muy escotados, y unos chicos vestidos como pandilleros. Pienso que se asustaron, pero acusaron al pastor de jóvenes de profanar el santuario.


Más tarde encontramos que algunas de las sillas recién retapizadas habían sido cortadas con cuchillos, y unas partes del equipo de sonido faltan, y había grafitis en el baño de varones. El daño era de unos 3500 dólares, y ellos demandan la cabeza de alguien.»

«Una evangelización puede traer desorden», dijo Juan, mientras observaba el anzuelo inmovible.

«Lo que sucedió después, fue aun más desordenado. Deberías escuchar los gritos de batalla: ‘Tenemos suficiente de esto en la tele, no necesitamos traerlo a la iglesia.’ ‘¿Por qué intentamos salvar a los hijos de todo el mundo, si estamos perdiendo a los nuestros?’ ‘Todo el auditorio estaba lleno de vagabundos.’ «

«Esto sería una veradera ventaja, si el propósito era evangelizar.»

«Supongo que esto lo he entendido. Pero es increíble como la gente de ambos lados del asunto se atacan con tanta ira.»

«Si me recuerdo bien, ¿no dice vuestro letrero en la fachada: ‘Donde el amor es un estilo de vida’?»

Primero ni entendí de qué estaba hablando. «El letrero está allí desde hace tanto tiempo que nadie se fija en él.»

«Obviamente», dijo Juan, riéndose.

«¿Te parece chistoso?»

«Diría más irónico que chistoso, pero este es el problema de las instituciones, ¿o no? Una vez que levantas una institución, tienes que protegerla y sus bienes. Esto confunde todo. Aun el amor se malentiende: ahora se llama ‘amor’ lo que protege la institución, y ‘falta de amor’ lo que va en contra de ella. Esto convierte a las personas más amables en maniáticos, y nunca se detendrán para reflexionar que todas estas acusaciones son lo contrario del amor.»

Mientras Juan recogía el anzuelo vacío, dijo: «Es amor con un anzuelo. Si haces lo que queremos, te recompensamos. Si no lo haces, te castigamos. En realidad, esto no es amor en absoluto. Damos nuestro afecto solo a aquellos que sirven nuestros intereses, y rechazamos a aquellos que no nos sirven.»

 «¡Qué problema!»

«¿Ves cuán doloroso es? Por eso, las instituciones reflejan amor solamente mientras están de acuerdo en lo que hacen. Cualquier diferencia de opiniones produce una lucha por el poder.»

«Esto es verdad. Y parece que esto se prolonga más de lo que merece el conflicto. Me han dicho insultos que nunca escuché cuando era hombre de negocios. Una familia se ha comprometido a cubrir los gastos de las reparaciones y a remplazar todo lo que falta, pero la gente sigue quejándose de los gastos. No hace sentido.»

«Excepto si todo esto expresa otro conflicto más profundo.»

Yo no había pensado en esto antes, pero ahora me di cuenta de que los oponentes más fuertes estaban divididos en otros asuntos también. «Podrías tener razón, Juan. Siempre teníamos esta tensión escondida entre personas que piensan que nuestra iglesia es demasiado cerrada, y los otros que piensan que la gente nueva que viene malogra lo que tenemos.»

«Esto es algo común. He estado con grupos que se peleaban acerca de las canciones que debían cantar, o quién podía usar su nuevo gimnasio. Algunos piensan en maneras de atraer gente nueva; otros quieren que todo permanezca como es. Estas cosas nunca son fáciles.»

«Solo estoy enfermo de todo este problema y tengo miedo de volver allá. Mañana habrá una asamblea especial. Todos están enojados. Algunos de los líderes exigen que el pastor de jóvenes se vaya, y están enojados con el pastor porque permitió que todo esto sucediera.»

«¿Cómo piensas que resultará?»

«Si el pastor es bueno en algo, es en salvar su propia piel. Probablemente despedirá al pastor de jóvenes. Ya le dijo que si él se va voluntariamente, le daría una buena recomendación para otra iglesia. Pero es allí donde él quiere que yo mienta para él.»

«¿Qué quiere que digas?»

«El quiere distanciarse de todo este asunto, diciendo que él no sabía qué clase de concierto era. Pero él lo sabía. El había escuchado uno de sus CDs antes, y le habían advertido que su música era bastante fuerte. El pastor lo escuchó y dijo a Ben y a mí cuán entusiasmado estaba para alcanzar a la juventud herida de nuestra comunidad.»

«¡Ah oh!»

«Sí. Ahora él cambió su cuento. Hace unos días, uno de nuestros ancianos le reprochó, y él se defendió diciendo que él no estaba informado. Dijo que yo fui quien lo había aprobado. Ahora el pastor y Ben están contando historias diferentes y se llaman mentirosos uno al otro. Cuando recordé al pastor de nuestra conversación anterior, él dijo que se sentía atrapado y que en el calor del momento se había olvidado de que había escuchado el CD.

Cuando le dije que él necesitaba aclarar el asunto, él me dijo que aunque no era técnicamente verdad, por lo menos representaba la verdad. Si él hubiera tenido alguna idea de lo que iba a suceder aquella noche, él nunca hubiera estado de acuerdo. El quiere que yo respalde su historia, y le serruche el piso a Ben. Me dijo que después de todo lo que él hizo por mí, yo le debo esto.»

«Me parece que si él dice que le debes algo, entonces él en realidad nunca hizo nada para ti.»

Intenté descubrir qué quería decir. «¿El no hizo estas cosas para mí? ¿Para quién entonces? ¿Para él mismo?»

«Esto es lo que yo pienso. ¿Ves como nuestra idea del amor se tuerce cuando la institución es lo más importante? El probablemente se preocupa por ti; no quiero negar eso. Pero él mismo sigue en el centro de todo. Ahora él quiere cobrarte una deuda que tú no le debes.


El problema con la iglesia como tú la conoces, Jacob, es que es solo un acuerdo mutuo acerca de las necesidades personales de cada uno. Todos necesitan algo de ella. Algunos necesitan ser líderes. Algunos necesitan estar bajo liderazgo. Algunos quieren enseñar, otros están felices cuando pueden escuchar.

Entonces ya no tenemos ninguna demostración auténtica del amor de Dios. En lugar de ello, tenemos un grupo de personas donde cada uno protege sus propios intereses. Ya no puedes ver la vida de Dios. En lugar de ello, ves las inseguridades de la gente que busca algo para satisfacer sus necesidades.»

«¿Y por eso la gente se vuelve tan viciosa cuado se sienten amenazados? Ellos actúan como perros feroces cuando alguien intenta quitarles su hueso.»

«¡Exactamente! Y mientras lo hacen, piensan que Dios es del lado de ellos. En tiempos como estos, un grupo a menudo se divide en nuevos acuerdos que servirán mejor las inseguridades de cada uno. Y después que se haya calmado su amargura, el ciclo entero comienza de nuevo.»

«Entonces no importa lo que hago, las cosas siempre empeorarán.»

«¿Tienes que hacer una decisión?»

 «Tengo que respaldar al uno o al otro.»

«O simplemente decir la verdad sin importar el resultado. Me parece que no se trata de decidir entre Jim y Ben, sino entre la verdad y una mentira.»

Juan hizo que la decisión fuera más clara, pero esto no la hizo más fácil. Había tanto que perder, y no me gustaba estar en esta situación. El silencio se prologó.

Por fin Juan se levantó. «No sé qué harás, Jacob, pero hay una cosa que aprendí con los años. Una amistad que exige que mientas para salvarla, probablemente no es ninguna amistad en absoluto.»

No me agradó la idea de que mi amistad con Jim no era real. «Es solo un momento débil, estoy seguro. El tiene problemas con unas personas importantes, e intenta hacer lo que sirve los mejores intereses de la iglesia.»

«¿Es esto lo que él te dijo, o te inventaste tú esta justificación?»

Me di cuenta de que esta conversación no me iba a ayudar en mi frustración. Mi ansiedad creció. Apoyé mi cabeza entre mis manos.

«Desearía que fuera más fácil. Hemos sido amigos por mucho tiempo.»

«Una amistad es algo grandioso, Jacob; pero no cuando se tuerce de esta manera. Según recuerdo, me dijiste que esa amistad ya estaba disminuyendo.»

El tenía razón. «Lo olvidé. Sí, él estaba muy distante por un buen tiempo, y raras veces abre su corazón durante nuestros tiempos de intercambio y oración.»

«¿De qué piensas que se está escondiendo?»

«¿Cómo puedo saberlo? No estoy seguro si se está escondiendo.»

«¿No estás seguro?»

«No sé. Definitivamente él está menos accesible para los líderes y los hermanos.»

«En mi experiencia, cuando alguien se distancia de sus amistades de muchos años, normalmente es porque esconde algo. Yo podría equivocarme, ¿pero qué harás tú?»

«No sé. Puedo ganar todo cuando le apoyo, y puedo perder todo si no le apoyo.»

«Entonces tú mismo estás en el centro de tu mundo, igual como Jim está en el centro del suyo.»

Esto no sonó bien.

Juan continuó: «Yo sé cuánto te impresiona esto, Jacob, pero no te dejes engañar. Si quieres vivir este viaje, tienes que poner la honestidad por encima de tus ventajas personales. Es fácil intentar encubrir las cosas para el bien de la institución, pero esto es entrar en un camino donde Dios no vive.»

«Pero yo necesito este trabajo, por lo menos hasta que encuentre algo diferente.»

«Hay cosas peores que perder un trabajo, Jacob. Y esto no cambiaría la responsabilidad de Dios de proveer por ti.»

«¿Qué estás diciendo? ¿Debo irme así no más? No puedo imaginarme sobrevivir sin esta iglesia. ¡Ha sido mi hogar por tantos años, y yo moriría sin ella!»

«Esto es lo que ellos quieren que pienses, pero no es así. Esto explica también por qué todos están peleando con tanta malicia. Ellos también piensan que no pueden dejarlo, entonces tienen que ganar.

Esta trampa ha capturado a muchos hijos de Dios. Cuando tenemos tanto miedo que no podríamos sobrevivir sin la institución, entonces todo lo que sabemos acerca de lo bueno y lo malo sale volando por la ventana. Lo único que nos preocupa es nuestra propia sobrevivencia. Este razonamiento ha causado dolores increíbles a lo largo de la historia de la iglesia.»

«No quise decirlo de la manera como tú lo dices, Juan.»

«Probablemente no, pero es la realidad. Este es el problema cuando se edifica una iglesia sobre la base de las necesidades. Nos volvemos ciegos hacia la verdadera obra de Dios.»

«¿Qué quieres decir con esto?»

«¿Por qué va la gente a tu iglesia, Jacob?»

«Porque se supone que debemos tener comunión. La necesitamos para ser alimentados, para rendirnos cuentas unos a otros, y para crecer juntos en la vida de Dios. ¿Quieres decir que esto no es correcto?»

«Entonces si alguien deja de asistir, ¿qué le sucederá?»

«Debería encontrar otra iglesia local e involucrarse allí. De otra manera se marchitará espiritualmente o caerá en el error.»

«Escúchate a ti mismo, Jacob. Usas las palabras ‘necesita’, ‘debe’, etc. ¿Es esta la vida del cuerpo de Cristo?»

«Pensé que sí.»

«Las Escrituras no usan el lenguaje de la necesidad cuando hablan acerca de la conexión que Dios establece entre creyentes. ¡Nuestra dependencia es solo de Jesús! El es el único que necesitamos. El es el único a quien seguimos. El es el único en quien debemos confiar para todo. Cuando ponemos al cuerpo de Cristo en este lugar, lo convertimos en un ídolo, y terminarás amarrado en nudos acerca de la situación en la que te encuentras.

La religión humana sobrevive diciéndonos que debemos conformarnos, o algún destino horrible nos alcanzará. Esto distorsiona tanto la obra de Dios.
Compartimos la vida del cuerpo, no porque tenemos que hacerlo, sino porque nos nace.

Cualquiera que pertenece a Dios, deseará compartir su vida con otros hijos suyos. Y esta vida no pelea por el control de una institución. Simplemente ayuda unos a otros a vivir profundamente en él. Cuando permitimos que otros factores se interpongan, solo utilizamos el amor para atrapar a la gente con nuestros ganchos. Los recompensamos con afecto, y los castigamos con rechazo.»

Una luz se prendió muy dentro de mí. Supe que él tenía razón. «¿Cómo no puedo haberlo visto antes, Juan? El sistema entero tiene un gancho dentro. Usamos incluso cosas como ‘unidad doctrinal’ para controlar a la gente y para extinguir todo desacuerdo.

La mayoría de la gente se siente bien solamente cuando agradan a los demás. Por eso es natural que quieren conformarse con nuestras enseñanzas y nuestros programas. Juan, esto es horrible.»

Juan estaba sentado en silencio y dejó que mi descubrimiento personal continúe.

No pude creer cuán ciego había sido frente a todas estas maneras de manipularnos unos a otros. ¡Claro que yo estaba exhausto todo el tiempo! Estoy intentando conformarme con las expectativas de los demás, y al mismo tiempo intento manipularlos para que ellos se conformen a las mías.

Yo había hecho con ellos exactamente lo mismo que el pastor estaba ahora haciendo conmigo. Lo estaba haciendo incluso con Laura, poniendo mi propio matrimonio bajo el mismo estrés. – «Esto describe casi todo lo que yo hago, Juan.»

«Lo sé, pero recuerda que no eres solo. ¿Recuerdas como los mismos discípulos de Jesús intrigaron para asegurarse el primer lugar en su reino? Mientras no descubras cómo confiar en Dios para tu vida entera, constantemente intentarás controlar a los demás para conseguir lo que piensas que necesitas.»

«¿Qué debo hacer entonces, Juan? ¿Simplemente abandonar mi trabajo?»

«Pienso que esto no lo tienes que decidir ahora, ¿no? Si yo fuera tú, me acercaría un poco más a Jesús y le pediría mostrarme lo que él quiere. El te lo aclarará, si tú no lo complicas con tus intentos de protegerte a ti mismo – de mantener tu trabajo, de ser aceptado por los demás, o de salvar tu reputación.»

«El que quiere salvar su vida, la perderá, ¿eh?»

«Estas palabras están en el corazón de la vida en la realidad del reino de Jesús. Y no te olvides como continúa: ‘El que pierda su vida por causa de mí, la hallará.’ Este camino no es fácil, pero encontrarás la alegría de vivir en su vida. Esto vale más que cualquier dolor en el proceso.»

«¿Pero cómo puedo estar seguro de no malograrlo todo?»

«Este no es el asunto, ¿no? Tú solo eres responsable de hacer lo que piensas que es lo mejor. Si te equivocas, te darás cuenta en su tiempo y aprenderás de tu error. Por lo menos aprenderás a depender más de él, que de esa cosa que tú llamas iglesia. Cuando dejarás de aparentar ser perfecto, serás libre para seguirle a él.»

Juan puso su brazo sobre mi hombro y me aseguró que iba a orar por mí. «Es tiempo para mí para continuar», dijo, mientras levantó la mochila sobre sus hombros. Miré mi reloj y no pude creer la hora. Mi esposa se pone nerviosa cuando yo voy a caminar a solas, y había prometido llamarle a las 3:30. Con una hora de camino para llegar al próximo teléfono, ya estaba tarde, y temí que ella iba a mandar a la policía para buscarme.

«¡Ya es tarde!» exclamé, recogiendo mis cosas. «¿Estás bajando al lago Huntington?»

«No. Voy al oeste y me quedaré allí unos días más.»

«¿Supongo que no tiene sentido pedirte que nos volvamos a encontrar pronto?»

«Ninguno de nosotros puede controlar esto, Jacob, y realmente no lo necesitamos. Mira lo que sucedió hoy. Si Dios es lo suficientemente grande para hacer que nuestros caminos se crucen en este lugar alejado, él se encargará también de nuestro próximo encuentro.»

No tuve tiempo para discutir sobre esto, y así nos despedimos y me puse a caminar. Lo último que vi de Juan fue que subió entre las rocas al oeste de la laguna. Si yo hubiera sabido lo que me esperaba, me hubiera quedado en la laguna.

¿Dios amoroso o hada madrina?

Habían pasado casi dos meses desde mi encuentro con Juan por la laguna Nellie, pero me parecían décadas. La asamblea después de nuestro encuentro había sido mi derrota. Yo había esperado que mi amigo, pastor y jefe iba a recapacitar y decir la verdad ante la asamblea, o por lo menos después. Pero no lo hizo. Valoró el beneficio de una mentira por encima de toda amistad. ¡Fui destrozado!

El me dio un ultimato antes de la asamblea, de apoyar su historia o de buscarme otro empleo. Estuve cerca de ceder, pero al fin no pude mentir para él. Intenté presentar la verdad de la manera más favorable para él, diciendo que yo entendía que él apoyaba el concierto, aunque quizás le había malentendido.

Su mirada penetrante me dijo que esto no era suficiente para él. La mañana siguiente me acusó de haber traicionado nuestra amistad, y exigió mi renuncia hasta el fin del día. Se la di enseguida, sacándola de mi libro de apuntes que tenía conmigo.

«Estoy tan decepcionado de ti», dijo, evitando mi mirada. «Tenías tantas promesas, ¡y ahora lo desechaste todo! ¿Para qué?» – Me dijo que iba a proveer por mi salario hasta el fin del mes, y me advirtió que él iba a destruir mi reputación en la ciudad, si yo iba a chismear acerca de él.

Cuando me levanté para irme, él pareció volverse un poco más blando. «A pesar de esto, nunca olvidaremos las contribuciones que hiciste durante tu tiempo aquí, y espero que sigas viniendo a esta iglesia para recibir la sanidad que necesitas.»

Me chocaron sus palabras atrevidas. ¿Quién recibe sanidad en el escenario del accidente? Para esto necesitas un hospital, o por lo menos un médico. Cuando mi familia y yo no estuvimos en la iglesia el siguiente domingo, él leyó nuestra carta de renuncia en público, y como escuchamos más tarde, la usó para un discurso inflamatorio de veinte minutos acerca del caracter elevado que se requiere en el ministerio.

Les dijo que yo había sido deshonesto en un intento de desacreditarle a él y de conquistar su posición. «Las fallas de carácter siempre vendrán a la superficie en tiempos de crisis», añadió. En otras palabras, había usado su propio pecado para condenarme a mí.

Unos amigos nos llamaron para apoyarnos y dijeron que iban a salir de la iglesia también; pero la mayoría evitaron el contacto con nosotros. En los días siguientes fui mortificado cada vez que la gente se alejó de mí en las tiendas o en la calle, actuando como si no me vieran.

Laura y yo asistimos a algunas congregaciones diferentes los domingos porque pensamos que deberíamos hacerlo, pero nuestro corazón no estaba allí, ahora que sabíamos lo que se escondía detrás de todo.

Algunos que habían salido de la iglesia con nosotros, esperaban que nosotros íbamos a comenzar una iglesia nueva, pero no tuve el corazón de hacerlo. Y cuanto más lo postergaba, más sus amistades también se perdieron.

Encontrar mi camino de regreso al mundo de los negocios, tampoco fue fácil. El mercado estaba bajo, y no había trabajo. Comencé con mi propio negocio, pero mis contactos antiguos ya habían encontrado otros representantes, y las perspectivas no eran prometedoras.

 Con muy pocos amigos, nada de ingresos, y un futuro desesperado por delante, finalmente toqué fondo – según pensé. Hasta aquella mañana que Laura me llamó por teléfono para decirme que nuestra hija había tenido un ataque de asma, y tenía que ser llevada al hospital por emergencia.

Allí mi ira explotó. Después de todo lo que yo había hecho para Dios, parecía que él podría cuidar mejor de mi familia que esto. Yo ni siquiera sabía como pagar la cuenta del hospital, porque ya no estábamos asegurados.

Entonces ¿ahora comprendes por qué quise escaparme cuando Juan entró a la cafetería en aquella noche? Sí, mi hija estaba un poco mejor en el momento, pero yo estaba muy enojado y no quise saber nada de Dios en medio de esto. ¿Qué había yo hecho mal, para que mi hija tuviera que sufrir de esta manera?

Busqué refugio en la cafetería para tomar café, leer unas revistas y no pensar en todas las dificultades. Allí fue que Juan metió su cabeza en mi santuario privado. Ahora se acercaba a mi mesa, y honestamente, pensé en golpearle en la boca si se atrevía a abrirla. Aunque sabía que no lo iba a hacer.

Soy violento solo por dentro, pero no por fuera donde todos lo podrían ver. Esperé que él iba a entenderme y quedarse lejos, pero seguía acercándose. Por fin se paró delante de la mesa y comenzó a jalar una silla. «¿Te molestaría si te acompaño?»

¡Por supuesto que me molesta! ¡Fuera de aquí! ¡Tú me has traído solo problemas desde el día que te conocí! – Pero mi filtro «amable» borró todos estos pensamientos antes que alcanzaran mi boca. Lo que salió fue: «Pienso que preferiría estar solo.»

El pareció sorprendido. Suavemente volvió a poner la silla en su lugar, y dijo con su voz amable: «Está bien, Jacob. Podemos hablar en otra oportunidad.» – Dejé escapar un suspiro enojado cuando él rodeó la mesa hacia mí y puso su mano sobre mi hombro. «Solo quiero que sepas cuánto lo siento todo lo que estás pasando. Realmente me preocupo por ti.» – Después se dirigió hacia la puerta.

Miré fijamente su espalda mientras se alejaba. Hubo una batalla dentro de mí. La mayor parte de mí le quería estrangular antes que dijera una palabra más. Pero una pequeña parte de mí desesperadamente quiso saber lo que él tendría que decir acerca de los problemas que me agobiaban. Si él iba a salir, yo no sabía cuándo le iba a encontrar nuevamente. Cuando él apretó la manilla de la puerta, me escuché gritar: «Juan, ¡espera!»

El se volteó y miró. – «Lo siento que he sido tan rudo. Podemos hablar un poco si quieres.»

«¿Estás seguro, Jacob? A veces es lo mejor quedarse solo en tiempos como este.»

«Ya estoy cansado de estar solo…» Mis palabras se ahogaron en un llanto incontrolable. No pude decir nada más, porque las lágrimas fluyeron como de un manantial abierto. Mientras Juan se acercaba, me sentía avergonzado y tonto, porque nunca había llorado ni siquiera en mis peores momentos. Intenté parar el llanto, pero no pude, y Juan vino y puso sus manos sobre mis hombros.

«Está bien», dijo, «estarás bien.» Pensé que le esuchaba orar a voz baja, pero no podía comprenderle. Eran quizás solo cinco minutos, pero me parecían como veinte, antes que pude controlarme. Nunca me he sentido cómodo mostrando tanta emoción ante otras personas, pero Juan parecía completamente calmado en medio de ello. Esperaba pacientemente hasta que el dolor terminó por sí mismo.

Entonces se sentó a mi lado. Ni siquiera intenté esconder mi ira ante él. ¿Cómo podía Dios permitir todas estas cosas horribles, cuando yo intentaba levantarme por él? Y dejar que mi hijita pasara por todo esto, y ni siquiera puedo pagarlo. Yo había pedido a Dios que la sanara, que provea por mi familia, y que destruya a mi anterior amigo por todo lo que él había hecho para herirme.

Sabía que la última petición era un poco sospechosa, pero David también había orado así muchas veces en los Salmos. – «Y además, Juan, ¡estoy molesto contigo! Cada vez que tú apareciste en mi vida, todo explotó en mi cara. Nunca he estado más frustrado con mi vida espiritual, y nunca he estado más aislado de la iglesia. ¡Y ni siquiera tengo ingresos! ¿Qué clase de vida en Cristo es esta?

Juan no reaccionó; solo apoyó su espalda en la silla y me miró con estos ojos penetrantes. Yo deseaba que él se iba a molestar también y defenderse, pero no lo hizo. Apoyó su cabeza en sus manos y suspiró. «¡Yo sé que no es fácil en este momento, Jacob! Estos tiempos nunca son fáciles. Solo intenta recordar que estás en el medio de una historia, no en su final.»

 «¿Qué significa esto?»

«Dios está haciendo algo en ti, para responder las oraciones más profundas que alguna vez oraste. Sí, este proceso ha traído un dolor increíble a tu vida. Pero él no te ha abandonado, Jacob. ¡Lejos de eso! El te mantiene en sus manos hoy tan firmemente como siempre.»

«No me siento así en absoluto. Me siento como si él hubiera volteado en mi contra toda arma que tiene.» – Después añadí con cinismo: «Yo sé, los sentimientos no importan.»

«Al contrario, ¡importan mucho! Pero el hecho de que tú no puedes sentir como él te sostiene, no cambia el hecho de que él sigue haciéndolo. Esto solo significa que tus sentimientos están sintonizados con la frecuencia equivocada. No estoy seguro si este es el mejor momento para hablar de esto; pero Dios quiere que te dés cuenta de algunas cosas que siguen haciéndote tropezar.»

«Bueno, entonces supongo que no estoy tan enojado contigo, ¡sino con él! No quiero que él utilice mi vida como una pelota que todo el mundo puede patear.»

«No, él no es así. Yo sé que te sientes como si hubieras perdido todo lo que valoras, y en muchos aspectos es así. Pero tú has pedido conocerle tal como él es, y esto siempre tiene consecuencias. Siempre es más fácil jugar el juego de la cultura, incluso su juego religioso, que descubrir quien es Dios realmente y como quiere él caminar contigo.»

«Pero antes yo por lo menos sabía como pagar las cuentas», repuse.

«O por lo menos pensabas que lo sabías.»

Suspirando, miré a Juan. Esto era lo que yo odiaba en nuestras conversaciones. El podía dejar caer un comentario como este, y yo me quedaba perdido preguntándome qué quería decir. Parecía que él no quería explicarse hasta que yo le preguntaba, y yo no estaba seguro si quería saber más. Podría excusarme diciendo que tenía que ver a Andrea.

Hubo silencio por mucho tiempo. Determiné no preguntarle nada. Por fin, Juan bajó la cabeza con una pequeña sonrisa: «Pero estabas siempre frustrado, ¿no cierto?»

«¿Cuándo? ¿Frustrado con qué?»

«Jugando al juego religioso. Nunca te satisfizo, ¿no cierto? ¿No te ibas a dormir cada noche frustrado porque Dios no hizo lo que esperabas de él?»

«No siempre», respondí. «Recuerdo unos tiempos increíbles cuando Dios me mostró su bondad.»

«Estoy seguro que esto es verdad; ¿pero permanecía esto?»

«No, y esto es lo que me enloquece. Justo cuando pienso que las cosas realmente van a mejorar, todo se malogra. Todavía no encontré la realidad de la vida cristiana como lo leo en las Escrituras. No lo entiendo. Aun conocerte a ti, comenzó con tanta promesa, y ahora es tan frustrante como todo lo demás que lleva el nombre de Dios.»

«¿Y por qué piensas sucede esto?»

«Escucha, Juan, si tienes algo que decirme, simplemente dímelo. No tengo las fuerzas para jugar juegos de palabras contigo.»

«Lo siento, Jacob.» dijo Juan, mientras agarró mi mano. «Nunca tuve la intención de jugar estos juegos contigo.»

«¿Qué sucede entonces, Juan? Después de todo lo que hice en los últimos meses para estar bien con Dios, yo pensaría que podría tratarme mejor. No tengo trabajo. Mi reputación fue destruida ante personas que conozco desde hace más de veinte años. Laura y yo estamos peleando, y mi hija casi muere esta mañana.»

«¿Entonces piensas que Dios te debe algo mejor?»

«¿Acaso no? ¿Por qué debería yo esforzarme tanto por seguirle, si él no puede cuidarme?»

«Entonces esto es», respondió Juan. «Creciste con la idea de que tu bondad puede controlar la manera como Dios te trata. Si haces tu parte, él tiene que hacer la suya.»

«¿Y esto no es verdad?»

«Jacob, Dios cumple con su parte todo el tiempo. El te ama más que cualquier otra persona, y nunca retirará su mano de tu vida. A veces nosotros cooperamos con él y a veces no, y esto puede afectar la manera como las cosas resultan. Pero no pienses que puedes controlar a Dios por medio de tus acciones, porque él no es así. Si nosotros pudiéramos controlar a Dios, él sería como nosotros. Es mucho mejor dejarle actuar como él mismo.»

«Pero mira todos estos problemas, Juan. He intentado hacer todo lo correcto, y no me ayudó en absoluto.»

«Pero te ayudó de maneras que todavía no sabes. Dios te está liberando de las cosas que eran tu seguridad en el pasado. Estas cosas impedían que Dios fuera para ti el Padre que tú deseas, y de todos modos eran esperanzas falsas. Perderlas es siempre doloroso, y sé que estás sufriendo más que la mayoría de la gente ahora mismo. Pero me preocupa mucho tu idea de que Dios se haya vuelto en tu contra.»

«¿Qué otra cosa puedo pensar? Yo pensaba que Dios me iba a aclarar las cosas, y pensaba que esto traería más gozo y paz a mi vida. Pensé que a otros les gustaría tanto como a mí. Pero no les gusta, y me pregunto si no he sido engañado yo mismo. Si esto fue de Dios, ¿no piensas que las cosas mejorarían?»

«Sí lo pensaría, y pienso que las cosas están mejorando.»

Apenas pude contenerme. «¿Cómo puedes decir esto? ¿Eres una especie de idiota? ¡Mira todo lo que estoy pasando!»

«Admito que tus circunstancias se ven muy mal ahora. Pero esto no es lo único a considerar. Estás en una carretera nueva, pero todavía estás mirando las señales antiguas. Pienso que Dios te está enseñando que aquellas señales antiguas son solo mitos, inventados para sostener un sistema que se está muriendo. Como estás descubriendo, estas señales antiguas realmente no funcionan.»

«¿Qué mitos?»

«Por ejemplo, tú piensas que el sufrimiento es una señal del desagrado de Dios. ¿No fue este el error de Job? A menudo, el sufrimiento indica que Dios nos está liberando de algo, para que le sigamos con más libertad. Caminar en su vida significa que siempre irás en contra de la corriente. No esperes que tus circunstancias se conformarán fácilmente con este viaje. Al contrario, te resistirán cada rato. Dios quiere enseñarte a caminar con él a través de todas estas cosas, para que puedas conocer un gozo y una paz que van más allá de las circunstancias de tu vida.»

«¿Pero no promete Dios bendecir a aquellos que siguen sus caminos?»

«Ciertamente, pero él no define estas bendiciones a tu manera. El te está guiando en un viaje mucho más grande de lo que ahora entiendes. Sigue siguiéndole, y te asombrarás de lo que él hará en ti. Lo más difícil que aprenderás, es abandonar la ilusión de controlar tu vida, o que puedas manipular a Dios para que él te bendiga.»

«¿Es esto lo que quisiste decir acerca del pagar mis cuentas?»

«Sí. Dios proveerá por ti. El siempre lo hizo, pero tú no lo sabes. Aunque no tienes seguro ni trabajo, esto no significa que Dios te haya abandonado. Aunque otros estén destruyendo tu reputación, esto no significa que ellos tengan la última palabra. Dios no es una hada madrina que mueve su vara mágica para hacerte feliz. No llegarías lejos en esta vida si cuestionaras su amor por ti, cada vez que él no actúa como tú lo esperas. El es tu Padre. El sabe lo que necesitas, mucho mejor de lo que tú mismo lo sabes. El es un proveedor mucho mejor de lo que tú sabes. El te está haciendo entrar en su vida, y en vez de salvarte de estos problemas, él decidió usarlos para mostrarte la verdadera libertad y la verdadera vida.»

«¿Entonces le gusta verme sufrir?»

«Espero que sepas mejor como para decir esto. El agoniza junto contigo en este mismo momento. ¿Cómo podría ser diferente? El te ama. El no hace esto en tu contra; él usa la maldad de este mundo para lograr algo más grande dentro de ti. Una vez que sabes esto, las circunstancias adversas ya no pueden herirte. Le encontrarás en medio de estas circunstancias, y le verás cumplir su propósito sin que tú puedas controlarlo. Es allí donde su vida comienza a echar verdaderas raíces en ti.»

«Pienso que preferiría simplemente ser feliz», dije con una pequeña risa. Fue mi primer intento de humor en los últimos días, y me hizo bien.

«Pero la felicidad es un sustituto pobre por ser transformado en su imagen, ¿no te parece?»

«¡Yo sé! Pero esto no es fácil.»

«Sí, mi amigo. Pero quizás tú lo haces aun más difícil, cuando piensas que Dios está en tu contra. ¿Qué si supieras que él está en medio de esto contigo, y te está guiando hacia la plenitud de vida en él, exactamente como le pediste?»

Tuve que pensarlo por un minuto. «Entonces seguramente no estaría tan abrumado.»

«Sí. Y podrías disfrutar de su presencia, aun en medio de todo esto. Te estás perdiendo lo que sabía cada autor del Nuevo Testamento: aunque Dios no causa nuestros sufrimientos, él los usa para liberarnos en lo más profundo de nuestro ser. Si caminas con él a través de todo esto, en vez de alejarle con tus acusaciones, te sorprenderás de lo que él hará.»

«Pero siempre no sé como pagar la cuenta del hospital.»

«¡Pero él lo sabe, Jacob! El ya está trabajando en eso. Aunque tú no lo puedes ver todavía, esto no cambia esta realidad.»

«Esto estaría bien para mí, si no tuviera que ver a mi hija pasar por todo esto. No puedo imaginarme que él haya permitido su enfermedad para tratar conmigo.»

«No, Dios no es así. Andrea tiene su propio viaje con Dios, y él la guiará a través de todo esto también. Tú no puedes impedir el sufrimiento de ella; y Dios no causó su lucha por tu causa. Pero no creo que vuelvas a verla con asma otra vez.»

«¿De verdad? ¿Por qué dices esto?»

«Vine al hospital esta mañana para visitar a un amigo mío, cuya vida está llegando a su fin. Así me enteré de que tú estabas aquí. Te vi a ti y a tu esposa teniendo una pequeña discusión a la puerta de la habitación de Andrea.»

Inmediatamente me recordé de aquel intercambio. Ambos habíamos estado bajo las mismas presiones, y habíamos empezado a desquitarnos el uno con el otro. Me sentí mal, pensando que Juan nos había visto. – «No fue bonito, ¿no cierto?»

«No te preocupes de eso, Jacob. Ustedes dos están en una situación difícil, y ciertamente no les voy a juzgar por la manera como lo manejan. Solo pensé que no era el mejor momento para interrumpir.

Volví un poco más tarde para ver si podía encontrar a uno de ustedes, y encontré a Andrea sola, luchando por aire. Sus ojos estaban llenos de miedo. Fui donde ella y pregunté si podía orar por ella. Ella asintió, y oré. El tiempo tendrá que mostrarlo, pero pienso que su asma se fue.»

«¿La sanaste?»

«¡Como si yo pudiera hacer esto! No, pero estoy bastante seguro de que Dios la sanó.»

«¿Hablas en serio? He orado mil veces por esto, y él no lo hizo por mí.»

«¿Quién dice que no lo hizo? Yo simplemente añadí mi oración a la tuya.»

«¿Pero por qué no lo hizo una de las otras mil veces que le pedí?»

«Es porque esto no está bajo tu control, Jacob, ni bajo mi control. Solo él está en control. Una sanidad no es magia. Mientras aprendemos a vivir en él, llegamos a colaborar con lo que él hace. Estuve simplemente orando para que ella pueda respirar con más facilidad y tener la paz de Dios, pero estoy convencido de que Dios hizo aun más que esto.»

«¿Por qué?»

«No sé como describirlo, excepto de que sentí que el asma se fue de ella. Pienso que ella también lo sabe. Comenzó a respirar tan fácilmente como tú. El miedo en sus ojos desapareció, sonrió, y se calmó.»

«Por eso la encontré dormida hace poco. Pensábamos que finalmente los medicamentos tuvieron efecto.»

«Seguramente lo tuvieron, pero Dios decidió hacer algo más.»

«Sería grandioso si es verdad. No me gusta verla sufrir. Pero tú me estás diciendo que debo estar feliz, no importa lo que Dios hace.»

«No es esto en absoluto lo que dije, Jacob. Solamente te estoy ayudando a ver cuál podría ser el propósito de Dios en tus circunstancias. El no necesita que tú aparentes ser feliz.

Tú tienes unas preguntas honestas y unas luchas profundas a solucionar. No escapes de tu dolor, ni intentes esconderlo ante Dios. Esto no le impresionaría, y no te ayudaría a ti. Lleva tu enojo a Dios. El sabe como guiarte a través de todo esto, hasta que veas su gloria de maneras que nunca soñaste.»

En este momento, la puerta de la cafetería se abrió. Una enfermera rebuscó el ambiente con sus ojos. «¿Eres tú, Juan?»

«Sí», respondió él.

«Dijiste que querías saber cuando el estado del señor Philips cambie. Pienso que se está acercando.»

«Gracias. Ya subiré.» – Se volteó hacia mí. «Tengo que irme ahora. ¿Por qué no vas a ver a Andrea, y duermes un poco?»

«Pero no estoy seguro si he comprendido todo.»

«Esto no sucederá ni en las próximas horas. Este es un viaje de toda la vida, Jacob. Aprender a dejar tu ilusión de control, y dejar que Dios actúe a su manera, no es fácil para ninguno de nosotros. Esta no es la última lección.»

«Pero siempre no sé qué hacer acerca de mi trabajo o iglesia o alguna otra cosa», dije, mientras mi lista de preguntas sin resolver volvió a aparecer en mi mente. Quería que Juan me diese una dirección.

«Déjame hacerte una pregunta, Jacob. ¿Hay algo que te falta para vivir este día?»

«Necesito un trabajo. Necesito pagar esta cuenta», y señalé el hospital alrededor de nosotros.

«O necesitas la confianza de que el Padre ya sabe esto, y que él te ama lo suficiente para resolver esto contigo. Tienes todo lo que necesitas hoy, solamente que todavía no tienes todo lo que necesitas hasta el fin del mes. Pero para allí faltan todavía muchos días.»

«En esto tienes razón», tuve que admitir.

«Esto es todo lo que él nos promete, Jacob. Cuando puedas confiar en su amor en cada momento, entonces sabrás realmente como vivir libre». – Juan se levantó de la mesa, y yo también me levanté para despedirle con un abrazo.

«¿Pero dónde encuentro esta clase de fe?»

«No lo encontrarás. Es algo que Dios crea en ti, aun en las mismas circunstancias que tú desprecias. Simplemente sigue viniendo a él, y mira lo que él hará. El es el Padre que te conoce mejor de lo que te conoces a ti mismo, y aun te ama más de lo que te amas a ti mismo. Pídele que te ayude a ver cuánto él te ama. Esto hará toda la diferencia.» – Entonces señaló hacia la puerta. – «Tengo que ir.»

Nos abrazamos, y él se dirigió hacia la puerta. Recogí unas cosas y le seguí. No podía esperar ver a Andrea. Mientras caminé hacia su habitación, decidí vivir el resto de mis días creyendo que el amor del Padre estaba conmigo en cada circunstancia, y ya no cuestionarlo. Todavía no sabía cuánto iba a necesitar esto.

Cuando cavas un hoyo para ti, tienes que echar el barro a alguien

Escuché los gritos ensordecedores de detrás de mí inundar el campo de fútbol. No eran buenas noticias para mi equipo. Volteé mi cabeza justo a tiempo para ver la camiseta blanca de un jugador de los Jefferson Blue Raiders, quien levantó los brazon en un gesto triunfal.

Suspiré y sacudí mi cabeza, disgustado. Depués de haber llevado la delantera hasta la mitad del partido, los Osos Ponderosa habían perdido la pelota al inicio de la segunda mitad, y sus adversarios habían empatado.
Este no era un partido cualquiera. Era el Clásico de la Campana de Bronce, el partido decisivo entre las dos mejores escuelas de Kingston. El ganador recibía la Campana de Bronce, un trofeo inmenso hecho de la campana original que antes se encontraba en la torre de la escuela más antigua.

Nada fue tan importante para los alumnos del último año, como ganar este trofeo. Jefferson había mantenido la Campana de Bronce durante los últimos seis años; un período de humillación que esperé que iba a terminar esta noche.

Al mirar nuevamente hacia mi lado, distinguí una figura conocida asomándose sobre la baranda y mirando el campo. No estuve seguro, especialmente porque él estaba vestido con un manto muy ancho y un gorro grueso, como casi todos en este frío. Entonces él se volteó para mirar el tablero, y vi su perfil. De todos los lugares del mundo, pensé. ¿Qué hace él aquí?

Abandoné mi asiento para buscarle. Me acerqué desde atrás y le agarré de los hombros. «¿Qué haces aquí?» – Me preguntaba si él había venido acá a propósito, pero cuando él se volteó para ver quien le agarraba, se veía genuinamente sorprendido. Sonrió y me abrazó. «Jacob, qué bueno verte. Esperé que ibas a estar aquí.»

«No pensaba que eras un aficionado al fútbol», dije.

«En realidad no lo soy, pero entiendo que no puedes estar en Kingston esta noche sin participar en este espectáculo. Nunca he visto algo así – ¡fuegos artificiales para iniciar el partido, y una multitud tan emocionada!»

«Es una rivalidad muy apasionada. Incluso lo describieron en la Ilustrada Del Deporte hace unos años. ¿Qué te trae a la ciudad?»

«Estoy visitando a unas personas y pensé encontrarme con alguien aquí. ¿Cómo está Andrea?»

«No tuvo ni un rastro de asma desde que oraste por ella el mes pasado. Estoy tan agradecido.»

«Esto es grandioso. ¿Tú también estás mejor?»

«Me defiendo como puedo. No puedo decir que todo es maravilloso, pero realmente tomé a pecho lo que dijiste, Juan. Pedí a Dios que me ayude a ver cuánto él me ama, aun cuando las cosas no son fáciles. Económicamente seguimos muy apretados, pero Dios ha provisto por nosotros de unas maneras interesantes.»

«¿Cómo por ejemplo?»

«Sigo trabajando en bienes raíces, aunque fue lento. Por mientras, unas personas me contrataron para pintar o remodelar jardines. Incluso algunas personas vinieron y me dieron unas ofrendas generosas para ayudarnos. No quise recibirlas, pero ellos dijeron que Dios lo había puesto en sus corazones. Cada vez, nosotros realmente necesitábamos lo que ellos dieron.»

«¿No es Dios asombroso?»

«El nos hace pasar muy cerca del abismo, en mi opinión. – También vendí el primer edificio comercial hace unas semanas. Cuando este negocio sea concluído, será una gran ayuda.»

«Solo recuérdate siempre que Dios no está preocupado por el día de mañana, porque él ya lo solucionó. El te invita a vivir con él en el gozo del momento, respondiendo a lo que él pone justo delante de ti. Esta libertad de simplemente seguirle, transformará muchas áreas de tu vida. El te ama, Jacob, y él quiere que vivas en esta seguridad, sin tener todo solucionado de antemano.»

«Estoy empezando a comprenderlo un poco. He estado leyendo Romanos 8 vez tras vez, intentando comprenderlo. Parece que Pablo apoyó su confianza en el amor de Dios en lo que él hizo en la cruz. Por eso, él nunca más dudó del amor de Dios por él, no importa cuántas brutalidades tuvo que sufrir. Yo siempre había visto la cruz como un asunto de justicia, no de amor, por lo menos desde la perspectiva de Dios. Yo sé que Jesús nos amó lo suficientemente para morir por nosotros, ¿pero no fue Dios quien exigió todo esto de él? Si él trató de esta manera a su propio hijo que fue inocente, ¿cómo comprueba esto su amor por mí?»

«Estás cometiendo un error común. Demasiada gente ve la cruz solo como un acto de justicia divina. Para satisfacer su justicia, Dios castigó a su hijo, y así nos permitió salir sin castigo. Esto puede ser buenas noticias para nosotros, ¿pero qué dice esto acerca de Dios?»

«Esto es exactamente lo que siempre me irritaba. He entendido como la cruz me muestra el amor de Jesús, pero ciertamente no me hace querer a Dios.»

«Pero esto no es como Dios mira la cruz, Jacob. Su ira no fue el castigo del pecado, sino el antídoto contra el poder del pecado. Como Pablo lo describe, el propósito de la cruz fue que Jesús fuera hecho pecado, para que Dios pueda condenar el pecado allí, y sacarlo de la raza humana. Su plan es no solo perdonar el pecado, sino destruirlo para siempre, para que nosotros seamos libres.»

«¿Y cómo pudo Dios someter a su Hijo a tanto sufrimiento?»

«No pienses que Dios estaba solamente mirando desde lejos en aquel día. El estuvo en Cristo, reconciliando al mundo consigo mismo. Esto es algo que el Padre y el Hijo hicieron juntos. No fue un sacrificio que Dios requería, sino un sacrificio que Dios mismo proveía porque nosotros lo necesitábamos. Es como si un caballo galopando iba a atropellarnos en la calle, y él se echó delante del caballo y nos empujó fuera de su camino. Jesús fue quebrantado por el peso de nuestro pecado, para que nosotros podamos ser rescatados.»

«Esto es algo que quiero comprender mejor», respondí. «Pienso que recién comienzo a comprender cómo la iglesia me ha desviado.»

«¿Realmente? Yo no creo que la iglesia desvíe a la gente. Las instituciones religiosas tal vez lo hacen, pero no confundamos esto con la iglesia como Dios la ve.»

Su uso de las palabras me confundió, pero proseguí: «Unos días después de nuestra última conversación, me encontré con Ben Hopkins. El había sido mi asistente en una célula que yo dirigía antes de ser expulsado de la iglesia. El ha descubierto algo que se llama iglesia en casa, y encontró mucha información sobre esto en la internet. El y yo comenzaremos una iglesia en casa este fin de semana.»

«¿Realmente harán esto?» – El parecía mucho menos entusiasmado de lo que yo había esperado.

«Sí. ¿No fue así como comenzó todo? Los primeros creyentes se reunían en sus casas. No levantaron organizaciones grandes. No tenían un clero profesional que manejaba todo. Ellos simplemente compartían la comunión entre hermanos. Esto es lo que yo estaba buscando desde que me convertí. Yo siempre estaba pensando que nuestra forma de iglesia causa más problemas de los que soluciona.
Esta es la única respuesta de todas que escuché, que realmente me entusiasma. Parece que hay miles de personas en el mundo entero que han abandonado nuestras congregaciones tradicionales, y están intentando redescubrir la vida que experimentaba la primera iglesia. Muchos dicen que es el movimiento de Dios para purificar su iglesia en los últimos días.»

«Y esto sucederá simplemente reuniéndose en una casa, ¿no cierto?»

Su cinismo aparente me sorprendió. «¿Tú no lo crees?»

«No me malentiendas, Jacob. Es maravilloso encontrar formas de compartir la vida en una relación personal con otros creyentes. Pero simplemente trasladar las reuniones a una casa, no logrará todo lo que esperas.»

«Lo sabemos. Tenemos un grupo de cinco familias que quieren juntarse en una iglesia en casa, y realmente tener comunión. Tendremos nuestra primera reunión el domingo por la noche. ¿Te gustaría venir?»

«Me gustaría ver lo que están haciendo, pero pienso que no me quedaré en la ciudad hasta el domingo.»

Justo entonces vi una cara conocida salir de la multitud y acercarse a mí. Desde que salí de la iglesia Comunidad del Centro, me había acostumbrado a rebuscar siempre las multitudes en mi alrededor. Tantas mentiras habían sido esparcidas acerca de mí, que estaba cansado de enfrentarme. Ahora uno de los peores incentivadores de esa máquina de rumores iba a pasar por mi lado. Bob era un líder de la iglesia, y habíamos estado juntos en un grupo de rendir cuentas por mucho tiempo. Justo cuando pensé que no iba a verme, nuestras miradas se encontraron. Intentando ser amable, extendí mi mano. «Bob, ¿cómo estás?»

El retrocedió, se volteó y pronto desapareció en la multitud. Yo me sentí como un idiota con mi mano extendida y mi cara roja de vergüenza, porque me di cuenta de que Juan lo había visto todo. «Odio esto», dije, volteándome para mirar el campo. Juan se volteó también y apoyó sus codos en la baranda.

«Todo el tiempo desde que salimos de la Comunidad del Centro, sucede lo mismo. Personas que eran amigos cercanos, se alejan como si no me conocieran. Bob y yo estábamos muy cerca. Le ayudé a pasar por un tiempo difícil con su esposa hace pocos años, y ahora él ni siquiera puede admitir que me conoce.» Sacudí mi cabeza. «Y esto ni siquiera es lo peor.»

«¿No?»

«Me siento enfermo cuando las personas que pensé que eran amigos, se alejan y aparentan no verme. Pero ellos son por lo menos más honestos que aquellos que me acuchillan por la espalda, y después me abrazan y me sonríen en público y actúan como si nada hubiera pasado. Me choqué con mi pastor antiguo un día en una boda. El se me acercó y me abrazó como si fuéramos los mejores amigos, y todo el tiempo miraba alrededor para asegurarse de que todo el mundo viera cuán amable era. Quise alejarle de mí, pero sabía que me hubiera visto poco amable.»

«Es increíblemente triste, ¿no?»

«¿Triste? ¡Es completamente despreciable!»

«¿Es esto lo que percibes de su parte?»

«No estuve hablando de su desprecio, ¡estuve hablando del mío!»

«Yo también, Jacob. El desprecio de otras personas no te puede tocar si tú no estás jugando el juego de ellos.»

«¿De qué juego estás hablando?» – Justo entonces, los gritos de enfrente llamaron mi atención al partido, justo para ver la pelota caerse del aire después de un pase largo, ante los pies de otro temido Blue Raider. Sin mayores obstáculos avanzó hacia el arco.

«Vamos a echarlo a perder nuevamente», murmuré enojado. Ahora iba a sufrir otro año de humillación por la derrota de mi equipo.

«¡Este es el juego, aquí mismo! Tu valor como persona está atado a lo que veintidós alumnos de secundaria hacen o no hacen en este campo de fútbol. Tú estás en medio del juego, y por eso te sientes tan horrible cuando la gente no sabe como recibirte.»

«¿De qué hablas, Juan? Esto es solo un juego de fútbol. Yo estoy hablando acerca de gente real de carne y hueso.»

«Yo también. Atar tu valor a veintidós jugadores de fútbol, o a una mentira que alguien habló acerca de ti, es una misma cosa.»

Cuando se anotó un punto para los Blue Raiders, supe que estábamos perdiendo el partido. «De todos modos, este no es un juego justo.»

«¿No?»

«No. El defensa que está lanzando todos estos pases, debería estar jugando por nosotros. El estaba en el distrito de Ponderosa, pero fue transferido a Jefferson cuando comenzó la secundaria. El es probablemente el mejor deportista que esta ciudad ha visto. Los rumores dicen que hubo muchos tratos ocultos con el entrenador de Jefferson para convencerle a hacerlo. El le prometió una beca en una universidad importante después de su graduación.»

«¿Tú sabes esto?»

«Todos lo saben, Juan. Incluso dicen que ahora tiene un problema con drogas, y la escuela lo esconde para que pueda seguir jugando por ellos. Ellos probablemente serán los campeones de todo el valle este año.»

«Estás hablando acerca de Craig Hansen, ¿no cierto?»

«¿Le conoces?»

«Conozco a su padre bastante bien. Es el hombre con quien desayuné cuando te encontré en el restaurante hace casi un año. Pienso que no sabes los hechos verdaderos. Craig es un muchacho grandioso, y te aseguro que no está consumiendo drogas.»

«Pero siempre nos abandonó.»

«No tienes ninguna idea de lo que sucedió, ¿no cierto? Hace dos años, la madre de Craig murió, y el negocio de su padre se quebrantó. Ellos ya no pudieron mantener su casa, y se fueron a vivir con su tía y su familia. No hubo manera como llevarlo al otro extremo de la ciudad para jugar con sus compañeros antiguos. Craig casi se muere por ello. Aun ahora, tiene muy pocos amigos en el equipo. Ellos aman su destreza, pero muy pocos se interesan en él como persona, y él está muy solitario.»

«Esto no es lo que escuché.»

«Pero es la verdad. Acompañé a su padre mientras pasaban por todo esto.»

«¿Por qué no lo dijo a nadie? El simplemente desapareció, y más tarde apareció jugando por nuestro rival odiado.»

«Estuvo demasiado avergonzado para intentar explicarlo incluso a sus compañeros de clase. Su problema es bastante parecido al tuyo.»

«¿Qué quieres decir?»

«El también sabe como se siente ver a sus amigos antiguos alejarse de él cuando le ven en la calle.»

«¡Gol para ti!» dije y sonrié a Juan. Nunca me doy cuenta cuando él viene acechándome con un ejemplo acerca de mi vida, hasta que es demasiado tarde. «Estoy haciendo lo mismo con Craig, lo que otros hacen conmigo.»

«Bueno, esto es solo una parte del asunto, Jacob. Tú estás atrapado en el mismo juego de ganar aprobación. Es así como funciona la cultura. Haz lo que ellos quieren, y te colmarán de afirmación. Haz algo que no les gusta, y ellos crucificarán tu reputación, sin importar los hechos.»

«Lo siento tanto por Craig. Nunca lo supe.»

«Y yo lo siento por ti, Jacob. Los sistemas religiosos tienen que jugar al juego de la aprobación para poder funcionar.»

«¿Y por eso pude pasar de ser la nueva estrella, a ser desechado y condenado, de un momento al otro?»

«Exactamente», dijo Juan. «Y por eso podrías volver a ser la nueva estrella mañana, si regresaras y les dijeras que todo fue tu culpa. Ellos celebrarían tu regreso tan rápidamente como te echaron fuera. Todo lo que les importa es que sigas jugando el juego de ellos.»

Ambos observamos el campo de juego, pero yo ya había perdido el hilo del partido. Entonces empecé a comprender. «Entonces, aunque ya no estoy allí, ¿sigo jugando el juego, no cierto?»

«Oh sí», dijo Juan con una sonrisa. «Es mucho más fácil salir del sistema, que hacer que el sistema salga de ti. El juego se puede jugar igualmente desde afuera como desde adentro. La aprobación que sentías entonces, vino de la misma fuente como la vergüenza que sientes ahora. Es por eso que te duele tanto escuchar los rumores, o ver a los amigos antiguos alejarse. Para decir la verdad, algunas de estas personas todavía se preocupan verdaderamente por ti. Solamente no saben como demostrarlo, ahora que ya no juegas por su equipo. Ellos no son gente mala, Jacob, solo hermanos y hermanos perdidos en algo que no es tan piadoso como ellos piensan.»

«Mi hija, Andrea, me contó que la semana pasada en la escuela escuchó por casualidad la conversación de dos profesores. Ella reconoció una de las voces como de un anciano de la Comunidad del Centro que enseña en su escuela, y escuchó que hablaban de mí. El dijo a su colega que yo había realmente dañado la iglesia, y que había escuchado que yo tenía un problema con el alcohol.»

«¿Cómo lo manejó ella?»

«Le pregunté qué pensaba ella, y su respuesta me sorprendió. ‘Bueno, papá’, dijo, ‘cuando uno cava un hoyo para sí mismo, supongo que tiene que echar el barro a alguien.’ Después se fue a jugar.»

Juan se rió tanto como nunca le había visto reirse. «¡Esto me gusta! Es asombroso, cuán fácil es para los niños descubrir el juego. En su mente no cambia quien eres tú, solo por causa de lo que otros hablan. Ella no juega el juego.»

«¿Pero por qué no puede esa otra gente ver cuán destructivo es este juego? ¡Ellos creen todas las mentiras!»

«Ellos no quieren verlo, Jacob. Los sistemas religiosos acechan la inseguridad de la gente. No han aprendido cómo vivir en el amor del Padre, seguir su voz y depender de él. En consecuencia, no pueden hacer nada que amenazaría su lugar en el juego, o se sentirían perdidos. ¿Te recuerdas de nuestro paseo por la Escuela Dominical hace un poco más de un año? Atamos a la gente a su necesidad de aprobación a una edad muy temprana, e intentamos explotarla por toda su vida.»

«Y una parte de este entrenamiento es marginar a aquellos que no se conforman.» Dejé escapar un suspiro profundo. «Yo ciertamente lo he hecho con otros. No tenía ninguna idea de cómo uno se siente al otro lado.»

 «El institucionalismo produce amistades basadas en el trabajo. Mientras están juntos en el mismo trabajo, pueden ser amigos. Cuando no lo están, la gente te trata como verdura malograda. Ahora sabes cómo uno se siente al otro lado. Una de las cosas más grandes que Jesús hace en ti ahora, es liberarte de este juego, para que puedas vivir profundamente en él, en vez de preocuparte de lo que los demás piensan de ti.»

«He sido torturado por esto toda mi vida.»

«Y mientras que necesitas la comprensión y la aprobación de la gente, seguirás siendo la víctima de cualquiera que se dispone a mentir acerca de ti.»

«¿Entonces debo simplemente aceptarlo?»

«Aprenderás la mejor manera de manejarlo. Pero ahora mismo necesitas entender que es tu necesidad, convencer a los demás de que tienes razón. Esta es tu necesidad, pero no es la necesidad de Dios. ¿Alguna vez te diste cuenta de cuán poco a Jesús le interesaba su reputación en público? Aunque la gente no le entendía, y le acusaban de cosas terribles, él nunca se levantó en su propia defensa, y nunca se dejó distraer de lo que el Padre le había mandado hacer.»

«O sea, él no jugaba el juego.»

«Correcto, Jacob, y él te ayudará a dejar de jugarlo. Y entonces te sorprenderás cómo serás capaz de ayudar a los demás a encontrar la misma libertad.»

«Bueno, ¡se acabó! Ya no jugaré el juego.»

Juan se rió otra vez. «Cuánto desearía que fuera tan fácil. Tú ya sabías que ellos estaban equivocados, pero seguías siendo afectado. ¿Cómo vas a parar así no más? Esto va a ser un proceso bastante largo. Incluso el dolor del rechazo es parte del proceso. El utiliza lo que sucede, para enseñarte a preocuparte más por lo que el Padre piensa de ti, que por lo que piensan los demás.»

«Por eso estoy tan entusiasmado acerca de nuestra nueva iglesia en casa. Podremos tratar los asuntos verdaderos como este.»

Esperé que él me iba a animar a hacerlo, pero él me miró como si yo no hubiero comprendido nada de lo que él había dicho. Primero no entendí por qué; pero después lo vi más claro. «¿Es esto el mismo juego también?»

«No necesariamente», respondió Juan, «pero podría serlo, con la manera como estás pensando hacerlo.»

«¿Por qué?»

«Si este será otro lugar para que encuentres tu identidad allí, y para que cubras tu vergüenza con la idea de que tienes una mejor manera de hacerlo que todos los demás, entonces estarás intentando satisfacer la misma sed, solo de una fuente diferente. Esto es lo que escucho cuando lo llamas un gran mover de Dios. Sigues hablando como alguien que compite contra sus hermanos y hermanas. Si estás en competencia contra algo, no puedes amarlo. Y mientras anotas puntajes, puedes estar seguro de que estás compitiendo.»

«¿Entonces no debemos hacerlo?»

«No dije esto, Jacob. Lo que espero, es que simplemente permitas que Dios te conecte con aquellos hermanos y hermanas con quienes él quiere que camines por ahora. Piensa menos en ‘comenzar algo’. Piensa simplemente en compartir tu vida en Dios con otros que están en un viaje similar. No alimentes tu necesidad de tener más razón que los demás.»

En este momento, alguien me agarró desde atrás con un abrazo de oso. Me pregunté quien podría ser, hasta que escuché sus palabras: «Te estaba buscando por un buen rato.» – Fue mi esposa, Laura. – «¿Dónde están las canchitas y la gaseosa?»

La abracé y me di cuenta de que el partido estaba por terminar. «Me encontré con alguien y me quedé conversando. Déjame presentarte. El es Juan, de quien te estaba hablando.»

«Estás bromeando», dijo, mientras extendió su mano hacia Juan.

El estrechó su mano y sonrió. «Es un verdadero placer conocerte por fin.»

«Bueno, tú no te ves como si tuvieras 2000 años», dijo Laura para mi vergüenza, mientras le miraba. Yo ya había olvidado mi idea de que él podría ser el apóstol Juan.

Intenté decir algo, pero Juan me ganó. «Las apariencias pueden engañar», dijo, guiñando con los ojos. «Me gustaría hablar más, pero tengo que encontrar unas personas antes que termine el partido. Espero que tengamos otra oportunidad para conversar, Laura.»

«Oh no, yo tenía tantas cosas que quería preguntarte.»

«Otro día, seguramente», dijo mientras la multitud estalló una vez más en gritos. Los Blue Raiders anotaron otro punto.

«¿No odias también a ese defensa?» preguntó Laura.

«Ya no», dije.

Laura me miró sorprendida. «¿Quién tiene que ver con eso?»

Nos volteamos para decir algo a Juan, pero él ya se había ido. Le buscamos en la multitud, pero ya no pudimos verle.

Mentiras inadmisibles

No tenía ninguna idea de qué hacer con la información que acababa de enterarme. Por fin tuve una ventaja sobre mi pastor antiguo, pero ahora no sabía qué hacer. Si lo hubiera sabido un año antes, no lo hubiera pensado dos veces.

Todo sucedió en un encuentro por casualidad en el supermercado. Yo había comprado un regalo para mi esposa y un almuerzo al paso, antes de ir a una cita a las 1:30. Mientras comí, apareció un vestido rojo delante de mi mesa, y vi una cara conocida, una que no había visto por un buen tiempo.

«¿Puedo hablar contigo por un momento?» preguntó Diana, muy agitada y mirando alrededor como si fuera perseguida por la policía.

«Claro que sí, toma asiento», dije con la boca llena, mientras acomodé mis cosas para darle espacio. Ella se sentó despacio, y no pude evitar notar cuan hermosa era, con su cabello largo, oscuro cayendo sobre sus hombros, y sus ojos azules vivaces. Pero sus cejas fruncidas, sus labios apretados y la tristeza en sus ojos me dijeron que ella no estaba bien. Yo la había conocido como una mujer joven, exuberante, que llegó a Kingston por sus estudios. Después de su graduación se casó con un hombre que comenzó a abusar de ella tan pronto como eran casados. Ella por fin se divorció, y nuestra congregación la había acompañado durante ese tiempo feo. Esto fue hace casi tres años. Desde entonces no la había visto.

«¿Estás bien?», pregunté.

«Estoy viviendo un día a la vez, pero no es fácil. Pero vine para ver como estás. Escuché lo que hizo Jim contigo, y he estado tan preocupada por ti y por Laura. ¿Están bien ustedes?»

«Gracias, Diana, por preguntar. Esto significa para mí más de lo que tú piensas. Ha sido muy difícil. Con dificultad pude volver al negocio, y estamos extrañando a mucha gente. Algunos de ellos siguen evitándonos en público, y otros reparten rumores horribles acerca de nosotros.»

Diana rebuscó otra vez todo el ambiente con su mirada, y jugó nerviosamente con su cabello. Después de un silencio incómodo, ella se acercó y dijo a voz muy baja: «Probablemente no debería decirte esto. Estoy tan avergonzada, y he jurado que nunca lo iba a contar a nadie.» – Ella mordió su labio y miró al vacío, buscando las palabras apropiadas. – «Acerca del pastor Jim …» – Ella luchó por retener el llanto que empezó a subir dentro de ella. – «Hay algo que tú no sabes…» Su voz se perdió.

Agarré su mano que estaba sobre la mesa. «Está bien, Diana. No necesitas decírmelo si te incomoda.»

«El se aprovechó de mí», dijo ella repentinamente y comenzó a llorar. Yo intenté pensar en algo que podía preguntarle, cuando ella volvió a controlarse lo suficiente para continuar. «Intenté no decirlo a nadie, pero cuando te vi aquí solo, supe que tuve que decírtelo.»

Me contó que había tenido un romance de tres meses con Jim. Durante el divorcio, y hasta casi un año después, ella había vivido en un cuarto aparte de su casa. Hacia el fin de su tiempo allí, ellos comenzaron una relación, y él incluso le dijo que estaba dispuesto a abandonar a su esposa por causa de ella. Ella todavía sentía un conflicto fuerte por lo que había pasado, y vacilaba entre culparle a él y culparse a sí misma. – «No debía haberme quedado allí. Fue una tentación demasiado grande para él, especialmente en los problemas que él tenía con su esposa. Ellos discutían todo el tiempo. Una mañana desperté, sabiendo que yo no quería ser esta clase de persona, y me fui de su casa.» – Las lágrimas corrieron por sus mejillas.

Yo no sabía qué decir. Me recordé de una conversación que había tenido con Jim, cuando Diana se había ido de su casa y ya no venía a la iglesia. Le había preguntado si algo había pasado con ella, y él solo había dicho: «Ella sentía que una congregación más jóven era mejor para sus necesidades.» Esto me parecía raro, en vista de que eran amigos.

Ella se levantó para irse. «No he dicho esto a nadie, y estaré dispuesta a negarlo si tú lo niegas, pero pensé que necesitas saberlo.»

La detuve por un rato: «Espera. Lo siento tanto por ti. ¿Hay algo que puedo hacer …?»

«Por favor, ni lo intentes», dijo ella. «Tengo que irme. Lo siento tanto.»

Me senté, muy pensativo. Yo siempre me había preguntado cómo mi relación con Jim pudo haber cambiado tan rápidamente. Pero esta noticia no me alegraba. Ya no tuve apetito y dejé el resto del almuerzo en el plato. Cuánto más pensaba, más me enojaba. Entonces el hombre que había mentido acerca de mí, estaba viviendo una mentira él mismo.

Al levantarme, volví por primera vez desde un buen tiempo a rebuscar el ambiente por la persona de Juan. Habían pasado casi cuatro meses desde nuestro encuentro en el partido, y yo pensaba en él siempre con mucho aprecio por las cosas que él me había ayudado a ver. Esta noticia me hizo desear hablar con él nuevamente.

No pude ver a Juan, y me frustré porque él nunca me había dado una manera de contactarle. No tenía ni su teléfono ni su dirección. Atravesé el supermercado para salir. Al pasar por el pilón en el centro, de repente le vi. Estaba sentado en una banca con un bebé jugando en su regazo, mientras hablaba con un hombre joven. Le miré sonriendo. Juan siempre encajaba tan naturalmente en su entorno.

Mientras me acercaba, el joven se levantó, estrechó la mano de Juan, recogió a su bebé y lo puso en un cochecito. El niñito se volteó para despedirse de Juan, moviendo sus manos en el aire, y Juan respondió con una sonrisa. Me senté a su lado. El me miró sorprendido, y su sonrisa se hizo más grande. «Jacob, qué bueno verte.»

«No puedo creer que estés aquí», dije. «Justo estaba pensando en ti.» Y señalando al joven con el bebé que se alejaban, pregunté: «¿Son amigos tuyos?»

«Podrían serlo ahora. Acabo de encontrarle en la banca donde esperaba a su esposa. Tuvimos una conversación agradable mientras jugábamos con Jason. El piensa que todavía no conoce a Dios, pero esto es solamente porque todavía no ha reconocido su mano en su vida. Pero esta es otra historia. ¿Cómo te va, Jacob?»

«No vas a creer lo que acabo de escuchar.»

«¿Acerca de qué?»

«¿Te recuerdas que una vez me preguntaste qué cosa escondía mi pastor, cuando él empezó a distanciarse de mí? Bueno, acabo de descubrir que tenía un romance con una mujer que vivía en su casa mientras pasaba por un divorcio.»

La sonrisa de Juan se apagó, y dio lugar a una expresión muy preocupada. Unas lágrimas aparecieron en sus ojos, y le escuché suspirar a voz muy baja: «Oh Dios, perdónanos.» – ¿Por qué yo me sentía entusiasmado acerca de algo que a él obviamente le dolió tanto?

«¿Lo sabes con certeza?» preguntó Juan.

«La mujer involucrada se me acercó hace unos minutos y me lo dijo. Dijo que pensaba que yo necesitaba saberlo.»

«¿Cómo estaba ella?»

«No se veía bien, pero no se quedó para hablar. Se fue corriendo tan pronto como me lo había dicho.»

Pude ver el dolor en los ojos de Juan. Después de un silencio incómodo, él volvió a hablar. «¿Qué harás acerca de eso?»

«No sé. Por eso quise hablar contigo. Estoy seguro de que él debe ser confrontado. Esto me reivindicará por fin.»

«¿De qué manera?»

«Demostrará que él es falso. Entonces todos lo sabrán.»

«¿Estás seguro de que quieres hacer eso?» – Los ojos de Juan se habían llenado de lágrimas.

«No, no lo quiero», dije, pero no sonó tan sincero. «¿Pero no debería alguien hacerlo?»

«Esto no te corresponde decidir. Tú eres responsable solamente por lo que tú tienes que hacer.»

«Pero nadie más lo sabe, Juan, excepto la mujer. Y no creo que ella hará algo.» – Juan quedó callado por un tiempo.

«¿Qué piensas tú que debo hacer?» pregunté por fin.

«No puedo decirte qué hacer, Jacob. Pero pienso que no debes asumir lo que es mejor, sino preguntar al Padre lo que él quiere. Pero esto ciertamente no es nada para sentirse triunfador.»

«Espero que no me he expresado así», dije.

Juan encogió los hombros. «¿Qué importa cómo te expresaste? Solo importa lo que es.»

«Pero quiero que este sistema fracasado sea expuesto tal como es. El me defraudó a mí, a esa mujer, y a la gente que asiste allí, y se puede salir con la suya.»

«Nadie se puede salir con la suya, Jacob. El está pagando por sus errores de maneras que tú nunca te puedes imaginar. No olvides que el pecado es siempre su propio castigo. Hace que él sea menos el hombre que Dios quiere que sea, y destruye a otros alrededor de él, aunque no saben por qué. La gente ya se da cuenta de lo vacío que él es, y de su lucha.»

«¿Pero no debe ser expuesto por lo que hizo? Quiero que la gente vea la verdad.»

«¿Todavía no la pueden ver, Jacob? Con todo, él es quien es, no quien aparenta ser.»

«Pero las cosas no parecen así. La gente piensa que él es un hombre piadoso.»

«Allí está el punto, ¿no cierto? Cuando no estás contento con la realidad, siempre te preocupas por la manera como las cosas parecen.»

«No lo pienso, Juan.» – Yo mismo me sorprendí por el enojo en mis palabras. El me estaba quitando la mejor arma que había tenido desde hace un año. – «El debe ser visto tal como es.»

«¿Acaso esto no ha sucedido ya? El ya ha traicionado una amistad para protegerse a sí mismo, y ha mentido a una congregación para desacreditarte. ¿No emana ya la arrogancia de toda su vida? ¿Por qué es peor para ustedes los evangélicos cuando es algo sexual?»

Admito que él me sorprendió en este punto. Yo pensaba que un fracaso sexual era peor que cualquier otra cosa. Después de un silencio sorprendido, respondí entre dientes: «Bueno, esto por lo menos lo hace obvio.»

«No te enojes conmigo. Yo no lo hice.»

«Lo siento, Juan. Solo estoy frustrado por la manera como respondes a esto. Yo pensaba que esto ayudaría para ganar gente para nuestro lado.»

«¿Cuál lado?»

«¡Tú lo sabes! Los que se oponen al falso sistema de la religión organizada, y se comprometen a seguir el modelo del Nuevo Testamento de las iglesias en casa.»

«Esto no suena como un lado donde yo quisiera estar. ¿Alguna vez me escuchaste hablar así?»

Ahora yo estaba casi furioso por la manera como Juan había llevado esta conversación. – «Tú eres quien me ayudaste a ver los fracasos de la religión organizada.»

«Es una cosa comprender el fondo de las cosas, y es otra cosa muy diferente estar en contra de ellas. Sí, estoy muy a favor de que los creyentes aprendan a caminar juntos en una comunión verdadera. Pero todavía ni hemos empezado a hablar de cómo esto podría suceder.»

«¿Y acaso no produce este sistema siempre lo mismo – hombres como Jim, que pretenden ser líderes mientras mienten y devoran a los demás? Estoy harto de ello, Juan.»

«No todos ellos son falsos, Jacob. No todos los grupos se vuelven tan destructivos como el tuyo. Aquellos que ven a los líderes como si tuvieran alguna unción especial, son los que más caen en el engaño. Parece que aquellas personas que reciben más autoridad humana, son las que menos saben decir ‘no’ a sus propias codicias y deseos. Pero no todos terminan así. Algunos son verdaderos siervos que quieren ayudar a los demás, y han llegado a creer que esta es la mejor manera de hacerlo. Hay que distinguir entre el fracaso del sistema, y los corazones de las personas que están dentro.
Cualquier sistema humano, finalmente va a deshumanizar a la misma gente a la que pretende servir; y los que resultan más deshumanizados son aquellos que piensan que lo están dirigiendo. Pero no todos están entregados a las prioridades del sistema. Muchos caminan dentro del sistema sin entregarse a él. Ellos viven en la vida del Padre y ayudan a otros con su gracia, cuando él les da la oportunidad.»

«No me importa todo eso, Juan. Solo quiero que el fracaso de Jim sea expuesto ante el mundo.» – Sentí como mi cara se calentaba de ira, y mis manos formaron puños.

«¿Por qué estás tan enojado, Jacob?»

Por fin me relajé, y suspiré profundamente. Realmente no quise pelear con Juan. Quise escuchar lo que él tenía que decir. – «No estoy seguro qué quieres decir», dije, más averiguando que defendiéndome.

«No sé. Tu respuesta a lo que dije me parece desproporcionada en relación a lo que estábamos hablando. Me gustaría saber qué más te está frustrando.»

Pensé por un momento. «Lo único que pensé haber entendido por fin, fue ya no dejarme tiranizar por las opiniones de la gente. Durante las últimas semanas ya no sentí esa vergüenza al encontrarme con gente de mi antigua congregación. Esto me ha bendecido.»

«Y así debe ser», dijo Juan sonriendo.

«Pero ahora tú has volteado todo esto en contra de mí. Tú solo piensas que quiero vengarme de Jim.»

El puso su brazo sobre mi hombro. «No, Jacob, esto no es verdad. Créeme, yo sé cuan duro es esto. Pienso que estás pasando increíblemente bien por esta transición. Solo quiero que no lo hagas más difícil para ti mismo.»

«Me parece que estoy luchando en muchas áreas, Juan. Volver al negocio ha sido como un juego al azar. La semana pasada, un gran negocio se deshizo en el último minuto. Me hubiera dado seguridad para varios años. Apenas llego al fin del mes, y nunca sé como pasar el siguiente. Yo esperaba ya tener una vida mucho más estable ahora.»

«¿Quizás estás buscando la estabilidad en el lugar equivocado?»

No me gustó tener que preguntar: «¿Qué significa esto?»

«Jacob, tú estás acostumbrado a medir la estabilidad por tus circunstancias, y por tu capacidad de ver con meses de anticipación cómo saldrán las cosas.»

«¿Y esto está mal?»

«No diría que está mal. Solo diría que esto no te ayudará a caminar en este reino. Cuando miramos al futuro, no escuchamos al Padre. Cualquier cosa que hacemos para garantizar la estabilidad según nuestras propias ideas, nos quitará la libertad de simplemente seguirle hoy. Recurrimos a nuestra propia sabiduría, en vez de seguir la suya. La libertad más grande que Dios puede darte, es confiar en su capacidad de cuidarte cada día.»

«Esto es donde siempre me confundo, Juan. Tengo suficiente para hoy – suficiente dinero para cubrir nuestras necesidades, suficiente comunión para animarme hoy, y suficiente gracia para soportar los rumores. Pero cuando miro más allá, me preocupo. No veo cómo resultará esto a largo plazo.»

«Todos hemos estado en esta situación, Jacob, y lo comprendo. Pero esto es porque todavía no podemos ver lo que Dios hará. Solo podemos ver lo que nosotros podemos hacer. Tú piensas que exponer el romance de Jim arreglará todo, cuando en realidad no arreglará nada. La gente que no puede ver su arrogancia, tampoco se convencerá de su fracaso moral. Si él ya ha sido infiel, tampoco le importará mentir acerca de eso.»

«Nunca he pensado en esto. Pero me molesta que la gente piense que él es tan justo.»

«Pero ellos solo piensan que es así. Es una ilusión, y aunque las ilusiones pueden ser poderosas, siguen siendo ilusiones.»

«Pero la mayoría de la gente vive en estas ilusiones.»

«Solo porque ellos lo quieren, Jacob. Yo no quiero que tú vivas así. Tu pareces ahora como el chico malo, pero sabes que no es verdad. Tú pareces estar al borde de la bancarrota, pero no lo estás. No permitas que las apariencias se vuelvan tu realidad.»

«Pero quiero que los demás sepan la verdad, Juan. ¿Por qué deberían seguir viviendo en sus ilusiones?»

«Si el Padre quiere que sepan la verdad, la sabrán.»

«Pero yo soy el único que lo sabe, excepto los dos que tienen todo el interés en esconderlo.»

«Sí, así es como parece, Jacob.»

«Pero si nosotros no hacemos nada, Dios tampoco puede hacer nada. Por lo menos esto es lo que siempre aprendí.»

Juan se rió. «Y esta es la mentira más grande que escuché hoy.»

«¿Realmente?»

«¡Realmente! Dios tiene tantas maneras de hacer lo que quiere hacer.»

«¿Pero no somos nosotros parte de ello, Juan?»

«Somos parte, pero no la parte más grande. Solo necesitamos hacer lo que Dios pone en nuestro corazón que hagamos. Dudar de su capacidad de obrar más allá de nuestras posibilidades, no es la mejor manera de escucharle. La gran mentira de este universo quebrantado, es que no podemos confiar en Dios y que tenemos que ver por nosotros mismos.
Esta es la mentira que atrapó a Eva. La serpiente la convenció de que no podía confiar en Dios, y que Dios tenía motivos malos. Al no confiar en Dios, ella hizo lo que le parecía lo mejor para ella misma. Pero el tiro salió por la culata, ¿no cierto? Esto siempre sucede, Jacob. Nuestros peores momentos vienen cuando agarramos para nosotros algo que el Padre no nos ha dado.
Debemos vivir en su capacidad, no en la nuestra. Recuerda lo que dicen las Escrituras acerca de su capacidad: ‘Y Dios es capaz de hacer abundar toda gracia sobre vosotros, para que en todas las cosas y en todo tiempo, teniendo todo lo que necesitáis, abundáis en toda buena obra.’ – ‘Ahora, al que es capaz de hacer sobremanera más que todo lo que pedimos o imaginamos, según su poder que obra en nosotros …’ – ‘Sé en quien he creído, y estoy convencido de que él es capaz de mantener lo que le he encomendado en aquel día.’ – ‘Por tanto, él es capaz de salvar completamente a los que se acercan a Dios por medio de él, porque él vive para siempre para interceder por ellos.’ – Y, ‘él es capaz de manteneros sin caída, y de presentaros ante su presencia gloriosa sin mancha y con gran gozo.’
Entonces, hay un tremendo montón de capacidad que se desperdicia cuando pensamos que tenemos que hacer todas estas cosas nosotros mismos. Nuestros problemas más grandes vienen cuando intentamos hacer algo para Dios que creemos que él mismo no puede hacer.»

«Entonces ¿qué haré, quedarme sentado y esperar a Dios?»

«¿Quién dijo algo de quedarte sentado? Aprender a confiar en el Padre es la parte más difícil de este viaje. No tenemos ninguna idea de las acciones que la confianza produce. Mientras le sigas, Jacob, encontrarás que harás más que nunca. Pero no será la actividad frenética de una persona desesperada; será la simple obediencia de un niño amado. Esto es todo lo que el Padre desea.»

«¿Se aplica lo mismo a la comunión, Jacob?»

«Es aun peor allí. Cuando un grupo de creyentes actúan juntos por miedo de que Dios no obrará por ellos, en vez de confiar en él, entonces resulta una mentalidad grupal con resultados aun más desastrosos. Ellos confundirán su propia agenda con la sabiduría de Dios. Puesto que buscan la afirmación unos de los otros, nunca lo cuestionarán, aun cuando las consecuencias dolorosas ya son obvias.»

«Esto da miedo, Juan.»

«Lo he observado por muchos, muchos años. He visto el nombre de Dios puesto sobre las absurdidades más increíbles.»

«¿Y esto no te enoja?»

«Sí, lo hizo, lo admito. Pero me he dado cuenta de que él es más grande que todo lo que nosotros podríamos hacer para ensuciar su nombre. Su propósito vencerá sobre los fracasos más grandes de la humanidad, a su favor.»

«¿Qué significa esto para la comunión? ¿Te recuerdas que te hablé de esta iglesia en casa que comenzamos, la última vez que nos vimos?»

«Sí, ¿cómo va?»

«Comenzó muy bien, pero se ha enfriado un poco. La gente viene solo cuando les conviene, y cuando vienen, ellos esperan que alguna otra persona haga todo por ellos. Pasamos mucho tiempo simplemente mirándonos, intentando descubrir qué es lo siguiente que deberíamos hacer. La gente no es lo suficientemente comprometida para que funcione.»

«Si esto necesita compromiso, ¿quizás algo les falta?»

«¿Por ejemplo?»

«No sé. Hambre … realidad … la presencia de Dios, quizás. Podrían ser muchas cosas, pero si no lo resuelven, entonces no importa lo que hagan juntos, no estarán celebrando la realidad de Dios, sino la sustituirán por otra cosa. Y no hay ningún sustituto por Dios mismo. Es por eso que tantas veces intentamos obligar a la gente que venga a una reunión, en vez de equiparlos para vivir en él. Cuando la gente descubre lo que significa vivir en el Padre, ellos no necesitarán ningún compromiso para tener comunión. El mismo será suficiente para hacerlo.»

«¿Pero no es a través del cuerpo que aprendemos a confiar en él?»

«De hecho, es al revés. La confianza no fluye desde la vida del cuerpo; la vida del cuerpo comienza donde hay confianza.»

«¿Y si la gente no sabe como confiar?»

«Ciertamente podemos ayudarnos unos a otros a crecer en la confianza; pero este crecimiento es un requisito para compartir la vida; no es su fruto. ¿Te recuerdas de tus tiempos en la Comunidad del Centro? ¿Cuántas decisiones y reglamentos se hicieron porque tenían miedo – de que la gente no venga, de que no estarían creciendo, de que no entrarían ofrendas, o de que la gente se desvíe y se pierda?»

«Probablemente 90%», respondí. – «La mayoría de nuestras discusiones tenían que ver con nuestras preocupaciones de que alguien cometería un error, que nos heriría a nosotros o avergonzaría la congregación.»

«Entonces, 90% de lo que hicieron fue basado en el miedo, no en la confianza. Y tú contagiaste a los demás con la misma inseguridad, para mantenerlos involucrados. Todavía no has visto lo que puede ser la vida del cuerpo, cuando la gente crece en la confianza en Dios, en vez de vivir en miedo.»

Yo había olvidado que tenía una cita a la 1:30, hasta que por casualidad miré el reloj en la pared del supermercado. Ya fue la 1:40.

«Tengo que correr, Juan. Tenía que encontrarme con un cliente en la oficina hace diez minutos. Pero quiero proseguir más con esto. ¿Puedes darme un número de teléfono donde te encuentro?»

«No puedo darte ningún número, Jacob. Estoy viajando demasiado para tener un teléfono.»

«¿Correo electrónico?»

«No, lo siento.»

«Tú quieres que confíe en el Padre para esto también?»

«El lo ha hecho bastante bien hasta ahora, ¿no cierto?» dijo Juan, guiñando con el ojo. Yo me reí para confirmarlo. «¿Entonces por qué no quedamos así?»

«Pero me gustaría que vengas a nuestra iglesia en casa para compartir algún día. Les he comentado acerca de algunas de nuestras conversaciones, y les gustaría conocerte.»

«Me gustaría venir algún día. ¿Cuándo se reúnen?»

«Normalmente los domingos por la noche. ¿Podrías venir esta semana?»

«No, no estaré en la ciudad el fin de semana. Déjame pensarlo, y después te llamaré», respondió Juan.

Le di mi tarjeta. «Lo siento que tengo que correr. Pero por favor llámame.» – Le escuché decir que sí, mientras corrí al estacionamiento donde estaba mi carro.

Un relámpago rojo llamó mi atención. Fue Diana, saliendo de una tienda, abrazada con un hombre que empujaba un cochecito. Era el mismo hombre que yo había visto con Juan antes. Ella le sonreía, y yo me quedé pensando de qué se trataba todo esto.

Una caja de cualquier manera

«¿Y tú piensas realmente que ese Juan fue uno de los apóstoles originales?» preguntó Ben, asomándose sobre el sofá.

«¿Quién te dijo esto?» pregunté, volviéndome de la ventana y mirando hacia la sala.

Ben señaló a mi esposa, Laura, que sonrió. «Esto fue lo que pensabas antes.»

«Ahora esto suena un poco pretensioso, ¿no?» – Ben me miró mostrando sus dientes. El y yo habíamos dirigido una célula juntos en la iglesia Comunidad del Centro, y él me había buscado después que salimos de la iglesia, para comenzar esta iglesia en casa. El tenía un carácter bondadoso, a pesar de sus bromas.

«Sí, tienes razón, pero deberías haber estado allí cuando me encontré con él. Fue muy raro. Más tarde pensé en como Jesús le dijo a Pedro que no se debía comparar con Juan, incluso si Juan se quedaba hasta que Jesús vuelva. Entonces sumé dos y dos …»

«… y te salió diecisiete», dijo Ben, explotando de risa, como también los otros en la sala. Casi veinte de nosotros esperábamos la llegada de Juan. Algunos estaban sentados en la sala, mientras otros trabajaban en la cocina y llevaron platos al patio donde preparábamos nuestra comida juntos. Juan me había llamado hace tres días para decir que iba a estar en la ciudad y podía visitar nuestro grupo.

«¿Qué piensas acerca de él ahora?»

«Para ser honesto, ya no me importa mucho quién es él. De todas maneras estoy convencido de que él conoce al Padre a quien yo quiero conocer, y sigue al Jesús a quien yo quiero seguir. El me ayudó a vivir las cosas que ardieron en mi corazón por años.» – Este grupo ya sabía acerca de mis conversaciones con Juan, porque las mencioné a menudo en nuestros tiempos juntos. Ellos estaban entusiasmados por conocerle por fin, y yo estaba un poco preocupado de que podrían estar menos impresionados que yo.

«Pero pienso que es mejor que no mencionemos todo eso», supliqué. «El va a venir con algunas otras personas, y no quiero hacerle sentir mal.»

«¿A quién trae?» preguntó Marcia, la esposa de Ben. (Estábamos en la casa de ellos.)

«No me lo dijo, y pensé cuántos más, más divertido será.»

Se escuchó un carro deteniéndose. «El está aquí», dije. «Y parece que una pareja joven viene con él. Están sacando a un bebé del asiento de atrás.»

«Y no tenemos a otros niños aquí…» dijo Marcia un poco decepcionada. «Deberíamos haberlos traído también.» – Habíamos decidido dejar a nuestros hijos con otras personas esta noche, y no se me había ocurrido decirlo a Juan.

Juan me hizo señales a través de la ventana. Detrás de él vi a Diana, y al hombre que había estado con Juan en el supermercado. ¿Por qué los traía a ellos?

Ben abrió la puerta, y Juan extendió su mano. «Soy Juan, y esta pareja son amigos míos. El es Jeremy, su esposa Diana, y su hijo Jason.»

«Yo soy Ben», dijo él, y señalando hacia atrás: «y ella es mi esposa Marcia. Nos alegra conocerte.» – Entraron a la sala, y otros se presentaron. Mi esposa saludó a Diana y a su esposo. Me junté con ellos después de saludar a Juan.

Diana me miró cuando me acerqué. «Espero que esto no les incomode. Jeremy y yo hemos pasado muchas cosas desde que hablé contigo. Juan pensó que nos gustaría estar aquí.»

«Me alegro de que estén aquí», dije, aunque no me sentía así. «Me sentí horrible cuando te fuiste corriendo.»

«Yo sé. Todo fue la idea de un momento cuando te vi allí, y después me sentía muy tonta. Al mismo tiempo que hablé contigo, Jeremy se encontró con Juan. Hicieron amistad, y Juan me ayudó a arreglar algunos asuntos, y nos mostró que Dios es más grande que los fracasos de otras personas.»

Cuando nos reunimos alrededor de la mesa llena de comida, yo hablé: «Permítanme presentarles a Juan. Les he contado mucho acerca de él, y estoy muy agradecido de que Dios haya traído a este hombre a mi vida. Tenemos una relación un poco extraña, porque él llega y se va sin mucho control de mi parte; pero él realmente me ayudó.» – Dirigido hacia él, añadí: «Juan, pensábamos simplemente comer y conversar contigo. ¿Cómo te parece?»

«Suena como familia», dijo Juan con una sonrisa. «Pero antes de esto, quisiera que todos conozcan a Jeremy, Diana y a Jasoncito», dijo, señalándoles con la mano abierta mientras dijo sus nombres. «Los conocí hace unos meses, y ellos comenzaron de nuevo a seguir a Jesús, y quisieron conocer a otras personas en este viaje.» – Ben comenzó con un coro de alabanza, y entonces invitó a Juan, Jeremy y Diana que se sirvieran primero. Juan rehusó, diciendo que querían ser parte de la familia, no invitados especiales. Intentamos argumentar con él, pero por fin cedimos, y todos formaron una fila para servirse. Me puse al lado de Juan y dije a voz baja: «¿Estás seguro de que fue sabio traer a Diana?»

«¿Por qué no? Pensé que ustedes todos podrían ser una gran ayuda para ellos.»

«Lo aprecio, pero su presencia levanta tantas cosas del pasado.»

«¿Y está mal eso?»

«No sé. Preferiría no distraerme con todo eso.»

Juan sonrió. «No se trata solamente de ti, Jacob. No te protejas a ti mismo a expensas de otra persona. Le quitarías a Jesús una oportunidad de hacer algo asombroso en ustedes dos.» – Con esto me dio una palmada en la espalda, y señaló hacia la comida. Fuimos los últimos en servirnos. Después de llenar mi plato, volví a la mesa grande. Laura estaba sentada con Jeremy y Diana.

La gente seguía presentándose, y sacaron más información de Juan en pocos minutos, que yo en los últimos dos años. El había nacido en el extranjero y vive actualmente en el norte de California, pero viaja mucho. Había sido casado, pero él y su esposa nunca podían tener hijos. Ahora era viudo. Le preguntaron de qué vivía, y él dijo que había hecho muchas cosas, pero ahora pasaba la mayor parte de su tiempo ayudando a la gente a acercarse más a Jesús. – El también hizo muchas preguntas y descubrió muchas cosas acerca de los demás durante la comida.

Jason se puso intranquilo en el regazo de Diana, y pude ver unas miradas molestas, y me di cuenta de que Diana no había comido casi nada. Juan también se dio cuenta. Se levantó y preguntó si podía cuidar a Jason por unos momentos, y volvió a su asiento con Jason acurrucado en sus brazos.

«¿Ustedes todos no tienen niños, o debía yo haber conseguido a alguien que cuide a Jason?», preguntó Diana.

Laura respondió: «No, está bien. Tenemos muchos niños, pero pensábamos que íbamos a ser más libres para conversar si ellos no nos distraían.»

«Lo siento. No lo sabía.»

«Por favor, no te preocupes. Nos alegramos de que estés aquí, y Jason también», dijo Marcia. Jason se había acomodado en los brazos de Juan y estaba fascinado por la cuchara que Juan usó para divertirlo.

Mientras yo intenté encontrar unas palabras para introducir una discusión más centrada, Juan habló: «No me parece lo mejor, ver a los niños como distracciones. Jesús no los vio así. Ellos se sentían atraídos por él, y él disfrutaba de ellos. Cuando otros querían espantarlos, él les dijo que no lo hagan. Si no estamos dispuestos a recibir a los más pequeños en sus debilidades, probablemente tampoco estamos listos para recibirnos unos a otros en nuestras debilidades.»

«¿Entonces qué debemos hacer con los niños?», preguntó Ben. «Esto ha sido un gran asunto entre nosotros.»

«¿Se ha reunido tu familia la última navidad?»

«Sí. Eramos muchos, quizás más de cincuenta personas.»

«Cuando planearon esto, ¿preguntó alguien qué hacer con los niños?»

«No», dijo Ben, riéndose. «Ellos son parte de la familia.»

«¿Y por qué debería ser diferente en la familia del Padre?»

Ben no sabía qué decir, y Marcia se interpuso: «Porque estamos intentando tener una reunión, y los niños se aburren. Pienso que debemos proveer algo para ellos también.»

«Entonces quizás no deberían esforzarse tanto por tener una reunión», dijo Juan, mientras seguía jugando con Jason. «Sean una familia y dejen que los niños sean parte, como hacen en vuestras fiestas familiares. Inclúyanlos donde pueden, y déjenlos ser niños a veces, cuando ustedes se ocupan en cosas que son menos interesantes para ellos.»

«Pero son demasiados para simplemente soltarlos. Y es difícil encontrar a alguien que salga con ellos, porque nadie quiere perderse la reunión.»

«¿Quién habló de soltarlos? Ámenlos. Inclúyanlos como parte significativa de la familia dondequiera que puedan. ¿Ustedes normalmente comen juntos?»

«A menudo. Pensamos que es parte de compartir la mesa del Señor.»

«¿Tienen una mesa de niños?»

 Sentí que esto no iba a acabar bien, pero los demás no tenían ninguna idea de la forma de pensar tan diferente de Juan. «Por supuesto, ¿no lo hace así todo el mundo?»

«De hecho, no. Comer juntos es algo de lo más sencillo que una familia hace juntos. Si están separando a los niños ya allí, entonces se están perdiendo algo extraordinario. Mézclense, y no se sienten por familias. Siéntense junto con un niño de otra familia, y descubran qué es importante en su vida. ¿De qué disfruta? ¿Cómo le va en la escuela? O agarra unos bloques y échate al piso con un niño de dos años.
Y mientras cantan o comparten, no tengas a tu propio hijo en tu regazo, porque tendrás una lucha para que aparente participar. Toma a otro niño en tu regazo y haz que sea un juego para él. ¿Sabías que lo más significante para el éxito de un niño es tener relaciones amistosas con adultos que no son sus parientes? El mejor regalo que puedes dar a los niños de las otras familias, es el mismo regalo que pueden darse unos a otros: el regalo de la amistad. Y cuando los niños salen para disfrutar de un tiempo juntos, no manden a nadie a ‘cuidarlos’. Tómenlo como una oportunidad para algunos de ustedes, de edificar una relación con una parte significante de vuestro grupo – no importa si son bebés o adolescentes.»

«Pero si no tienen una clase de Escuela Dominical, ¿cómo recibirán instrucción?», preguntó Marcia.

Antes que pudiera responder Juan, Laura extendió sus brazos para recibir a Jason. «¿No lo has tenido ya suficiente tiempo?», suplicó.

Con una sonrisa y un beso en la frente de Jason, le entregó a Laura, después agarró su tenedor. «¿Cuántos años tienen tus hijos, Marcia?»

«Diez, siete y tres.»

«Si tienes algo que deseas compartir con ellos, hazlo. Pero no pienses que esta es la mejor manera de aprender.» – Con esto, levantó su tenedor. – «¿Te recuerdas haber enseñado a tus hijos cómo usar un tenedor?»

«No exactamente …»

«Pero ellos todos lo usan, supongo. ¿Los enviaste a una Escuela del Tenedor, o les mostraste una presentación multimedia acerca de la fabricación y el uso de un tenedor?» – Todos se rieron. – «Suena tonto, ¿no cierto? Pero si pensamos que la vida en Cristo es adquirir conocimientos, en vez de vivir en él, entonces haremos toda clase de cosas tontas. Vuestros hijos saben cómo usar un tenedor porque lo aprendieron en la vida. Ustedes probablemente pusieron el tenedor en sus manos, pero agarrándoles para que no se punzaran en su ojo. Después les ayudaron a llevar el tenedor a la boca; y cuando tenían suficiente confianza para que no se iban a lastimar, ustedes les dejaron hacerlo solo. Vivir la vida de Jesús es mucho más como aprender a usar el tenedor, que estar sentado en reuniones. Los niños aprenderán la verdad a medida que ustedes les ayudan a aprender a vivirla.»

Me sorprendí cuando Roary habló, porque él es uno de los hombres más callados en el grupo. «Me gusta lo que estás diciendo acerca de los niños. Nunca pensé en ellos de esta manera. Pero estás hablando acerca de algo más grande que esto, ¿no cierto?»

«Tienes razón, Roary. Lo que estoy diciendo, afecta también la manera como ustedes se tratan unos a otros. Si realmente quieren aprender a compartir la vida de Jesús juntos, será más fácil pensar de ello como una familia que ustedes aman, y no como una reunión a la que asisten.»

«Esto me gusta. Nos enfocaríamos más en nuestras relaciones que en nuestras actividades», sugirió Ben.

«Exactamente», respondió Juan. «Y se enfocarían más en su relación con Dios también. El es la primera relación. Toda experiencia valiosa en vuestra vida juntos vendrá desde vuestra vida en él.»

«Pienso que es por eso que realmente deseamos hacer lo correcto en esta iglesia. Todos hemos desperdiciado tantos años en la iglesia institucional, y no hemos encontrado la vida de Dios que deseamos», continuó Ben.

«¿Lo han encontrado aquí?», inquirió Juan.

«Todavía no, pero estamos trabajando en esto.»

«Cuéntame acerca de vuestra vida juntos.»

«Bueno, nos reunimos los domingos por la noche, normalmente con una comida y comunión, después tenemos un tiempo de alabanza y pasamos a un estudio.»

«Déjame adivinar», dijo Juan mientras se acercó más. «Al inicio, cuando se saludan y comen, hay mucha energía y entusiasmo. Pero en el momento que comienza la reunión, las cosas se vuelven incómodas. Aun vuestro compartir parece un poco forzado y artificial. Cuando por fin termina, la energía y el entusiasmo vuelven mientras la gente se despide y se va. ¿Estoy cerca?»

«¿Jacob le ha soplado esto, o qué?» – Marvin se rió. Yo levanté mi mano y sacudí mi cabeza para aclarar que no. Marvin había sido pastor de otra iglesia en la ciudad, pero se decepcionó con la mucha energía que se requería solamente para administrar la institución. El había entrado al ministerio para poder tocar las vidas de la gente, y terminó siendo el gerente de una institución que ni siquiera le gustaba. Había renunciado hace tres años, y nos encontramos en nuestro propio barrio.

«No fue necesario», sonrió Juan. «Desafortunadamente, muchos grupos en casa luchan con esto.»

«Para ser honesto, yo normalmente temo el inicio de la reunión, y me alegro cuando termina», dijo Marvin.

«¿Hay otros que se sienten igual?», pregunté, y muchos señalaron que sí.

«Mientras vemos la vida de la iglesia como una reunión, nos perdemos su realidad y su profundidad. Para decir verdad, las Escrituras nos dicen muy poco de cómo se reunía la primera iglesia. Pero nos dicen un montón de cómo ellos compartían su vida juntos. Para ellos, la iglesia no era una reunión ni una institución, sino una familia viviendo juntos bajo el Padre.»

«¿Sugieres que no nos reunamos?» interrumpió Marcia, un poco molesta.

«No, Marcia, no estás entendiendo. Reunirse no es el problema. Pero es demasiado fácil quedar atrapado en una forma de reunión que es artificial y contraproductiva. Es por eso que ustedes se sienten incómodos.»

«Sí, pero no tenemos ningún grupo de alabanza, y no es la misma persona que nos enseña cada semana. ¿No es esto más relacional?»

«Puede ciertamente serlo. Pero puede también ser una copia menos controlada de la misma dinámica. Estamos intentando recibir de nuestros hermanos y hermanas lo que no encontramos en el Padre mismo. Esto es una receta para el desastre. Nada de lo que hacemos juntos como creyentes, podrá llenar nuestra falta de relación con Dios mismo. Cuando ponemos la iglesia en este lugar, la convertimos en un ídolo, y los demás siempre nos decepcionarán.»

«¿Es por eso que Jacob dice que estás en contra de la iglesia en casa?», preguntó Marvin.

«No me recuerdo haber dicho esto», dijo Juan y me miró con una mirada interrogante. «Esta no es mi manera de pensar. Pero sí intenté hacerle pensar más allá de esto, como lo quiero para ustedes también.»

«Pensábamos que la iglesia en casa es una forma más bíblica de iglesia. Ofrece más participación, y es menos controlado por un clero; no exige tanto tiempo y recursos, y es más relacional que la iglesia institucional. ¿No es cierto esto?»

«¿Tan solo porque se reúnen en una casa?» – La expresión escéptica en la cara de Juan lo dijo todo. – «Esto no siempre se aplica a los grupos en casa que conocí. Muchos tienen gente que intenta controlar a los demás. No me malentiendan; me gustan las prioridades que acababas de mencionar; y estoy convencido de que un hogar es el mejor lugar para vivirlas.

Pero yo conozco a personas que se reúnen en locales de iglesia y son increíblemente relacionales; y conozco a personas que se reúnen en casas pero no lo son. Lo que importa no es el lugar de reunión. Lo que importa es si ustedes están atrapados en juegos religiosos, o si se están ayudando unos a otros a descubrir la relación increíble que Dios desea tener con nosotros.»

«¿No se reunió la primera iglesia solamente en casas, especialmente cuando se extendió más allá de Jerusalén?», añadió Ben.

«Hasta donde sabemos, sí.»

«Entonces esta es la manera como debemos hacerlo», afirmó Marcia.

«Marcia, Marcia, ¿por qué amas esa palabra?»

«¿Cuál palabra?»

«La misma palabra que Juan no ha usado toda la noche», interrumpió Roary, y se dirigió a Juan. «Te he escuchado cuidadosamente, y no has usado la palabra ‘deber’. ¿Lo hiciste intencionalmente?»

«¿Por qué preguntas?»

«A mí me decían toda mi vida lo que debía hacer y no debía hacer, especialmente en asuntos religiosos. Pero tú no has hablado en estos términos. Parece que tú no lo ves como decisiones entre lo correcto y lo equivocado, sino simplemente como vivir en una realidad que ya existe. Pensé que nos ibas a decir cómo debíamos hacer iglesia.»

«Si hay algo que yo diría que debemos hacer, entonces sería dejar de ‘hacernos deber’ a nosotros mismos y a los demás.» – Algunos se rieron, y varios miraron a su cónyuge como preguntando qué acababa de decir. – «Ciertamente hay cosas que son correctas, y cosas que son equivocadas. Pero esto lo sabremos por cierto solamente en Jesús. Recuerden, ¡él mismo es la verdad! Nunca podrán seguir los principios de él, si no le siguen a él mismo primero.»

Las palabras de Juan parecían permanecer en el aire durante un largo silencio. Pude ver los engranajes girando en las mentes de todos alrededor de la mesa. Yo había pasado por lo mismo antes, y sabía cómo ellos se sentían.

Por fin Marcia habló, casi con lágrimas: «Pienso que tienes razón, Juan. Yo sigo las reglas porque no sé como seguir a Jesús de la manera que tú dices. Yo solo intento hacer lo correcto, y estoy cansada de ser atacada por personas que dicen que estamos en rebelión si no estamos en uno de esos locales de iglesias los domingos por la mañana.»

Juan se dirigió a ella. «Yo sé que esto no es fácil. Pero tan solamente porque la gente dice que una cosa es así, todavía no es necesariamente así. Jesús nos enseña como vivir libres. Otros se sentirán amenazados por eso, y tú misma te sentirás así a veces. El sistema tiene que devorar lo que no puede controlar.»

«Por eso estamos en contra de la institución», dijo Marvin.

«Quizás estamos hablando acerca de dos cosas diferentes, Marvin. Yo quiero exponer el sistema de obligaciones religiosas, en cualquiera de sus formas que mantiene cautiva a la gente. Pero esto no es lo mismo como estar en contra de la institución. No te sientas amenazado por la institución. Hay mucha gente dentro a quienes el Padre ama; y él seguirá atrayéndoles a su vida, igual como lo hace con ustedes. Mientras tú reaccionas contra la institución, ella sigue controlándote.»

Después de unos momentos, Marvin suspiró frustrado. «No sé, Juan. Yo siempre pensaba que la institución que dejé no funcionaba porque tenía los principios equivocados. Pensé que por fin íbamos a descubrir los principios correctos, para que por fin pudiésemos experimentar la verdadera vida de la iglesia.» – Varios alrededor de la mesa expresaron su acuerdo. – «¿Pero tú no lo ves así?»

«No. Yo sí pienso que estás encontrando principios mejores – principios que reflejan más adecuadamente la vida de los primeros creyentes. Pero entiende que no fue el seguir principios lo que produjo su vida juntos. Podemos observar lo que sucedió mientras ellos seguían a Jesús; pero copiar eso no producirá la misma realidad.

Jesús no nos dejó un sistema; él nos dejó su Espíritu. El nos dio al Espíritu Santo como un guía, no como un mapa. Los principios por sí mismos no van a satisfacer tu hambre. Es por eso que los sistemas siempre prometen un avivamiento futuro que nunca llega. No pueden producir comunidad, porque son diseñados para mantener a la gente aparte.»

«¿Por qué dices esto?»

«Al enfocar los servicios o rituales, hacen que la mayoría sean solo espectadores. Al levantar normas y motivar a la gente a conformarse con las normas, solo animan a la gente a aparentar algo que no son, o a aparentar que saben más de lo que saben en realidad. Se desanima a aquellos que quisieran expresar preguntas y dudas; y la gente no puede manejar los asuntos que están escondiendo.

Por tanto, las relaciones se vuelven falsas y superficiales. La gente se siente aislada, y se enfoca aun más en sus propias necesidades, y en lo que los demás deberían hacer para satisfacerlas. Comienzan a pelear por el control sobre la institución, sea grande o pequeña, para que puedan lograr que los demás hagan lo que ellos piensan que es lo mejor. Es una historia que se ha repetido durante dos mil años.»

Juan continuó: «Para que el sistema funcione, tienes que obligar a la gente con compromisos, o apelar a su egoísmo y convencerles que este es el mejor lugar para pertenecer. Por eso, hay tantos grupos que crean expectativas falsas, que frustran a la gente, y se centran en sus necesidades o aun en sus dones, pero no en el Cristo presente.»

«Ya puedo ver germinar estas semillas aquí», suspiró Marvin.

«Es por eso que vuestras reuniones se sienten rígidas. Es difícil mantener una ilusión de vida del cuerpo, cuando no tienes actividades planeadas. Pero ustedes tienen aquí la oportunidad de descubrir la comunión verdadera. Esto crece cuando compartimos nuestra suerte común de seres humanos caídos, y el viaje de ser transformados por Jesús.

La comunión florece donde las personas están libres para ser exactamente los que son – ni más ni menos. Mientras aprenden a confiar en él, ya no tendrán que utilizar a los demás para satisfacer sus necesidades. En lugar de ello, pondrán sus vidas para ayudar a los demás, de la misma manera como lo hizo Jesús.»

«¿Incluye esto también a los no creyentes? La mayoría de la literatura sobre iglesias en casa que leí, dice que alcanzar a los no creyentes amenaza la vida del cuerpo», dijo Roary.

«Asombroso, ¿no? Si un grupo se preocupa solamente por construir ‘nuestro’ grupo, no ha conocido el amor del Padre. Cuando descubrimos el poder de este amor, no lo podemos guardar para nosotros mismos. No solo nos transformará a nosotros; también rebosará naturalmente hacia afuera, hacia creyentes y no creyentes por igual. Reflejaremos la vida y el carácter de Dios a los demás, e incluso lo haremos mejor cuando estemos lo menos conscientes.»

«Bueno, supongo que podemos anular nuestro plan de asistir a esa conferencia de iglesias en casa el próximo mes», dijo Ben en tono burlón.

«No necesariamente. Solamente no creas todo lo que te dirán allí. Probablemente encontrarás allí a unas personas maravillosas que cayeron fuera del sistema y se agarran de las iglesias en casa como una forma de seguridad.

Dios podría querer que conozcas a unas personas así. Solamente mantén en la mente la lección más sencilla que se ha repetido incontables veces desde que Jesús vino: Cuánto más organización traes a la vida de la iglesia, menos vida contendrá.»

«Esto suena como si no deberíamos hacer nada, Juan.» Se pudo sentir la frustración de Marcia en su voz.

«Esto no es lo que quiero decir. Solamente quiero ayudarles a enfocar vuestros esfuerzos en una dirección donde realmente llevarán fruto. En vez de intentar levantar una iglesia en casa, aprendan a amarse unos a otros, y a compartir el viaje unos de los otros. ¿A quién quiere Jesús que acompañes ahora mismo, y cómo puedes animar a esa persona? Entonces, sí, experimenten con la comunión juntos. Aprenderán mucho. Solo eviten el deseo de hacerlo artificial, exclusivo o permanente. Las relaciones no funcionan de esta manera.

La iglesia es el pueblo de Dios que aprende a compartir su vida juntos. Es Marvin allá y Diana aquí. Cuando pregunté a Ben acerca de vuestra vida juntos, me contó mucho acerca de vuestras reuniones, pero nada acerca de vuestras relaciones. Esto me indicó algo. ¿Conoces siquiera la esperanza más grande de Roary, o la lucha actual de Jacob? Estas cosas raras veces salen a la luz en reuniones. Salen en relaciones naturales que suceden durante la semana.»

«Pero estamos demasiado ocupados para esto», dijo Jenny, la esposa de Marvin. «Intentamos hacerlo cuando estamos juntos.»

Sabía lo que iba a decir Juan, antes que lo dijera: «¿Y funciona?»

«¿Funciona qué?»

«¿Están logrando todo esto en vuestras reuniones?»

«No muy bien, pero queremos aprender a hacerlo mejor.»

«Y seguimos hablando acerca de un ‘lo’. Los humanos siempre tomamos una realidad que está descrita en las Escrituras, le damos un nombre, y pensamos que hemos copiado la realidad porque usamos el nombre. Pablo habló acerca de la iglesia que se reunía en varias casas, pero nunca lo llamó ‘iglesia en casa’. Las casas eran simplemente el lugar más práctico para vivir la vida juntos. El enfoque estaba en Jesús, no en el lugar de reunión. Como dije, ustedes pueden tener todos los principios correctos, y aun así estar sin la gloria en el cuerpo de Jesús.»

«Ahora esto es deprimente», dijo Jenny a modo de broma, y los demás se rieron.

«¿Por qué dices esto?», preguntó Juan.

«Porque hemos intentado durante nueve meses hacer lo correcto, y ahora todo parece en vano. Quizás simplemente deberíamos volver a una iglesia tradicional, y hacer lo mejor de ello.» – Los suspiros alrededor indicaron que no les gustó la idea.

«Lo que quiero hacerles entender, es que la vida del cuerpo no es algo que ustedes podrían crear. Es un don que el Padre da cuando la gente crece en su vida. La vida del cuerpo no es ingeniería. Es la cosa más sencilla en el mundo, cuando la gente camina con él. Llegas cerca de alguien que está en el mismo viaje, y encontrarás que la comunión es fácil y fructífera.»

«Esto es lo que buscamos», interrumpió Marvin. «Pensábamos que cuando hacíamos iglesia de la manera correcta, todos íbamos a tener la relación con Dios que buscamos.»

Juan continuó: «Lo tienes al revés. Ningún modelo de iglesia producirá la vida de Dios en ti. Funciona de la otra manera. Nuestra vida en Dios, cuando la compartimos juntos, se expresa como iglesia.»

«Esto no es como yo lo aprendí», dijo Laura. «¿Cómo podemos saber cómo vivir en la vida de Dios, si nadie nos lo muestra?»

«Es allí donde la religión ha causado el daño más grande. Cuando la gente depende de sus líderes, el pueblo de Dios se vuelve pasivo en su crecimiento espiritual. Esperamos que alguien nos muestre cómo, o simplemente seguimos a alguien en la esperanza de que hace lo correcto. Jesús quiere tener una relación personal contigo, y quiere que tú tengas una parte activa en este proceso.»

«¿Pero podemos hacer esto a solas? ¿No necesitamos una ayuda?», preguntó Marcia.

«¿Quién dijo que estás sola? Jesús es el camino al Padre. Entrégate a su Espíritu, y depende de su poder. Sí, él a menudo usará a otras personas para animarte o equiparte en este proceso. Pero las personas que él usa, no te harán depender de ellos. Nunca se atreverán a meterse entre tú y el Padre.
De esto me hubiera gustado hablar mucho más esta noche. Tantos grupos siempre intentan descubrir la mejor manera de ‘hacer iglesia’. ¿Qué tal si invertiríamos todo este tiempo y toda esta energía centrándonos en el amor del Padre, en lo que Jesús hace en nosotros, y cómo podemos vivir más libremente en su Espíritu? Entonces sabremos como amarnos unos a otros. Seríamos honestos y abiertos, y nos apoyaríamos unos a otros en este viaje. Dejaríamos de mirarnos a nosotros mismos y nuestras necesidades. Y unas cosas asombrosas sucederían.»

«Pero si la gente simplemente ‘seguiría a Jesús’, ¿no vivirían independientemente del cuerpo?», preguntó Marvin.

«¿Tú crees que esto es posible?»

«¿Tú no?»

«Siempre escucho a personas que tienen este temor, pero yo no veo suceder esto. La gente que crece en su relación con el Padre, tendrá hambre por relaciones reales con su familia. El es un Dios de comunión. Esta es su naturaleza, y conocerle nos atrae a esta comunión, no solo con Dios, sino también con los otros que le conocen. No es nuestra obligación. Es su regalo.»

«Tengo una buena amiga que fue tan herida por su experiencia en la iglesia, que ya no quiere encontrarse con ningún grupo de cristianos», dijo Laura.

«Y Dios sabe dónde está ella, y cómo alcanzarla. A menudo pensamos que una historia terminó, cuando recién estamos en la mitad. Quizás el Padre la está atrayendo hacia él ahora mismo. Si es tu amiga, mantente cerca a ella. Tú puedes ser su enlace a la familia, mientras el Padre trabaja en ella.»

«Tengo un amigo en Georgia que no puede encontrar a nadie que desea esta clase de vida juntos», dijo Marvin.

«¡El Padre sabe esto también! Seguramente hay otros cerca de él con una hambre similar. Pero si el Padre todavía no hizo estas conexiones, él puede descansar en esto. Podemos encontrarlo mucho más fácilmente cuando vivimos confiados en la provisión de Dios, que cuando estamos ansiosos por algo que no vemos. Anímale a disfrutar de lo que el Padre hace cada día, mientras tenga sus ojos abiertos para los demás. Nunca sabes cómo o cuándo Dios hará sus conexiones.»

«Mi amigo simplemente no abandonará la institución, porque dice que se sentiría demasiado culpable», dijo Marvin.

«¡Amale a él también! Mantén contacto con él. Comparte lo que Jesús hace en tu vida, y le animarás a que él también viva más cerca de Jesús. No te preocupes de dónde está él. Si el Padre está obrando en su vida, él desenredará esta culpabilidad. No hay manera de decir dónde terminará después de esto.»

«¿Entonces aun nuestra participación en el cuerpo es más grande que un solo grupo?», preguntó Ben.

«Es mucho más grande. Esto es lo que quiero hacerles entender.» – Juan miró su reloj y se dirigió hacia Jeremy y Diana. «Pienso que tenemos que irnos.»

«No me gusta cortar la conversación», dijo Jeremy. Y los demás tampoco quisimos. Teníamos todavía mil preguntas para Juan.

«Les dije que les haría llegar a casa a una hora razonable.»

«Esta noche nos ha ayudado tanto, Juan, aunque no estoy seguro si comprendo todo lo que estabas diciendo», dijo Ben.

«No necesitas comprender todo ahora. Si te he animado a seguirle desde más cerca, y confiar en él con más libertad, él arreglará lo demás. El es la piedra angular de la iglesia. La iglesia es suya, no mía. Pídele que él aclare todo.»

«¿Puedo hacer una pregunta más?» – La audacia de Roary esta noche fue lejos de su carácter usual. – «Yo quisiera creer que es tan sencillo, pero algo me dice que lo malograría. ¿Tú crees realmente que somos lo suficientemente buenos para escuchar la voz de Dios cada día?»

«¡Qué pregunta!», se rió Juan mientras se levantó. «Por supuesto que no, Roary. Nadie de nosotros es tan bueno. Pero me parece que estás haciendo la pregunta equivocada. Déjame formularla así: ¿Es Jesús lo suficientemente grande para comunicarse contigo cada día? ¿Piensas que él es lo suficientemente grande para abrir tus ojos, vencer tus dudas, y mostrarte su camino? ¿No tenemos que responder a esto con un fuerte ‘Sí’?»

Con esto, Juan ayudó a Jeremy y Diana a juntar las cosas de Jason, antes de pasar por un mar de abrazos y despedidas. Después, cuando hicimos la limpieza y guardamos las sillas y mesas, escuché como la gente reflexionaba acerca de la noche. La mayoría estaba entusiasmada por lo que habían escuchado, pero inciertos de lo que significaría para nosotros.

«En realidad él no dijo nada que yo no hubiera pensado ya antes», dijo Marvin, sacudiendo su cabeza. «Solo que es la clase de cosas que no te atreves a creer que es verdad.»

«La religiosidad está muy dentro de nosotros», respondí. Yo sabía muy bien como él se sentía. Pero sentí un nudo en mi estómago por otra razón. Al despedirse, Diana me había dicho en mi oído que ella necesitaba mi ayuda con el pastor Jim, y que quería hablar conmigo pronto.

Ganado para la confianza

¡Qué mañana!

Nada había ido bien, y a la hora del almuerzo estuve bastante frustrado. Yo había pasado una buena parte de la mañana conversando por teléfono con Diana. Un mes después de que Juan había visitado nuestro grupo en casa, ella había venido para hablar con Laura y conmigo acerca de su lucha continua por el romance que había tenido con nuestro pastor anterior. Ella había recibido cierta ayuda para superar sus emociones, y sintió que estaba lista para confrontarle a él. Ella quiso saber si yo iba a acompañarle.

Mi primera reacción fue intentar ayudarle, no importa cuan incómodo iba a ser para mí. Al inicio no tenía ninguna idea de cómo hacerlo, o si siquiera lograría hacer una cita con Jim. Pero cuánto más lo pensaba, más incómodo me sentía. Algo simplemente no parecía bien, pero no pude señalarlo exactamente. Lo dije a Diana, y ella me había dado un tiempo para pensarlo. Pero ahora, dos meses más tarde, ella estuvo verdaderamente molesta conmigo por atrasar tanto el asunto (como ella lo percibía), y me acusó de no preocuparme por ella.

No pude convencerla de mis buenas intenciones, y por fin ella me colgó el teléfono. La entendí, pero aun así me sentí herido. Mientras intenté decidir qué hacer, dos otras llamadas telefónicas interrumpieron mis pensamientos. La primera me avisó de que una venta importante de una casa se había anulado. La pareja que iba a comprarla, se había separado y desistió de la compra. Yo iba a ganar una comisión de 15’000 dólares de esta venta, y desesperadamente necesitaba dinero. Puesto que no tenía ninguna otra venta confirmada, no sabía qué hacer.

Y unos momentos después, se anuló mi cita para el almuerzo. Yo iba a ofrecer un centro comercial que estaba en venta, pero en el último momento, otro corredor se había enterado de la venta y se había presentado para realizarla. El cliente me pidió disculpas por decepcionarme, diciendo que se sentía más confiado con el otro corredor. Le deseé todo lo bueno, aunque ambos sabíamos que no fui sincero.

Por unos momentos me quedé sentado en mi escritorio, apoyando la cabeza entre las manos. Esta mañana había sido un desastre, y me sentí como colgado sobre un abismo. No tenía ninguna idea de cómo salir de mis dificultades. Pero para mi sorpresa, no estuve enojado.

Decidí ir a casa y ver qué había para el almuerzo. Al salir de mi oficina, me sorprendí al ver a Juan caminando por la acera hacia mí. El miraba hacia abajo y no me había visto hasta que llamé: «¿Y qué haces tú aquí?»

El me miró con una sonrisa. «Oh, hola Jacob.» – Nos abrazamos. – «Pensé que iba a ver qué estabas haciendo a la hora del almuerzo.»

«Supongo que estás aquí por casualidad…» dije, guiñando con el ojo como si fuera una broma solo entre nosotros.

«No, de hecho vine para buscarte. Tenía una carga por ti en mi corazón durante la última semana, y pensé que sería bueno verte.»

«¿Y nunca avisas a nadie cuando vienes? ¿Qué si yo no hubiera estado aquí?»

«Pero estás aquí.»

«Pero yo tenía una cita para el almuerzo, solamente que se anuló en el último momento. Tienes suerte.» – El entusiasmo de verle ganó pronto sobre las desilusiones de la mañana.

«¿Es este lugar bien?» – preguntó Juan, señalando un restaurante.

«No realmente. La comida no es muy buena. Pero hay uno mejor, tres calles más allá. Podríamos caminar, o te puedo llevar en mi carro.»

«Es un día hermoso, caminaremos», dijo Juan.

«¿Cómo estás, Juan?» pregunté, antes que él pudiera preguntarme a mí.

Juan se vio un poco sorprendido por la pregunta. «Estoy bien en estos días, Jacob. He viajado un poco más de lo que me gusta, pero he conocido a algunas personas maravillosas que están descubriendo lo que significa vivir este viaje con Dios.»

«¿Es esto todo lo que haces?»

«No», dijo, riéndose. «Pero es lo que más me gusta. Sé algo de construcciones, y así trabajo a menudo renovando casas. Pero mayormente lo hago solamente para tener contacto con las personas. ¿Y tú, Jacob? ¿Cómo estás?»

«No sé. Estoy en una situación extraña. Parece que las cosas no encajan, y esta mañana ha sido devastadora.»

«¿De qué manera?»

«Diana ha venido para hablar con Laura y conmigo después de que la trajiste a nuestro grupo. Ella quiere que le acompañe para confrontar a Jim acerca de su romance.»

«¿Qué le dijiste?»

«Al inicio dije que lo haría porque quería ayudarle, pero que tenía que descubrir una forma como hacerlo posible. Esto fue hace tres meses, Juan, y cada vez que me alisto para llamar a Jim, tengo este sentimiento abrumador de que no debería hacerlo. Realmente no puedo explicarme por qué. Ella estuvo bastante enojada hoy. Ella piensa que solamente tengo miedo de ayudarle.»

«¿Y esto es cierto?»

«Realmente no pienso que es esto, Juan. Ciertamente será incómodo, pero más que todo sigo pensando que no es el tiempo, o que hay algún otro problema que todavía no comprendo.»

«Esta es la manera como Dios obra a menudo, Jacob. Si estás dispuesto a hacer algo, pero sientes que no es lo correcto cuando avanzas, entonces es mejor que esperes hasta que las cosas estén claras.»

«¿Incluso si alguien piensa que eres una gallina?»

«Incluso así. No puedes echarle la culpa a ella por no ver lo que tú ves. Sé fiel a la obra de Dios en ti, y ama a los demás incluso cuando ellos te malentienden. Esto es vivir en la gracia.»

Habíamos llegado al restaurante, y abrí la puerta para dejar entrar a Juan. Nos sentamos a una mesa, y Juan me preguntó cómo estaban las personas con quienes nos habíamos encontrado la última vez.

Cuando le miré para responder, vi detrás del hombro derecho de Juan a alguien que hizo que mi corazón se detuviera por un instante. Fue Jim, mi jefe anterior y pastor en la Comunidad del Centro. Sonrió por toda su cara al saludar a la moza, y pidió una mesa para dos. Pero tan pronto como se sentó – en el rincón más alejado -, vi como sus hombros se cayeron al suspirar profundamente. El se veía como alguien que había trabajado toda la noche. Sacó un libro para leer, sin siquiera mirar el menú.

Distraído por su presencia, intenté responder la respuesta de Juan. «Todos parecen estar bien, pero el grupo en sí se ha deshecho desde que estuviste allí.»

«¿Y por qué?»

«Tal vez tiene que ver con las vacaciones del verano. Pero también pienso que ellos tomaron a pecho lo que dijiste, y no habían sido tan comprometidos con las reuniones. Tienen muchas excusas, y parece que nadie extraña las reuniones. Me pregunto si te hemos malentendido. Parece que no encontramos ninguna manera de juntarnos sin asumir un compromiso.»

«Lo que sería una buena razón de no hacerlo», dijo Juan.

«O sea, ¿tú piensas que no vale juntar a la gente, si en realidad ellos no lo quieren?»

«¿Quién dijo algo de querer, Jacob? Es de gran valor para el Cuerpo de Cristo, encontrarse unos a otros y compartir la vida de Cristo juntos. Donde la gente hace esto, ellos no necesitan compromisos. Ellos harán todo lo que pueden para estar juntos. Pero donde no hacen esto, no les servirá simplemente comprometerse a una reunión. La mayoría de las reuniones cristianas les dan a la gente no más de las cosas de Dios, de lo que es necesario para vacunarlos contra la realidad de su presencia.»

Felizmente vino en este momento la moza para recibir nuestro pedido, porque yo necesitaba tiempo para comprender lo que Juan acababa de decir. Después de pedir nuestros almuerzos, me volví hacia Juan, mirando con un ojo a Jim quien seguía solo. – «O sea, ¿tú piensas que nuestras reuniones podrían volverse un sustituto por Dios mismo?»

«No lo quise decir de esta manera. Quise decir que las reuniones se pueden volver artificiales. La gente piensa que con juntarse en una sala, cantar unas canciones y compartir de la Biblia, ya han experimentado la vida de la iglesia. Si todo esto fue auténtico, quizás lo experimentaron. Pero con más frecuencia, es solamente una rutina y la gente se siente contenta con cumplirla; pero en realidad no compartieron en absoluto la vida de Cristo. Es por eso que prefiero despojar a la gente de sus compromisos. Solo así descubres cómo son ellos realmente por dentro, y esto es bueno para ti y para ellos.»

«Pero no lo siento así. Tengo la impresión que todos son muy superficiales.»

«Quizás lo son; pero quizás están simplemente agotados por sus obligaciones. Que se desintoxiquen de esto por un tiempo, y después todos estarán mejor. Además, aunque ellos no vengan a las reuniones, esto no significa que no puedas tener comunión con ellos individualmente.»

«¿Entonces no es importante tener disciplina?»

«La disciplina tiene mucho valor cuando tu mirada está en el tesoro. Pero cuando la disciplina se vuelve un sustituto por el tesoro, te hace daño. Te dará satisfacción simplemente por cumplir una tarea.»

«Sí, pero me siento tan fracasado ahora.»

«¿Por qué te sientes fracasado?»

«No sé. Quiero descubrir la verdadera vida del cuerpo de Cristo; pero ¿cómo podemos descubrirlo si no encontramos una manera de reunirnos?»

«¿Y cómo podrían ellos faltar a las reuniones, si hubieran descubierto la vida?»

Lo odio cuando él invierte mi tablero del juego de esta manera. Le di una mirada enojada (aunque no en serio), y él encogió los hombros como diciendo: ¿Qué más puedo decir?

«¿Sabes qué es realmente extraño, Juan?»

«¿Qué?»

«Me parece que ahora tengo más cosas para enseñar que nunca antes, pero tengo mucho menos personas con quienes lo puedo compartir.»

Juan se rió de corazón: «Si tuviera un dólar por cada vez que escuché esto…» – Después puso su mano sobre la mía. – «No se trata de enseñar, Jacob. Se trata de vivir. Aprende a vivir esta vida, y no habrá fin de las personas con quienes la puedes compartir. Pero si tratas de enseñarlo primero, tu enseñanza será tu sustituto por vivirlo.»

Por fin llegó nuestra comida, y Juan comenzó a hablar de otro tema.

«¿Cómo te va con las finanzas, Jacob?»

«Es duro, por cierto. Hasta ahora siempre logramos mantenernos, pero este mes se ve bravo. Perdí dos ventas tremendas esta mañana. Yo contaba con una de ellas para mantenernos hasta el próximo mes. Ahora no sé cómo lo lograré. Yo realmente confiaba en Dios que se realizarían estas ventas.»

«Si dices que confías en Dios que él haría lo que tú piensas que es lo mejor, ¿suena esto realmente como confiar en Dios?»

Primero no entendí de qué estaba hablando él, porque eran expresiones que yo usaba sin pensarlo. «Supongo que nunca reflexioné sobre esto.»

«Yo diría que confiar en Dios significa permitirle que él haga todo lo que él desea. Si yo ato mi confianza a un resultado específico, yo solo intento manipular a Dios. Además, todavía falta una semana hasta el fin del mes. Yo no me preocuparía de esto. El cuidado de Dios por ti no depende de estas dos ventas.»

«Esto es fácil decir para ti. Yo voy a tener gastos de casi 5000 dólares durante las próximas semanas, y no tengo nada para pagarlos.»

«¿Y qué te dice esto?»

«Que de alguna manera Dios ha fallado en algo – o yo.»

«Mientras no aprendemos a confiar, Jacob, interpretaremos cada suceso desde nuestro propio punto de vista egoísta. Así veremos todo negativo, y esto socava nuestra relación con Dios. Míralo de esta manera: Una tarde, en el camino a casa, tienes un problema con el carro, en un lugar de donde no puedes llamar a casa, y llegas a casa dos horas más tarde de lo que tu esposa te esperaba. Si Laura confía en ti, entonces no hay ningún problema. Pero si ella no confía, entonces ella comienza a preocuparse mientras la cena se enfría, se siente amenazada, e incluso le pueden venir pensamientos de que podrías haber salido con otra mujer. Cuando por fin llegas a casa, ella está enojada contigo y no sabes por qué.
La desconfianza solo hace que nos sintamos amenazados o de miedo. Entonces estallamos en ira contra los demás, o lo escondemos por dentro y nos deprimimos. Cuando crecemos en la confianza, podemos caminar con Dios a través de nuestras preocupaciones y decepciones, y podemos saber que él tiene un plan diferente y mejor de lo que nosotros pensamos.»

«Sí, pero no puedo ver cómo conseguir tanto dinero en tan poco tiempo.»

«Tú piensas solamente en lo que tú puedes hacer, Jacob. Hay mil maneras como Dios puede proveer por ti.»

«Supongo que él podría convertir mi árbol de naranjas en un árbol de dinero si él quisiera; pero no pienso que debo contar con algo así.»

«Estoy bastante seguro que no deberías contar con esto. Pero ya tienes suficiente para hoy, ¿no cierto?» – Asentí con la cabeza, pero con una expresión frustrada. – «Esto es todo lo que Dios nos promete, Jacob. El no prometió solucionar nuestros problemas con dos semanas de anticipación, solo un día a la vez, mientras caminamos en él. Y él nos dijo que estemos contentos con lo que él provee.»

«Entonces, si hago simplemente lo que quiero, él proveerá todo el dinero que necesito.»

Juan se rió. «¿Es esto realmente lo que me escuchaste decir?»

«No exactamente, pero lo que dijiste, suena como si pudiera simplemente vivir en Dios sin pensar ni un momento en el dinero. He conocido a mucha gente que siguió este camino de frente a su ruina financiera.»

«¿Realmente?» preguntó Juan. «¿Puedes nombrarme a alguien?»

Intenté recordarme de un nombre, pero no pude. «Sabes, mucha gente intenta vivir por fe, y al fin solamente mendigan de los demás.»

«Entonces, ¿estás diciendo que según tu experiencia, Jesús no quiso realmente decir lo que dijo acerca del buscar el reino de Dios primero? Tan solo porque alguien dice seguir a Dios, esto no significa que realmente lo hace. Mucha gente coloca el nombre de Dios sobre sus propios planes. Pero no permitas que esto te aleje de la realidad de que tú sí puedes vivir dentro de los planes de Dios.»

No supe qué decir, entonces solamente apoyé mi espalda y miré a Juan.

«Lo que estoy diciendo, es que el seguirle a él es responsabilidad tuya. Proveer por ti, es responsabilidad de Dios. Estarás mejor si no confundes los dos.»

«¿Pero no dice Pablo que el que no trabaja, que no coma?»

«No dije que no trabajes. Estoy hablando acerca del trabajo que Dios te da para que lo hagas, y ver como él provee por ti mientras lo haces. Pablo confronta la pereza y la presunción, y esto no es tu caso, Jacob. Si Dios te ha llamado al negocio de bienes raíces, entonces hazlo de todo corazón, y él te proveerá por medio de este trabajo. Si él no te llamó a esto, entonces no lo hagas solamente porque estás ansioso de sostenerte a ti mismo. Quizás Dios no está tan interesado en tu negocio como tú. Hay otras personas que necesitan ayuda en su viaje con él. Quizás Dios quiere esto de ti.»

«Me gustaría estar económicamente libre para ayudar a otros a crecer así. Algunas personas ya pidieron mi ayuda, pero intenté primero consolidar el negocio, para poder financiar mis otros deseos. ¿Crees que esto es al revés?»

«No existe ningún principio para responder a esto, Jacob. Todo depende de lo que Dios pide de ti.»

«Pero esto me parece tan irresponsable.»

«Según el pensamiento del mundo, lo es. Pero si Dios te pide hacerlo, sería irresponsable no hacerle caso.»

«Supongo que no sé lo que Dios quiere de mí. Yo quiero confiar en Dios así, pero Juan, me han enseñado toda mi vida a proveer por mí mismo. No conozco ninguna manera de hacerlo diferente. ¿Cómo provee él por ti, Juan?»

«De muchas maneras, Jacob. Una parte viene por medio del trabajo que hago. De vez en cuando, unas personas a quienes ayudé en el pasado, me envían unas ofrendas según el Padre los guía; y esto me permite pasar tiempo con personas como tú. Es cada vez diferente.»

«¡Qué libertad sería vivir con una tal confianza!»

«Esta es la confianza que Dios edifica en ti ahora mismo; y estas ventas que se deshicieron, son parte de ello. Es a través de momentos como estos que Dios gana nuestra confianza. Y obviamente, funciona.»

«¿Qué? ¿Por qué dices esto?» – pregunté, porque no me parecía funcionar en absoluto.

«Porque no estás enojado como lo fuiste cuando nos encontramos por primera vez. Estás en una situación desesperada; estás preocupado, pero no estás enojado. Esto me muestra un crecimiento increíble.»

Y por primera vez me di cuenta de que Dios había cambiado algo permanente dentro de mí. Yo no estaba enterrando mi enojo. El enojo simplemente no estaba allí, aun en mi desilusión.

«Gracias, Juan. Yo realmente no había visto esto hasta ahora.»

«Esta es la manera como Dios gana tu confianza. El no te pide hacer algo en contra de toda evidencia. El solamente te pide seguirle, mientras tú miras como él cumple su voluntad en ti.Y mientras haces esto, encontrarás que sus palabras y sus caminos te dan más seguridad que tus mejores planes.»

«Nunca lo vi de esta manera, Juan. Siempre pensé que la fe era algo que yo tenía que producir para lograr que Dios actúe.»

«Esto no suena tan sano, ¿no cierto? Una confianza creciente es el fruto de una relación personal creciente. Cuánto más le conoces a él y sus caminos, más libre serás de las influencias que te atan a tu propia sabiduría falaz. Mientras verás su sabiduría en tu vida durante los días siguientes, llegarás a saber cuán profundamente puedes confiar en él. Así encontrarás la libertad verdadera.»

«¿Entonces no hay confianza sin relación personal?»

«No, de ninguna manera. Demasiada gente confunde la fe con la presunción. Están consumidos por sus propios planes; incluso citan las Escrituras para comprobar que Dios tendrá que hacer lo que ellos quieren; y acaban desilusionados cuando Dios no lo hace. Pero Dios usará aun esta desilusión para invitarlos a una confianza verdadera que se basa en su obra creciente dentro de ellos.
Me gusta que quieras separar el ministerio de los ingresos, Jacob. Este es un deseo piadoso. El ministerio se distorsiona tanto cando uno piensa que debe vivir de ello. Hay tanta corrupción en el cuerpo de Cristo porque la gente quiere usar el ministerio para asegurar sus ingresos. Muchos sistemas de congregaciones y liderazgo vienen de los intentos de la gente de conseguir ingresos, en vez de demostrar una vida en el cuidado de Dios. Una vez que un ministerio es una fuente de ingresos, encontrarás que estás manipulando a la gente para servirte a ti, en vez de dejar que el amor del Padre se mueva en ti para servirles a ellos. Mientras no estés libre para confiar en la provisión de Dios, El no te encomendará a su pueblo.
No pienses que tú eres el que tiene que proveer. Comprende esta lección, Jacob. Vivir en la provisión de Dios es esencial en lo que Dios tiene preparado para ti. Aprende a vivir en lo que Dios coloca delante de ti, no en tus propios planes. En un día cualquiera, esto podría ser ayudar a alguien a encontrar la libertad y la vida en Jesús, o podría ser pintar una casa, o cualquier otra cosa. El proveerá todo lo que necesitas, aunque quizás no lo hará de la manera como tú quieres. Y esto se aplica tanto a las relaciones con las personas, como a las finanzas.»

Cuando terminamos de comer, noté que Jim se levantó de su mesa para salir. Sorprendentemente, él había comido solo y caminó ahora por el pasillo que pasaba justo al lado de nuestra mesa. Me agaché por dentro, esperando que él no me iba a ver, mientras intenté mantener mi conversación con Juan como si nada hubiera sucedido.

«No conozco todo lo que Dios tiene para ti, Jacob. Sigue avanzando un paso a la vez, y haz lo que sabes que tienes que hacer cada día. Con el tiempo, las cosas se aclararán.»

Cuando Juan terminó, Jim se acercó de frente a nuestra mesa y me saludó. El ya no era el mismo hombre jovial como antes. Se vio profundamente adolorido. Le presenté a Juan, e intercambiamos unas palabras insignificantes para evitar el silencio. Entonces Jim se volvió serio: «Tengo que hablar contigo alguna vez, Jacob, si fuera posible.» Parecía que sus palabras se atoraban en su garganta.

«Escucha, Jacob, tengo que llamar por teléfono», dijo Juan mientras se levantó. «¿Por qué no toman un momento ahora mismo?» – Y antes de darme cuenta, Juan se había ido, y Jim se sentó con incomodidad. Apoyó su cabeza en sus manos e intentó decir algo.

Fui empujado por emociones desde catorce diferentes direcciones. No sabía si debía pegarle o sentir compasión por él. Solo sabía que no quise estar allí en este momento. Por fin Jim se compuso y me miró con ojos angustiados. «Debes odiarme, Jacob.»

«Hemos tenido mejores días», dije sin saber adónde nos iba a llevar esta conversación. Mis intestinos estaban retorciéndose.

«Quise hablar contigo desde hace mucho tiempo, pero no me atreví. Al inicio estuve tan enojado de que no me ibas a apoyar, y cuando te fuiste, tantas personas salieron heridos.»

«Escucha, Jim, no necesitamos repasar todo esto. Fue lo suficientemente doloroso la primera vez.»

«Estoy seguro de que lo fue. Solamente quiero decirte cuánto lo siento lo que hice contigo, y que estoy renunciando al pastorado.»

«¿Estás qué?» – No pude creerlo.

«Todavía nadie lo sabe. Iba a almorzar junto con el presidente ahora para decírselo. Pero él tuvo una emergencia, y tuvimos que postergarlo.» – El miró a la distancia. – «Estoy harto, Jacob. Estoy entrando en una depresión cada vez más profunda, desde hace mucho tiempo. Mi médico me dijo que el estrés del ministerio me está matando.»

«¿Pero pensé que las cosas iban bien?»

«Hacia afuera, ¡por cierto! La Comunidad del Centro nunca se veía mejor. Pero por dentro, ¡nada en absoluto!» – Sacudió su cabeza, incapaz de hablar por un momento. – «¿Sabes todo lo que es necesario para mantener esta cosa con vida? ¿Sabes cuántos fuegos tengo que extinguir cada semana, y a cuánta gente tengo que animar y suplicar a que sigan colaborando? Y por dentro estoy tan muerto como siempre. Y cada vez que pienso en ti, las cosas se ponen peor. Tú fuiste uno de mis amigos más cercanos, y te acuchillé por la espalda para salvarme a mí mismo.» – Me miró con lágrimas en los ojos. – «Lo siento tanto, Jacob, y quiero arreglar este asunto contigo.»

No tenía idea como responderle. Lo sentía por él, y también sentí alegría de que sus errores por fin le habían alcanzado. No me gustó este último sentimiento, pero estaba allí.

«Probablemente no sabes que mi padre falleció. Volveré al este para ocuparme de su negocio por algún tiempo. Y buscaré ayuda para mí mismo. Y también recomendaré a la iglesia que te inviten a ser su pastor.»

Mi corazón se detuvo. «Estoy seguro de que será una noticia grande», dije finalmente, con una risa nerviosa.

«No tienes ninguna idea de cuan respetado eres allí. Harías un muy buen trabajo, y no conozco a nadie más que podría recomendar. ¿Te interesaría?»

«Ni en lo más mínimo, Jim.» – Me sorprendí de mi propia respuesta. Volver al ministerio sonó bien, y tener un sueldo fijo también. Pero no esta clase de ministerio, y no esta clase de sueldo.

«No necesitas responderme ahora, Jacob. Solo piénsalo. Pero quiero que sepas cuánto lo siento lo que te hice. No fue justo. De toda la gente en el mundo, tú no lo merecías. Cuánto quisiera poder hacer que nunca hubiera sucedido. Mi vida era un tal desorden que tú ni siquiera sabes, y yo solo intenté sobrevivir. Este fue mi error. Yo debería haber renunciado mucho antes.»

No sabía qué decir. Luché con perdonarle, pero no estaba seguro si quería hacerlo tan pronto. Nadie me había herido más, y yo no estaba dispuesto a descartarlo todo con un simple «Te perdono».

«No quiero detenerte más, Jacob, y sé que tendremos mucho más que hablar para arreglarlo todo. Pero quiero darte esto, si lo quieres recibir.» – Del bolsillo de su abrigo sacó un sobre y me lo dio. Mi nombre estaba escrito encima, con el logotipo y la dirección de la Comunidad del Centro en la esquina.

«¿Qué es esto?» – pregunté.

«Es un regalo, si deseas. Para decir verdad, es tu indemnización. Nuestro liderazgo conversó el mes pasado acerca de la manera como se separaron nuestros caminos, y la mayoría opinó que te habíamos tratado de manera injusta. Son diez mil dólares, Jacob. Probablemente no es tanto como debería ser, pero quizás ayudará un poco a aliviar el dolor. Tiene también una carta de disculpa de parte del liderazgo. Lo iba a llevar a tu oficina después del almuerzo, pero cuando te vi aquí …»

Una parte de mí quiso rechazarlo y sentirme superior a todo esto. Otra parte de mí sabía cuánto necesitaba el dinero. «No estoy seguro si puedo aceptar esto, Jim.»

«Tómalo. ¡Lo mereces! Quizás esto abrirá una puerta hacia la sanidad.»

Asentí con la cabeza y puse el sobre debajo de mis manos. Después supe que tuve que proseguir. «Jim, te iba a llamar.»

«¿Realmente? ¿Por qué?»

«Estoy en contacto con Diana, y ella me pidió arreglar un encuentro de nosotros tres.»

Sus ojos se abrieron grandes, y se notó miedo en ellos. «¿Tú sabes de qué se trata?», preguntó, intentando averiguar en mis ojos cuánto sabía yo. Asentí, e inexplicablemente, se formaron lágrimas en mis ojos.

Su cabeza cayó abajo. El silencio se prolongó entre nosotros. Por fin, después de unos intentos, Jim habló. «Es la peor cosa que jamás hice, Jacob, y esperé que no tenía que salir a la luz.» – Suspiró profundamente y miró la mesa, mientras movía nerviosamente el tenedor de Juan. – «Pero no voy a escapar de ello. Tengo que enfrentarlo.» – Sacó su celular y revisó su agenda. – «¿Qué tal mañana a las 4:30 de la tarde? ¿Sería posible?»

«Preguntaré a ella, y te volveré a comunicar.»

«Por favor hazlo. Realmente tengo que irme ahora, Jacob, pero quiero que las cosas estén arregladas entre nosotros. Y usa el dinero», dijo, señalando el sobre. «Nosotros de todas maneras no le daríamos un mejor uso.»

Asentí, mientras Jim se levantó. Se acercó a mi oído y dijo a voz baja: «Y piensa en volver como pastor. Percibo que eres una persona muy diferente de cuando te conocía, y ellos seguramente necesitan tu ayuda.» – Y se fue.

Me quedé sentado y miré por la ventana durante un tiempo, incapaz de formar un pensamiento coherente. En algún momento, Juan volvió y puso su mano sobre mi hombro. «Escucha, Jacob, tengo que irme.»

Pagamos nuestra cuenta, y junté mis cosas y me dirigí hacia la puerta.

«¿Cómo te fue con Jim?», preguntó.

«Todavía estoy como paralizado. El se disculpó, acordamos una cita con Diana, y él me dio diez mil dólares como indemnización de parte de los líderes.»

«¡Wow! ¿Cuánto tiempo he estado afuera?» – dijo Juan, riéndose.

«Estoy tan asombrado de cuántas cosas se hayan resuelto en la hora que pasó. ¿Cómo pudo Dios planear todo esto?»

«Y sin nuestra ayuda», dijo Juan. «No esperes siempre que tantas cosas se resuelvan tan rápidamente, Jacob, pero ciertamente Dios ha respondido a algunas de tus preocupaciones.»

«El también está renunciando al pastorado, y me preguntó si podría asumir su lugar.»

«¿Y lo harás?»

«No veo como …» dije, mientras Juan se rió, y salimos a la luz resplandeciente del sol.

Alzando vuelo

Vi a Laura caminando hacia mí a través de nuestras puertas de vidrio, con una mirada de supremo deleite. Fue una expresión que no veo en su cara a menudo, especialmente en un día como este. Pero inmediatamente tuve que cerrar mis ojos, porque el viento había soplado una nube de humo en mis ojos, y estaban lagrimeando ferozmente.

No pude esperar volver a abrir mis ojos para mirar a Laura de nuevo. Mientras esperé que el dolor se calmara, pude escuchar como chisporroteaban los pollos sobre el fuego, y las risas y conversaciones de unas cuarenta personas que llenaban nuestro jardín. Antes de poder abrir mis ojos, sentí la mano de Laura sobre mi hombro, y la escuché susurrar a mi oído:

«¡Nunca adivinarás con quien estuve hablando!» – Nunca la había visto tan relajada con el jardín lleno de gente que esperaba comida.

«Eso es lo que estuviste haciendo», dije, luchando contra el dolor para poder ver claramente. «Los pollos estarán en unos veinte minutos, y parece que nada está listo.»

«Relájate», sonrió ella. «Estamos aquí para divertirnos, no para levantar una fábrica.» – Su sonrisa me dijo que ella sabía que esto no era su carácter normal; como yo también lo sabía.

«Adelante, ¡adivina! ¡Nunca creerás quien llegó!»

«No sé. ¿Tu hermana?» – Su hermana era la persona favorita de Laura, pero vivía a cinco horas de viaje y por eso se veían raras veces.

«No», dijo Laura, un poco entristecida al recordarse de ella. «Eso también hubiera sido divertido. – ¡Es Juan!»

¿Juan? – Recorrí en mi mente una lista de nombres, intentando descubrir de qué Juan estaba hablando. Pero ella me miró con una mirada burlona de «cómo no puedes comprender», hasta que por fin me di cuenta de quién estaba hablando. «¡Estás bromeando! ¿Dónde está?» – Me sentí tonto porque él no había venido a mi mente primero. Había pasado casi un año desde la última vez que le vi, y yo hace tiempo había abandonado la esperanza de volverle a ver. – «Se fue a refrescarse», respondió Laura. «Dijo que iba a quedarse y disfrutar de la comida con nosotros.»

«¿Por qué no me avisaste más antes?»

«Lo intenté, pero él dijo que te veías ocupado, y quiso ayudarme con la ensalada y los bocaditos. Hemos conversado de lo mejor. El me hizo sentir como si le hubiera conocido por toda mi vida, y pude contarle o preguntarle cualquier cosa. De hecho, él me ayudó a superar algunas cosas que me habían herido en este proceso. No puedo esperar contártelo todo.»

«Y yo no puedo esperar escucharlo.»

«Me pregunto si tu primera impresión acerca de Juan podría ser correcta, después de todo …»

«Ahora, ¿tú piensas que él es Juan el apóstol? ¿Por qué dirías esto?»

«No sé … Hay algo en él – una profundidad; y cuando él te habla, tú sabes que él se preocupa realmente por ti como persona. Nunca conocí a alguien como él. El dice las cosas más extrañas, que de cierta manera son tan increíblemente sencillas; pero de otra manera desafían tu comodidad religiosa, porque descomponen todo lo que pensabas antes.»

«Intenté decírtelo…»

«Yo sé, pero nunca me di cuenta de que trae tanta libertad. ¿Piensas que él podría ser aquel Juan?»

«¿Por qué no le preguntas?» dije con una sonrisa, sabiendo que ella nunca lo iba a hacer.

«Me sentiría tonta», dijo, señalando hacia la casa, de donde apareció Juan.

«¡Aquí estás!», llamó Juan, saliendo por la puerta y dirigiéndose hacia la parrillada.

«Escuché que eres una buena ayuda en la cocina», dije, agarrándole para abrazarle. «Es tan bueno verte.»

«¡A ti también! Como veo, tienes una gran fiesta hoy.»

«No lo planeamos. Ibamos a invitar a unas pocas personas, pero de alguna manera perdimos el control, y más y más gente nos preguntó si podían venir.» – Miramos alrededor del jardín, al juego de volei agitado en el rincón izquierdo, con un buen número de espectadores en la sombra, una piscina llena de gente que salpicaba agua por todos lados, unas personas conversando en varios lugares donde había sombra, y una mesa llena de comida y refrescos, incluso varios kilos de helados hechos en casa.

«Esto es grandioso. ¿Estás seguro que no estoy malogrando algo?»

«Por supuesto que lo haces, pero nos gusta tenerte aquí. Ha pasado tanto tiempo, que pensé que ya no volvería a verte.»

«De hecho vine a la ciudad para visitar a algunas otras personas. Están mal en este momento – enojados por unas cosas de la política congregacional que los agotó. Pero el Padre está haciendo algo maravilloso en ellos a través de todo esto. Ellos dijeron que habían escuchado de ti, y quise darte su número de teléfono», dijo, sacando un pedazo de papel de su bolsillo. «Les dije que te iba a pedir que les llames.»

«Con mucho placer», dijo Laura, cogió el papel de su mano y entró a la casa.

«Entonces ¿cómo estás, Jacob?»

«Es una aventura, Juan, por cierto. Hemos pasado por unos altibajos increíbles desde la última vez que nos encontramos.»

«Ahh, ¡entonces asumiste aquel pastorado!»

Yo me había completamente olvidado de eso, y la idea me hizo estallar en risa: «¡Sí! ¡Correcto!»

«¿Por qué no? ¿Un sueldo fijo, un trabajo de buena reputación, éxito personal? ¿No eran esas las cosas que más te importaban cuando nos encontramos por primera vez?»

¡Cuánto tiempo había pasado desde entonces! Comencé a repasar en mi mente los cuatro años desde que había conocido a Juan. De alguna manera parecía ser mucho más tiempo. «No lo puedo creer, Juan. Ni siquiera sigo pensando en esas cosas. Me divierto tanto aprendiendo a conocer esta vida en Jesús, y ayudando a otros a hacer lo mismo, de tal manera que ni siquiera me preocupo por lo que los demás piensan de mí, o por tener un trabajo exitoso.»

«Entonces ¿qué sucedió?» preguntó Juan, mientras volteé los pollos sobre la parrilla caliente.

«No podría ni resumirlo. Mira alrededor, y verás gran parte de ello. Dios ha abierto tantas relaciones para nosotros, y estamos viendo como las personas reciben una hambre por Jesús como nunca lo hemos visto desde los primeros días en la fe. Estamos viendo a nuevas personas conocer a Jesús, y otros que crecen en él. Ahora no tengo casi ninguna conversación que no se enfocaría en Jesús en alguna manera.»

«¿Y pudiste juntar a tu pastor antiguo con Diana?»

«Sí, lo hicimos, y estoy muy entusiasmado por la manera como eso se arregló. Cuando tengamos un momento a solas, te lo contaré», dije, señalando a las personas alrededor que fácilmente podrían escuchar nuestra conversación.

«Me gustaría escucharlo. ¿Sigues en el negocio de bienes raíces?»

«Un poco, cuando la gente pide mi ayuda en eso, pero no intento levantar este negocio. Estoy pasando gran parte de mi tiempo ayudando a la gente a resolver su relación con Dios. Fui invitado a compartir mi historia con varios grupos, y a pasar tiempo con personas que están en momentos críticos en su propio viaje. Me entusiasma ver a Dios cambiar las vidas, mientras yo solamente les ayudo a liberarse de la condenación que les hace sentir excluidos del afecto del Padre.
Cuando leo ahora la vida de Jesús, veo más claramente que esto fue lo que él hizo: liberar a la gente de su vergüenza, para que pudieran acercarse a su Padre. Y estoy viendo esta libertad creciente en mi propia vida también. Este es probablemente el regalo más grande que me diste, Juan. Ya no trabajo bajo la culpabilidad opresiva de cuánto me quedo atrás, ni bajo las exigencias de mi justicia propia. Y ya no impongo esto a los demás tampoco.»

«Esto es fabuloso.»

«Nunca me había dado cuenta de cuánto de mi ‘ministerio’ era simplemente una manipulación de la vergüenza de la gente – sea para hacerles sentirse culpables por quedarse atrás, o sea para ganar la aprobación de la gente.»

«Así es la religión humana, Jacob. Es un sistema de administración de la vergüenza, a menudo con las mejores intenciones, y siempre con los peores resultados.»

«Pero funcionaba, por lo menos hacia afuera.»

«Sí, pero solamente amarraba más las ataduras. Al fin, la gente sigue adicta a la vergüenza, y oscila entre la condenación de uno mismo y la gloria en uno mismo. Nunca encuentran la libertad de simplemente vivir en él. Les hace pensar que la relación con Dios es una relación de causa y efecto: si ellos son buenos, Dios será bueno con ellos.»

«Ahora entiendo que es por eso que tanta gente vive alejada de Dios. Visité a dos personas moribundas durante el mes pasado, y ambos eran atormentados por la idea de que merecían su enfermedad por algo equivocado que habían hecho, aunque no sabían cuál era la cosa equivocada que hicieron. Demoré mucho para llegar debajo de la superficie de sus respuestas tipo receta; pero al final ambos admitieron que estaban muy enojados con Dios porque él no les había sanado; y a la vez se sentían muy culpables por tener esta clase de pensamientos.»

«La mayoría nunca admite tener este enojo, porque tienen miedo que les pasará algo peor. Así siguen adelante, sintiendo que Dios es injusto con ellos, y nunca pueden resolver este problema – parecido a lo que tú pasaste en el hospital aquella noche.»

«Lo recuerdo bien, Juan. Me gusta como Dios me estaba cambiando solo un poquito cada vez. A veces ni siquiera me doy cuenta de que él lo está haciendo, hasta que estoy en una situación y me veo a mí mismo reaccionar de manera muy distinta de antes. Disfruto inmensamente de la nueva persona que Dios está formando en mí.»

«Como una mariposa que está saliendo de su crisálida para volar, Jacob. ¿No es triste que pensábamos que podíamos presionar a la gente para cambiar espiritualmente, en vez de ayudarles a crecer en la confianza hacia el Padre, para que él los cambie? No puedes presionar una oruga en un molde de mariposa y hacer que vuela. Tiene que transformarse desde adentro.»

«Y me entusiasma mucho más, levantar la vergüenza de encima de los hombros de la gente, que cargarlos con ella. No me extraña que la comunión cristiana se proclame como una obligación. ¿Quién quisiera juntarse con gente que siempre te hace sentir culpable, o que te presiona a conformarte con las expectativas de ellos?»

«Es por eso que la vida del cuerpo a menudo llega a ser manipulativa, y enfocada en el rendimiento. ¿No es esto mucho mejor?» dijo Juan, mirando nuestro jardín.

No estuve seguro qué quiso decir con esto, pero asentí. – «Incluso comencé a publicar la historia de nuestras conversaciones en la internet, Juan. Espero que no te moleste. Las reacciones fueron increíbles. Gente del mundo entero ha estado en viajes similares; han reflexionado acerca de su vida en él, y de lo que podría ser una vida como iglesia de Cristo. Parece que mucha gente comienza a ver lo vacío que son las formas religiosas. Ya perdí la cuenta de las tantas personas que me dijeron que mi historia refleja la suya en tantos aspectos, con excepción de tu persona, por supuesto. Un tipo incluso se molestó de que en toda su desesperación de encontrar la vida de Dios, él todavía no se había encontrado contigo si seguías vi…» – ¡Ups! Mejor no iba a terminar la palabra.

Pero Juan no me soltó tan fácilmente: «¿Si seguía qué, Jacob? ¿Qué cosa les dijiste?»

«Dejé abierta la posibilidad de que tú podrías ser Juan, el discípulo de Jesús. Tú sabes que me pregunté esto al inicio, y así he sido honesto acerca de eso.»

«¿Y a qué conclusión llegaste?» dijo Juan, mirándome con una risa.

«No sé. Jesús dijo a Pedro que era posible. Y tienes que admitirlo, unas cosas increíbles sucedieron en mi vida desde que nos encontramos. Parece que tú comprendes este viaje como nadie que conocí antes. Tú has confirmado algunas de mis esperanzas más profundas, y me ayudaste a vivirlas con más libertad. Ahora, la pregunta de quién eres, se hizo mucho menos importante para mí. Pero admito que estoy curioso. Y tú nunca lo negaste.»

Juan sonrió, y justo cuando abrió su boca, fuimos interrumpidos. Marvin se nos acercó y abrazó a Juan desde atrás. «¡Mira quién está aquí!»

Juan se volteó y sonrió. «Marvin, ¿no cierto?»

«¿Te recuerdas de mi nombre? Esto es asombroso. Te vi aquí con Jacob y pensé que tenía que saludarte. Nadie me dijo que ibas a venir.»

«Tampoco lo sabían. Pasé por aquí por casualidad. Tú también fuiste pastor anteriormente, ¿no cierto?»

«No hablaré de tus pecados si tú no hablarás de los míos», dijo Marvin, riéndose.

«Puedes hablar de los míos, si deseas. Esto solamente aumenta mi admiración por el Padre», respondió Juan.

Marvín se rió de una manera un poco incómoda, porque no pudo encontrar el chiste. Después de unas palabras más entre ellos, Juan volvió hacia mí. «Veo que un buen número de personas aquí son de aquel grupo en casa. ¿Cómo anda eso, Jacob?»

«No hay mucho de ‘eso’ para contarte, Juan. Nunca volvimos a tener reuniones regulares desde tu visita. No sé por qué, realmente, pero las relaciones han crecido, y nos encontramos con frecuencia unos con otros. No me preocupé mucho por ello, pero a veces me pregunto si debería preocuparme.»

«Bueno, a mí me preocupa», dijo Marvin.

«¿Y por qué?», preguntó Juan.

«Porque siento que no hago nada valioso.»

«¿Como por ejemplo …?»

«No sé. Esta es la parte extraña.» dijo Marvin, sacudiendo su cabeza y suspirando de frustración. «Nunca antes tenía relaciones tan fructíferas, y veo como personas de mi barrio y de mi trabajo abren sus vidas para Jesús. Parece que estoy con personas todo el tiempo.»

«¿Y esto no es productivo?»

«No sé si ‘productivo’ es la palabra apropiada. Simplemente me parece que todo esto no se enfoca en nada. Algunas personas que conozco, no encuentran comunión como yo la tengo. Parecen estar a la deriva, sin el enfoque que hay en una comunión regular. Si nuestro grupo antiguo se estuviera reuniendo, les invitaría.»

«¿Y qué cambiaría esto?», preguntó Juan.

«No sé. Pienso que los anclaría de alguna manera a un grupo.» – Parecía que Marvin esperaba una respuesta de Juan, y cuando no respondió, Marvin se sintió incómodo y siguió hablando. «Ellos necesitan algo.» – Se detuvo nuevamente, pero Juan se quedó callado. – «Alguna identidad, supongo.»

«¿Y una reunión proveería esto, o simplemente encubriría esta necesidad?» preguntó Juan.

Yo volteé nuevamente los pollos sobre la parrilla, agradecido porque esta vez no fui yo quien se encontraba sobre la parrilla.

«Esperaría que proveería un enfoque y una motivación.»

«¿Esto es lo que resulta de una reunión?», preguntó Juan.

Marvin miró a Juan con una mirada confundida. No sabía qué decir, o quizás intentaba imitar la técnica de Juan.

«Ayudaría, ¿no cierto?», dijo Marvin por fin, un poco frustrado.

Juan puso su brazo sobre el hombro de Marvin. «No quiero frustrate. Pero es importante que reflexiones bien acerca de estas cosas. Si vas a organizar una reunión en la esperanza de tener un enfoque, esto probablemente resultaría más en una distracción que una ayuda. La gente vendrá a la reunión pensando que esta es su enfoque, pero con el tiempo verán que la reunión en sí es insuficiente como enfoque.»

«¿Por qué?» – El tono de Marvin se había suavizado un poco.

«Porque lo único que provee motivación, es conocer al Padre. Las reuniones son un sustituto pobre de eso.»

«¿Entonces solamente nos quedaremos sentados y no haremos nada?» – La frustración de Marvin volvió a aparecer.

«¿Quién dijo que no hagamos nada? Solamente te animo a no comenzar una reunión solamente por comenzar una reunión. Cada vez que la gente ve moverse a Dios, alguien tiene la idea de levantar una construcción, o de comenzar un movimiento. Pedro era así en la transfiguración. Cuando no sabía otra cosa que hacer, propuso un programa de construcción. Si caminas por este camino, Marvin, tendrás que liberarte de la sobreestimación de tus propias capacidades.»

«¿Mi qué?», se rió Marvin. – «Ni siquiera sé lo que esto significa.»

«Significa que la obra de edificar la iglesia es suya, no tuya ni mía. No pienses que puedes organizar algo con tu propio ingenio. Esto se ha intentado millones de veces en los últimos 2000 años, siempre con los mismos resultados. Al inicio es divertido, y el entusiasmo de ver como Dios toca las vidas, es más fuerte que nuestros propios intentos de organizarlo. Pero esto no dura para siempre. Al fin, la gente termina encerrada y atascada en el mismo programa que fue inventado para proteger la vida de Dios entre ellos. Y a menudo, este mismo programa finalmente echa fuera a Dios, porque la gente prefiere su propia sabiduría. Nosotros no somos lo suficientemente inteligentes para controlar las maneras como Dios obra.»

«Tampoco quisiera hacerlo», respondió Marvin.

Juan sonrió: «Es por eso que tenemos esta conversación.»

«¿Pero qué es la iglesia, Juan, si no es reunirse regularmente?»

«No estoy diciendo que no puede reunirse, Marvin. Solamente digo que las reuniones no producirán lo que tú buscas. Mira alrededor», y señaló el jardín con su mano, «¿no hay personas juntos por todas partes?»

«¿Y esto llamas una iglesia, Juan?» – Marvin fue igualmente sorprendido como yo.

«¡Sï! Pensé que era una parrillada», añadí yo.

«No, yo digo que la iglesia está aquí. Aquí hay personas que aman al Padre. Durante este día, ellos compartirán mucho de su vida juntos, estoy seguro. Jesús dijo que se necesita solamente a dos o tres; y nunca dijo que era necesario hacerlo a la misma hora, en el mismo lugar, o de la misma manera cada semana. Parece que él no pensaba de la iglesia como algo que ‘hacemos’, ni como algo ‘adonde vamos’. El pensaba de la iglesia como una realidad en la que vivimos cada día.
¿No ves que ustedes ya lo están haciendo? Viviendo como su cuerpo, nos animaremos unos a otros cada día, y nos estimularemos unos a otros a amar más, y a vivir más en la gracia. Esto puede ser tan sencillo como tener una parrillada.»

«¿Aun sin adoración ni estudio Bíblico?», preguntó Marvin.

«Ya estamos hablando de cómo trabaja el Padre, ¿no cierto? Y adorar no es tener un tiempo de canciones o de oración, Marvin. Es vivir como un sacrificio diario en la vida de Jesús, dejándole demostrar su realidad por medio de ti. Este es el gozo de vivir en el reino – verle a él obrando en ti. Pero estoy seguro de si alguien aquí desea juntar a algunas personas para cantar, alabar u orar, otros querrán también, y sería asombroso. Parece que aquellas personas allí están orando.» – Juan señaló a un grupo en el patio que estaban tomándose de las manos en un círculo.

«Pero nunca hemos escuchado que esto se llame iglesia.»

«¡Por supuesto que no! No puede ser tan fácil. No puede ser tan divertido. Tenemos que esforzarnos más, y sentirnos más miserables. ¿No ves que esta es la manera como la vida del reino es arrebatada de vuestros corazones?» – Juan sacudió su cabeza con un suspiro. – «Habrá suficientes problemas mientras avanzas en tu camino por este mundo. ¿No prefieres compartir la vida juntos como creyentes, con gozo y animándose unos a otros?»

«¿Pero cómo crecerán los nuevos creyentes, Juan? ¿No necesitamos enseñanza?»

«¿Y qué es lo que estamos haciendo ahora? Yo te estoy ayudando a descubrir algo que te liberará de maneras que ni siquiera te imaginas. ¿No es esto enseñanza?»

«Pero no todos están involucrados. Algunos se lo están perdiendo.»

«Ellos tal vez se están perdiendo esta conversación, pero estoy seguro de que no se están perdiendo lo que Dios quiere hacer en ellos hoy. El es bastante bueno en esto.»

«¿Estás diciendo que es mejor no tener ninguna reunión donde todos compartimos juntos?»

«No se trata de lo que es mejor. Se trata de lo que es real. Hay muchas formas como la iglesia puede celebrar su vida juntos. En este momento, parece que tú comprendes una sola de estas formas. Mira la iglesia como una realidad, no una actividad. Así podrás celebrar la iglesia en cualquier forma que se expresa alrededor de ti. Yo no diría que esto es mejor. Pero tampoco es peor. Muchas cosas increíbles sucederán hoy porque ustedes están juntos.
A veces, esta vida se expresa mejor en una conversación como esta. A veces se expresa mejor en una conversación más grande en el marco de una reunión. Cuando lo puedes ver de una sola forma, te pierdes tantas otras formas en las que trabaja el Padre. En vez de pensar en la clase de reunión o grupo que deberíamos tener, pregunta por lo que ayudará mejor a la gente a crecer en esta vida. Jacob tuvo unas buenas ideas acerca de esto hace unos minutos.»

«¿Qué?», dije, mientras saqué el último pollo de la parrilla. No estaba seguro a qué se refería Juan. «¿Acaso estabamos hablando acerca de la iglesia?»

«Ciertamente. Cuando la gente aprende a vivir en una relación con el Padre, liberados de la vergüenza, este es el núcleo de la vida del cuerpo. Descubran cómo compartir esta vida, y ustedes serán el cuerpo.»

Marvin iba a hacer otra pregunta, pero yo levanté la bandeja con los pollos y les indiqué que me siguieran a la mesa donde nos esperaba el resto de la comida y la gente estaba esperando. Di la bienvenida a todos, mencioné que Juan se había unido a nosotros, y le pedí si podría orar por nosotros. El devolvió mi sonrisa, se detuvo por un minuto, examinó la mesa, y entonces asintió.

«Cojamos cada uno un vaso vacío», dijo Juan, mientras pasó unos vasos descartables a los que se encontraban a su lado. Después levantó un gran pan que estaba en la mesa. Comenzó a partirlo en pedazos y repartirlos a las personas cerca de él. «Tomen cada uno un pedazo.» – Después levantó una jarra con jugo de uvas que Laura acababa de traer. Llenó unos vasos de las personas a su lado, después pasó la jarra a Jeremy para que sirviera a los demás. Cuando todos tuvieron pan y jugo, Juan levantó el pan en su mano, y otros siguieron su ejemplo. Juan dio gracias a Dios por toda su provisión, desde la comida en la mesa, hasta el perdón de los pecados, y hasta por los buenos amigos, y sobre todo por la vida en el Hijo.

«Su cuerpo fue quebrantado para que nuestros espíritus tengan vida. Piensen en esto y piensen en él, mientras coman.» – Y todos lo hicimos. Después Juan cogió su vaso. – «Esta es la sangre de su pacto, que nos limpia del pecado y refresca nuestro espíritu. Esta es la última comida que él comió en aquella noche con sus seguidores, y él prometió que lo haremos de nuevo en la edad que viene.
A nuestro Rey, nuestro Redentor, y hermano mayor en la casa del Padre…» dijo Juan, levantando su vaso y haciendo una pequeña pausa. Otros se unieron al brindis y expresaron su gratitud hacia Jesús.

Por fin, Juan terminó. «Hasta que te veamos cara a cara…», dijo, mirando hacia el cielo. Después brindó con los que estaban a su lado. Y entonces bebimos juntos, y nos quedamos parados en silencio, asombrados por su gracia, y por nuestro amor unos por los otros. Por fin, algunos rompieron el silencio abrazándose, y después se formó una fila para servirse la comida.

Después de llenar nuestros platos, nuestra conversación con Juan continuó con varios otros que se unieron a nosotros. Después de presentar a algunas personas, Marvin nos llevó de vuelta adonde habíamos dejado la conversación. «Me gusta tu punto de vista acerca de la iglesia, Juan, pero ¿haremos esto cada semana?»

«¿Qué piensas, Jacob?»

«Solo si lo hacemos en la casa de Marvin y él cocina», sugerí.

«Te ayudará no pensar en lo que harás cada semana, sino acerca de lo que Jesús te pide hacer hoy. Tú tienes obviamente un corazón por las personas que ves que nadie se preocupa por ellos. Esto es fabuloso. Pero no pienses en una rutina para motivarlos. Piensa en lo que Jesús te pide hacer para animar o equiparles. Es tan sencillo.»

«Como invitarles a cenar.»

«Sí, o incluso invitar a algunos a estudiar juntos la Biblia, si esto está en tu corazón.»

«Esto es lo que quise hacer, pero sentí que iba a ser algo extraño.»

«¿Qué tal si invitas a algunas de estas personas a tu casa para un estudio de seis reuniones acerca de algún aspecto de tu vida en Dios? Pienso que algunas personas están buscando exactamente esto.»

«¿Y qué hago cuando esto termine?»

«Lo que él te dé a hacer después. Recuerda, equipa a las personas a vivir en él primero. Después verás como él junta a su cuerpo. No me malentiendas. Me gusta cuando un grupo de cristianos quieren intencionalmente caminar juntos como una expresión de su comunión – escuchando a Dios juntos, compartiendo sus vidas y recursos, animándose unos a otros y preocupándose unos por los otros, y haciendo cualquier otra cosa que Dios les pide hacer. Pero no puedes organizar esto con personas que no están listos. Recuérdate, el discipulado viene siempre antes de la comunión. Cuando aprendes a seguir a Jesús tú mismo, y ayudas a los demás a hacer lo mismo, entonces encontrarás que la vida del cuerpo brotará por todas partes alrededor de ti.»

«Pero ¿cómo se ve esto?»

«Puede verse como cualquier cosa. Conozco a personas que se juntan para caminar en los bosques, y desayunan debajo de los árboles. Conozco a familias que se han trasladado juntos al mismo barrio para disfrutar de su cercanía. Conozco algunas iglesias en casa realmente sanas, que comparten sus vidas juntos, y algunas otras que se reúnen en locales más grandes. Conozco a otros que trabajan juntos como un equipo para construir casas para los pobres, o para cocinar en una misión, o alguna otra forma creativa de hacer conocer la vida de Jesús en su cultura.
Puede verse como cien cosas diferentes, porque el Padre es tan creativo. Si intentas copiar algo de esto, verás que se convertirá en algo muerto y vacío después que pase la primera emoción. La iglesia florece donde la gente se enfoca en Jesús, no donde la gente se enfoca en la iglesia.
Este es un tiempo maravilloso para aprender a disfrutar de él juntos. Simplemente sigue viviendo, amando y escuchando, y él te guiará a aquella expresión de iglesia que encaja mejor en sus planes. No te preocupes si es nada que tú puedas señalar con el dedo y decir, ‘esta es la iglesia’. Tú eres la iglesia. No tengas miedo de vivir en esta realidad.»

«Si la iglesia puede ser tan sencilla, Juan, ¿dónde entran los líderes en este cuadro? ¿No necesitamos ancianos y pastores y apóstoles?»

«¿Para qué?»

«¿No es necesario que alguien esté encargado de organizar las cosas, para que la gente sepa qué hacer?» – Marvin estaba bastante excitado. Yo sabía que no iba a recibir la respuesta que esperaba.

«¿Por qué, para que la gente pueda seguir a algún humano en vez de seguir a Jesús? ¿No ves que ya tenemos un líder? La iglesia le da a Jesús el primer lugar en todo, y no permitirá que alguna otra persona usurpe su asiento.»

«¿Entonces los líderes tampoco son importantes?»

«No de la manera como te enseñaron. Hoy en día, la gente casi no puede imaginarse una vida del cuerpo sin una organización, y sin un líder que moldea a los demás según su visión. A algunos les gusta liderar, y otros desean desesperadamente ser guiados. Este sistema ha hecho que el pueblo de Dios sea tan pasivo que la mayoría ni siquiera puede imaginarse vivir sin un líder humano con quien se pueden identificar. Y después nos preguntamos por qué nos quedamos tan atrás en nuestra vida espiritual. Vuelve a leer el Nuevo Testamento, y encontrarás que allí hay muy poco enfoque en alguna forma de liderazgo como lo conocemos hoy.»

«Pero había ancianos y apóstoles y pastores, ¿no cierto?»

«Si los había, pero ellos no estaban adelante guiando a la gente según sus visiones personales. Ellos estaban detrás del escenario y hacían exactamente lo que tú tienes en tu corazón, Marvin: ayudaron a la gente a vivir profundamente en Cristo, ¡de manera que él pudiera guiarles! Los ancianos no son para administrar una organización, sino para equipar a los seguidores de Cristo, ayudándoles a encontrar una verdadera relación con el Dios vivente. Por eso él nos dijo que ayudemos a las personas que sean sus discípulos, y por eso dijo que él edificaría su iglesia. Enfoquémonos en nuestra tarea y dejemos que él haga la suya.»

«¿Pero dónde encontramos esta clase de líderes hoy?»

«No busques a líderes como tú te los imaginas. Piensa en hermanos y hermanas que están un poco más avanzados en el viaje que tú. Ellos están alrededor de ti – en esta ciudad y en este jardín.»

«¿Pero cómo sabemos quiénes son, si nadie los designó?»

«Yo preguntaría, ¿cómo sabemos si alguien es realmente un líder siervo, solamente porque tiene un título? ¿No has conocido a muchas personas que se hacen llamar pastores o ancianos, pero que no tienen la madurez espiritual para respaldar este título? ¿No nos dijo Jesús que los mayores en esta familia no son aquellos que ejercen autoridad sobre otros, sino aquellos que sirven? ¿Es realmente tan difícil decir quiénes son?», preguntó Juan.

«Pienso que preferiría rótulos con sus nombres», dijo Marvin, y todos nos reímos.

En este momento, una madre soltera de edad media pasó detrás de mí para unirse a algunos otros en el césped. Cuando le sonreí, ella se detuvo y dijo: «¿Podría preguntarte algo, Jacob?»

«Por supuesto, Cristina.»

«Estoy preocupada por mi carro», dijo. «Hizo un ruido raro al llegar acá, y me gustaría que alguien lo revisara.»

«Me gustaría ayudarte, pero realmente no sé mucho de carros. ¿Conoces a Bob allá con la camisa azul?» pregunté, señalando hacia él.

Ella miró y asintió. «No muy bien, pero me encontré con él.»

«El sabe más de carros que cualquier otra persona aquí. Le pediré que te ayude.»

«Esto sería grandioso», dijo ella, y se fue a conversar con algunas otras personas.

Al volver, me di cuenta de que los demás habían escuchado nuestra conversación, y Juan me miró de frente. «Es tan sencillo como esto», dijo Juan, señalándome a mí con una mano abierta.

No comprendimos de qué estaba hablando, y por eso nos quedamos todos callados. – «¿Por qué envió Jacob a Cristina donde Bob?»

«El es un aficionado de carros» – dijo alguien. – «Todos lo saben.»

«Pienso que Cristina no lo sabía, y Jacob le hizo saberlo. Encontrar los dones de Dios en la familia puede ser tan sencillo. Jesús te dará relaciones para que vivas en ellas. Mientras creces en ellas, sabrás qué dones dio él a los demás. No es algo tan secreto que la gente no lo supiera. Y cuando te encuentras con alguien que no ve los dones en los demás, tú puedes ayudarle, señalándolos. Esto es quizás todo lo que Pablo les dijo a Timoteo y Tito que hicieran. Ellos ciertamente no estaban nombrando equipos de administración. Pienso que ellos simplemente identificaron a aquellos que conocían la verdad del Evangelio y habían sido cambiados por el Evangelio. Otros que decían ser cristianos no habían sido cambiados, y Pablo no quería que los creyentes jóvenes fueran confundidos por ellos.»

«¿Y esto funciona?» dijo Marvin, sacudiendo su cabeza.

«Mejor que cualquier otra cosa que conozco», respondió Juan. – «¡Podemos confiar en Jesús para esto! El es un mejor administrador de la iglesia que cualquier otro de nosotros. Vive en él, y haz cualquier cosa que él pone en tu corazón, y te asombrarás de lo qué él hará entre ustedes.»

«La gente ya piensa que somos raros», dijo Laura.

Con una buena risa, Juan se levantó y se disculpó porque tenía que irse. La gente se quejó, porque habían esperado poder hacerle más preguntas.

«¿Podemos volver a hacer esto?», preguntó Marvin.

«Me gustaría si se da la oportunidad, pero esta no es mi decisión.»

«¡Pero tenemos tantas otras preguntas!», añadió alguien más.

«Entonces pregunta a Jesús», respondió Juan. – «Yo podría responder preguntas todo el día, y no haría ninguna diferencia. No podemos armar esta vida ordenadamente en el intelecto. Tenemos que descubrirla durante el viaje. El te aclarará las cosas cuando las necesites.»

Con esto, tiró su plato descartable a la basura, y salió por la puerta.

La gran reunión

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que yo había estado parado en un escenario, hablando a una congregación sentada ordenadamente en filas. Me sentí extraño al aceptar la invitación, e incluso más incómodo al tener que hablar. Pero Bryce, el pastor de la Capilla Piedra del Ángulo, me había invitado a hablar a su congregación acerca de mi relación creciente de confianza en el Padre.

Yo había conocido a Bryce solamente desde una distancia, por medio de unas reuniones ministeriales hace muchos años. Por eso, su llamada hace dos meses me tomó de sorpresa. El dijo que había escuchado unos rumores y quería encontrarse conmigo y escuchar de mí mismo. Yo solo podía imaginarme qué había escuchado o por qué se preocupaba por mí, pero pensé que iba a ser divertido descubrirlo. De un almuerzo juntos resultaron varios otros, y descubrí que él luchaba con las mismas frustraciones en su vida en Cristo, como yo en los años anteriores.

Esto realmente me chocó. El había sido pastor de jóvenes cuando le conocí, y ahora era el pastor principal de su iglesia. Su congregación había crecido rápidamente cuando vinieron personas de dos otras congregaciones grandes que se estaban desintegrando después de que sus pastores populares habían renunciado – uno de ellos para pastorear una iglesia más grande, y el otro en medio de un escándalo. Las prédicas entusiasmadas y divertidas de Bryce, junto con sus músicos casi profesionales, hicieron de la Piedra del Ángulo un punto de atracción especial para los evangélicos. Ellos ya tenían tres cultos en un local grande, y consideraban construir otro más grande. Yo hubiera pensado que Bryce era fuerte como una roca.

Pero no fue así. En nuestra primera conversación, él me dijo que se estaba muriendo espiritualmente, y que estaba preocupado de que muchos de su gente estaban en la misma situación. Su relación con Dios se había secado ante las exigencias de una congregación creciente. – «Estoy llegando a la conclusión de que no hay correlación entre el éxito de mi ministerio, y la calidad de mi propia relación con él. De hecho, parece que predico mis mejores sermones en medio de mis peores fracasos. Estoy empezando a pensar que el ministerio es el lugar donde me escondo de Dios.»

El deseaba recobrar la pasión por Dios que inicialmente le había llevado al ministerio, pero no sabía cómo lograrlo. Cuando él había hablado a otros de esta hambre, ellos le aseguraban de que su ola de éxito era una prueba de la bendición de Dios, y que debía pasar por alto sus dudas. Esto funcionaba por algún tiempo, pero su soledad interior y sus luchas con tentaciones cada vez más fuertes por fin le abrumaban, y le empujaban hacia la ira y la depresión. Sin que otros lo supieran, él se desquitaba de esto en casa con su familia.

Ninguno de los dos podíamos imaginarnos adónde llegaría él, pero ambos sabíamos que él estaba corriendo un gran riesgo en la situación en que se encontraba. Sin embargo, él seguía diciendo que no se iba a contentar con nada menos que una verdadera relación con Dios, no importaba lo que le iba a costar. Y él me pidió hablar a su congregación en sus cultos dominicales.

Ahora el culto había terminado. Laura y yo nos habíamos despedido de Bryce, y nos dirigíamos hacia la playa de estacionamiento. Algunas personas esparcidas por allí me dieron las gracias por visitarles. Entonces le vi. Fue Juan, saliendo del estacionamiento con una sonrisa que me parecía un poco maliciosa. Nos abrazamos, y Laura parecía más emocionada que yo al verle. Admito que me sentí un poco avergonzado, estar parado en ese lugar.

«¿Qué haces aquí?», le pregunté. «Oh, déjame adivinar», añadí en tono burlón. «Acabas de caer del cielo a este estacionamiento y me viste aquí.»

«No. No es nada excepcional. Estuve anoche donde Diana y Jeremy. Cuando hojeé su periódico, vi que ibas a hablar aquí, y quise verte. Ellos están realmente bien, ¿no cierto?»

«Esto es todavía decir poco. Nunca he visto a dos personas crecer tan rápidamente. Nos va muy bien ayudándoles a avanzar en esto.»

«Ellos me dijeron que incluso habían vuelto a tener un buen contacto con Jim y su esposa. Me gusta cuando Dios trae una verdadera reconciliación, incluso después de una traición y una tragedia.»

«Es una gran historia», dijo Laura. «Pero me pregunto por qué ellos no nos dijeron que ibas a llegar a la ciudad.»

«Ellos no lo sabían», sonrió él, y yo sabía lo que esto significaba.

Le pregunté si le podíamos invitar para el almuerzo, pero él dijo que no tenía tiempo. Alguien de Los Angeles se iba a encontrar con él aquí en algunos momentos. – «Conversaremos aquí tanto tiempo como podemos», dijo Juan, señalando una mesa debajo de los árboles de un parque al lado del estacionamiento. Al caminar allí, oí los gritos de unos gansos silvestres encima de mí, y mirando al cielo vi una docena de ellos, ordenados en forma de V, volando hacia el sur. Era un día hermoso de otoño. Entonces oí a otro grupo de gansos desde más atrás.

«Entonces, ¿qué haces aquí?», preguntó Juan.

«Me cogiste», dije y levanté mis manos como rindiéndome, «pactando con el enemigo.»

«Tú no piensas esto realmente»; dijo Juan, riéndose. – «Por lo menos espero que no.»

«No, de veras que no. Pero cuando me preparaba para esto, me preguntaba qué ibas a pensar tú acerca de mi visita acá. Algunas personas hablan de estas instituciones como de la esclavitud egipcia de los israelitas. No sabía si tú también eras de ese lado.»

«No exactamente», respondió Juan sonriendo. – «Entonces ¿cómo llegaste acá?»

Le conté a Juan acerca de mi relación con Bryce, y su invitación de hablar aquí.

«¿Y cómo te fue?», preguntó Juan.

«Tendrías que preguntar a alguien de ellos.»

«Fue maravilloso», dijo Laura. «El los hizo reir en un momento y llorar el próximo momento, mientras hablaba acerca del vivir en el amor del Padre.»

«Pero me sentí muy incómodo, Juan. Antes me gustaban estos entornos, pero hoy me pareció tan poco efectivo.»

«¿Por qué?»

«Lo hice por años, Juan, pero no estoy seguro de cuánto valor tiene esto para ayudar a la gente a vivir libres. Sin duda puedo plantar algunas semillas de esta manera, y hay los momentos excepcionales cuando se prende la luz para alguien; pero la mayoría de la gente se vuelve sorda al mensaje después de algún tiempo. Incluso cuando escuchan algo que les choca profundamente, ellos lo olvidan cuando vuelven a su vida diaria. Por el otro lado, nuestras conversaciones realmente han cambiado mi vida. Y yo sé que no fue simplemente por las palabras que hablaste, sino por el momento cuando las hablaste. Fue en los momentos de lucha por responder mis preguntas, o hacer tus propias preguntas, lo que las hizo tan poderosas. Yo no sé como podría reproducir esto en un sermón.»

«Claro que no puedes; pero esto no significa que haya sido sin valor lo que hiciste hoy. Todas las cosas tienen su lugar, pero como tú dices, este no es el primer lugar. A lo largo, los sistemas como este no les ayudan a la gente a vivir profundamente en la vida de Jesús, ni les ayudan a experimentar las profundidades de la comunión cristiana. Pero a menudo confrontan a la gente con el hecho de que Dios existe.»

«Yo sé que recibí algo de la verdad, y una hambre por Dios, en una congregación como esta», dijo Laura.

«¿Pero fue también satisfecha esta hambre en la congregación, Laura?»

«A veces pensaba que lo hacía. Pero mirando atrás, pienso que solamente me frustraba. Me dio hambre de conocer a Dios de una manera que no se podía cumplir allí. Pero también me hizo sentir que era por mi culpa. Me sentía como si no comprendiera lo suficiente, o como si no me estaba esforzando lo suficiente.»

«Esto es lo que sucede cuando una institución intenta hacer lo que no puede hacer. Con proveer servicios para que la gente siga asistiendo, la institución sin quererlo nos distrae de la verdadera vida espiritual. Nos ofrece una ilusión de espiritualidad, en experiencias organizadas de manera profesional; pero no puede mostrar a la gente cómo vivir cada día en él, a través de las verdaderas luchas de la vida.
Esto es algo de lo más extraño en el cristianismo que se encierra a sí mismo en un cajón institucional. ¿Quién desearía ser educado en un orfanatorio? Nuestros corazones tienen hambre de una familia. Es allí donde los niños aprenden quiénes son, y cómo encajan en el mundo. Pero estas congregaciones son como orfanatorios, levantados para la conveniencia de todos. Aquí sobrevives cuando te sometes a sus reglas. Pero esta no es la manera cómo Jesús te conecta con su Padre. Para esto necesitas una familia, y hermanos y hermanas que pueden atenderte en el momento, sin tener que esperar el día de la reunión, o tener que organizar un curso.»

«Es por eso que tú me ayudaste tanto. Parece que siempre estuviste allí cuando te necesitaba realmente, aunque no siempre estuviste cuando yo lo deseaba. Tú me ayudaste a ver cómo proseguir lo que Dios ponía en mi corazón. Esto me ayudó a aprender cómo caminar con él. Ahora no cambiaría por nada mi vida en él.»

«Yo tampoco», añadió Laura. – «Pero entonces, ¿para qué sirven estas instituciones?»

«Quizás sirven para mantener ocupados a todos los que están atrapados en una religiosidad humana, para que no tengan la energía de infectar el resto del mundo», dije con ironía.

«Esto no sería un mal uso», dijo Juan y se unió a mi sonrisa. Pero después se volvió serio. – «Pero temo que las cosas no sean tan sencillas. Como tú dices, una buena enseñanza puede ayudar a plantar unas semillas, y los grupos como estos pueden ayudar a conectar a personas que están en el mismo viaje. Dios podrá usar estas conexiones en los años venideros. Pero esto cuesta un precio. Con el tiempo, las instituciones pueden volverse abusivas cuando exigen más y más conformidad. Cuando esto sucede, yo siempre animo a las personas a escapar de allí. Sin embargo, otras instituciones pueden ser relativamente sanas. Unas dinámicas de familia, de amor y compasión se mezclarán con los elementos institucionales, y sucederá algo de verdadera comunión. ¿Te recuerdas de tus primeros días en el Comunidad del Centro?»

«¡Yo sí!», dijo Laura, y su cara se iluminó. – «¿Entonces no fue del todo malo?»

«No, de ninguna manera. De hecho, en los primeros días de un grupo nuevo, el enfoque es normalmente en Dios, no en las necesidades de la institución. Pero normalmente esto se pierde con el tiempo. Las presiones financieras aumentan, y viene un deseo de tener rutina y orden. Todo esto nos distrae de la sencillez de seguir a Jesús. Las relaciones se estancan en la rutina. Con el tiempo, la maquinería institucional consume un montón de energía para tan solamente seguir funcionando; y entonces se vuelve irrelevante.»

«¿Piensas que esta es la manera como Dios lo ve?», preguntó otra voz. Yo me había dado cuenta de que Juan había mirado por encima de mi hombro en los últimos segundos, pero no me había dado cuenta de que alguien más estaba allí. Me volteé y vio a Bryce parado detrás de mí.

«¿Cuánto tiempo has estado aquí?», pregunté.

«Acabo de llegar. Estuve yendo hacia mi carro, cuando te vi sentado aquí y me pregunté si este era el famoso Juan.»

Le dije que sí, y les presenté uno al otro. – «¿Puedo juntarme con ustedes? Este es exactamente el punto donde estoy luchando.»

«Por supuesto», dijo Juan, mientras hizo un espacio para que Bryce se sentara a su lado.

«Jacob y yo hemos tenido unos tiempos muy buenos durante los últimos meses. Me gusta lo que Dios está haciendo en él.»

«¿De verdad?»

«Yo conocí a Jacob solamente desde una distancia, hace muchos años. Pero veía en él un desprecio hacia las personas que no pensaban como él. Después escuché algunos rumores de que él había salido de la Comunidad del Centro y que no asistía a ninguna iglesia, y pensé que él se había convertido en otra víctima amargada del ministerio. Pero hace unos meses comencé a escuchar su nombre con más frecuencia en algunas conversaciones, y me gustó lo que escuché. Entonces le llamé, y cuando nos encontramos me sorprendí. Este no era el Jacob que yo había conocido. Había cambiado mucho, y las cosas que él hablaba, despertaron mi hambre más profunda.
Pero cuánto más vivo este viaje de la vida en Cristo, menos motivado estoy para cumplir las exigencias de todo esto», dijo, señalando hacia el edificio de la iglesia que brillaba en el sol. – «No me siento cómodo con el crecimiento que sucede aquí. Cuanto más personas atraemos, más vacíos nos volvemos por dentro. Para muchos, este es un lugar para esconderse. Asistir con regularidad e incluso sentirse bendecido. Me sigo diciendo que estamos haciendo unas cosas maravillosas aquí, y esto es lo que me hace continuar. Pero en mis momentos sinceros, yo cuestiono todo esto. Renunciaría enseguida, si Dios también lo considera tan irrelevante como tú dijiste hace un minuto.»

«Por favor comprende que no dije que tú eres irrelevante para Dios, o que estas personas lo son. No lo son. Yo quise decir que Dios mira más allá de la institución, y trata con las personas. El desea que ellos le conozcan, y que experimenten una verdadera comunión unos con otros. El seguirá invitándoles a esto durante toda su vida.»

«¿Entonces no tienes ningún problema con que yo haya predicado aquí, Juan?», pregunté, un poco aliviado.

«Claro que no, Jacob. No tengo ningún problema con ir a cualquier lugar adonde va Dios, y él seguramente está aquí atrayendo a la gente hacia él mismo.»

Bryce continuó: «Pero considerando todo el trabajo que se hace aquí, y todo el dinero que gastamos, el fruto espiritual es muy escaso. No hay personas nuevas conociendo a Dios. Nuestros miembros nuevos vinieron de otras congregaciones que están en problemas. No conozco a nadie aquí que esté en el mismo viaje como Jacob, y solo unos pocos que comparten mi hambre; y estamos tan ocupados que hacemos poco acerca de ello.» – La voz de Bryce se quebrantó, porque salió a la superficie la lucha que había visto tantas veces en él.

Juan estiró su mano para cubrir la mano de Bryce. «No puede ser de otra manera. Una vez que la gente se enamora del programa y se vuelve dependiente de él para su vida espiritual, ellos no verán sus limitaciones. El programa no puede sustituir su propia vida en Jesús; y puede producir solamente una ilusión de comunión, porque depende de lo que la gente hace para mantener la institución.»

«¿Pero no podría ser mejor? Estoy dividido entre la responsabilidad de reformarlo, y el deseo de abandonarlo. Ninguna de las dos parece una buena opción. Dudo que pueda ser reformado, o por lo menos que yo pueda hacerlo. Ya hay algunas personas que cuestionan mi liderazgo cuando hablo acerca de mis luchas. Y no tengo idea de qué vivir si renuncio.»

Juan dejó sus palabras suspendidas en el aire por un momento, y yo hice lo mismo. Yo sabía que esta era la cuestión esencial con la que Bryce luchaba. No tenía ninguna respuesta para él, y estaba muriendo de expectativa por lo que Juan iba a decir. Mientras esperábamos, vi otro grupo de gansos volar sobre los hombros de Juan, gritando mientras se unieron a los otros grupos que volaban hacia el sur.

«¿Qué debo hacer? ¿Es esto algo malo y debo huir de aquí? ¿O puede mejorar si personas como Jacob siguen hablándonos para equilibrar las voces de aquellos que solo quieren servir la máquina?» – El me miró con una sonrisa. Habíamos hablado de este tema antes. El incluso me había preguntado si yo quisiera ser uno de los líderes de su iglesia.

«La gente ha intentado reformarlo por dos mil años, y el resultado es casi siempre lo mismo: un nuevo sistema remplaza el antiguo, pero finalmente el nuevo sistema también se convierte en un sustituto. ¿Te diste cuenta de que las personas que comparten tu hambre, no comparten tu pasión por reformar la maquinería?»

«Lo noté. Aquellas personas que respeto más por su madurez espiritual, parece que no están dispuestos a ayudarnos a manejar esta cosa. Me decepcioné mucho de ellos. En cambio, en el liderazgo tenemos a personas que no conocen bien a Dios, pero que tienen opiniones fuertes acerca de la manera cómo las cosas deben hacerse.»

«Esto debería decirte algo.»

«Me dijo que quizás ellos no son tan espirituales, si no están dispuestos a ayudarme.»

«Bueno, esta es una posibilidad. O quizás los más espirituales desean invertir su tiempo sirviendo a personas, en vez de asistir a reuniones interminables de comisiones.»

«Temí que ibas a decir esto», dijo Bryce con una sonrisa frustrada. – «Pero esto deja la maquinería, como tú lo llamas, en las manos de personas que no conocen el carácter de Dios. Es imposible trabajar con ellos.»

«Esto es un problema, ¿no cierto? Las estructuras son para ganar poder y para imponer su propio camino sobre otros. Aquellos que crecen conociendo a Dios, no necesitan estas estructuras.»

«Y hay momentos cuando no estoy seguro si quiero invertir mis talentos para hacer que siga funcionando, si no es efectivo para el reino, y especialmente si les quita a mis hijos su padre porque estoy fuera todo el tiempo.»

«¿Es así como te sientes?»

«No para mí, pero mi esposa lo dice todo el tiempo. Quizás ella tiene razón. Admito que estoy tan sumergido en toda esta actividad aquí al nivel humano, que no me doy cuenta de cosas como estas.»

«Te hará bien escucharle a ella; pero todavía mucho más importante es que escuches a Jesús. Bryce, me parece que estás intentando hacer una decisión acerca de tu futuro, basada en principios en vez de la obediencia sencilla. ¿Qué te dice Jesús: que te quedes aquí, o que salgas?»

«Yo esperaba que me ibas a dar algún criterio que me lo haría más fácil saberlo.»

«¿Y así quitarte la oportunidad de escucharle a él soplar su voluntad en tu propio corazón?» respondió Juan sonriendo. «Nunca. Esto está entre tú y él. Si tratas de esto con Jesús, esto te ayudará a crecer en la relación con él. No busques una respuesta ‘correcta’ o ‘equivocada’ a tu pregunta. Así tendrías que condenar a aquellos que no hacen lo que tú haces. El podría querer que te quedes más tiempo, que ames a estas personas y que tu hambre los anime.»

«O los frustre», corrigió Bryce.

«Hace ambas cosas», dijo Juan. «O, él podría querer que te vayas y que veas como él cuida de ti de maneras que nunca aprenderás aquí. Yo no tengo ninguna idea cuál de los dos es.»

«Este es el punto donde me quedo atascado. Simplemente no lo sé. Estoy vacilando tremendamente entre los dos, según las circunstancias en las que me encuentro.»

«Es por eso que te ayudaría apartar tus ojos de las circunstancias, y mirarle solo a él. El te puede guiar en todo, y perfeccionar su propósito en ti.»

«Simplemente no sé», dijo Bryce. «Quizás solamente tengo miedo de perder mi sueldo.»

«¿De verdad?»

«No sería honesto decir que no estoy pensando en eso. Estudié para esto; no sé si soy calificado para alguna otra cosa.»

«Te sorprenderás de lo que el Padre podría decirte que hagas, y como él te equiparía para hacerlo. Pero todo lo que puedes hacer, es llevar este miedo a él y pedirle que te muestre el camino.»

«Lo hice. Miles de veces», suspiró Bryce.

«Entonces no es el tiempo», dije para mi propia sorpresa, y desde el rincón de mi ojo vi a Juan sonreir y asentir con la cabeza.

«¿Qué significa esto, Jacob?»

«Una parte del viaje consiste en hacer lo que él aclara para ti. Si has entregado el asunto a Dios, entonces deja que él lo resuelva. Si él te dijera que renuncies hoy mismo, yo creo que lo sabrías, aun a pesar de tus temores. Si él todavía no te lo ha aclarado, entonces espera. Solamente sigue amándole y siguiéndole cada dia. Estoy aprendiendo el gozo de descansar en él, hacer lo que sé hacer, y no hacer lo que no sé hacer. Esta fue una de las lecciones más difíciles de aprender, pero también la que más me liberó.»

«Pero yo quiero una respuesta de lo que es correcto o equivocado.» – Se notó la frustración de Bryce.

«Esto es lo que todos deseamos», dije, reconociendo su frustración. – «Hasta que él mismo nos sea suficiente como respuesta. Esta es su decisión, no la tuya, y será claro cuando sea claro.»

«Simplemente pregúntale con quién quiere él que camines ahora mismo», sugirió Juan. – «No intentes aclarar lo que tú quieres, o lo que piensas que es lo mejor. Sigue la convicción que Dios hará crecer en tu corazón con el tiempo.»

«Quizás ni siquiera necesitarás decidir. Alguna otra persona podría decidirlo por ti», añadí yo.

«Sí, a menudo él obra de esta manera también», dijo Juan.

«¿Cómo?»

«Bueno, yo no me decidí a salir de la Comunidad del Centro, Bryce. Me despidieron, ¿te acuerdas?»

«Esto sí suena divertido», dijo Bryce con mucha ironía.

«Jacob tiene razón», dijo Juan. «A veces no sabemos lo que Dios quiere porque todavía tienen que desarrollarse algunas historias, y porque tu vida todavía tiene que impactar algunas otras vidas.»

«¿Entonces es realmente un caminar de día a día para que Jesús arregle su camino en nosotros?», dijo Bryce.

«Sí, Bryce, y cuando aprendas a vivir de esta manera, nunca querrás volver atrás. Jesús es muy bueno en mostrarte cómo hacerlo, especialmente cuando tu deseo de agradarle es puro, y cuando no deseas hacer simplemente lo que piensas que es lo mejor o lo más fácil.»

«Como poner mi seguridad financiera por encima de mi pasión espiritual», dijo Bryce, más para sí mismo que para nosotros.

«Esto es probablemente lo más difícil. No es por nada que lo llaman ‘la ética puritana del trabajo'», dijo Juan.

«He invertido tanto aquí, Juan. No sé si podría irme si supiera que Dios quiere esto de mí.»

«Tienes razón, no lo sabes. Te sorprenderás de lo que harás cuando el camino sea claro. Algún día tendrás más tareas valiosas de las que tienes aquí.»

«¿Entonces qué debo hacer acerca de todo esto por mientras?»

«Sigue la dirección de tu hambre. Sé sincero acerca de ello contigo mismo. Haz cada día lo que él pone en tu corazón que lo hagas.»

«¿Y si esto crea un conflicto verdadero?»

«¿Como por ejemplo …?»

«No sé. Ya estoy escuchando unas murmuraciones porque no estoy haciendo suficiente propaganda para la ofrenda, o porque no estoy presionando a la gente lo suficiente para que ayuden en la iglesia infantil. Cuando animo a la gente a confiar en Dios, mi pastor asociado piensa que solo intento descuidar mi trabajo.»

«Creeme, lo sé», dijo Juan con preocupación en su voz. «Pero tienes que seguirle, incluso si esto crea conflictos. Sé siempre amable con todos, pero nunca comprometas lo que Dios puso en tu corazón, solamente para estar bien ante la gente. No tengo idea de cómo esto resultará para ti, pero siempre resultará de maneras que no podemos imaginarnos.»

«Pero esto podría ser mi muerte.»

«Sí, esto es posible. Pero si le vas a seguir a él, ¿qué opciones tienes? Sigue tu hambre, Bryce. Te moldeará y te dará valor para cualquier cosa que viene.»

«Y si finalmente renuncio, tendré que decir a los demás que se vayan también?»

«¿Por qué, para qué ayudaría esto?»

«Para salvarles de todo esto, y señalarles algo más real.»

«Señalarles hacia Jesús siempre ayuda. Pero decirles que se vayan, raras veces ayuda. ¿Qué hubieras pensado si Jacob te hubiera dicho esto hace cinco años?»

«Hubiera pensado que él era un rebelde divisivo, y me hubiera alejado de él.»

«¿Y cómo te hubiera ayudado esto? Solo te hubiera hecho más resistente contra lo que Dios ha hecho en ti en los últimos cinco años.» – Bryce se puso muy pensativo. – «Ves, Bryce, la verdad tiene su tiempo. Si dices la verdad a alguien que todavía no está listo para escucharla, le empujarás más lejos, no importa cuán buenas sean tus intenciones.»

«¿Y cómo sé que no están listos?»

«¿Realmente piensas que cientos de personas estarán listos, el mismo día, algún domingo por la mañana?»

«Esto lo entiendo, pero ¿qué de personas individuales?»

«Necesitas que Jesús te lo muestre. El te puede ayudar a sentir cuando alguien está listo, y cuando necesitas aguantar. Asegúrate de que realmente tengas sus mejores intereses en la mente, y que no quieres utilizarlos para validar tu propio punto de vista. Esto nunca funciona. También, escucha las preguntas que la gente hace, y esto te mostrará si tienen hambre de recibir más. Incluso con Jacob, yo colocaba algunos granos de oro delante de él para ver lo que iba a hacer con ellos. Si él escuchaba, luchaba y pedía más, le llevé más adelante. Si no lo hacía, dejé el asunto allí. Intenté servirle; yo no necesitaba validarme a mí mismo.»

Me sorprendí de su respuesta, y me pregunté qué cosas me había perdido por no comprender adónde él quería llevarme. También me pregunté si esta era la razón por qué Jesús hablaba en parábolas – para ayudar a las personas hambrientas a ver, sin endurecer innecesariamente a aquellos que no estaban listos. Tendría que explorar más este asunto.

«En resumen, si quiero encontrar una expresión de iglesia que cumple lo que dicen las Escrituras, tendré que cambiar esta organización o abandonarla.»

«O dejar de buscarlo.»

«¿Qué? ¿Hablas en serio?»

«Ningún arreglo institucional contendrá todo lo que es la iglesia. No lo busques de manera institucional; búscalo de manera relacional. El Nuevo Testamento habla acerca de las prioridades de la iglesia: Jesús como única cabeza y único enfoque; los creyentes animándose unos a otros diariamente; liderazgo plural y lateral; participación abierta; y un ambiente de libertad para que la gente pueda crecer en él.»

«¿Cómo la comunión que tengo con Jacob?»

«Y Dios te dará otros más mientras tú simplemente le sigues a él», añadió Juan. – «Algunos te ayudarán en tu viaje por algún tiempo, y tú ayudarás a otros; pero mayormente encontrarás que compartirán mutuamente esta vida.»

«Pero si construiríamos una estructura acerca de esta pasión …» – la voz de Bryce se apagó mientras intentó encontrar una manera de terminar su pregunta. Por fin agachó la cabeza y preguntó: «¿Son la estructura y la pasión polos opuestos?»

«No, no lo son. No toda estructura es equivocada. Estructuras sencillas, que facilitan compartir su vida juntos, pueden ser muy positivas. El problema surge cuando las estructuras adquieren una vida propia y se vuelven un sustituto de tu dependencia de Jesús.»

«¿Entonces no necesito buscar la iglesia perfecta, ni intentar levantar una?»

«De la manera como tú lo piensas, yo diría que no. Pero Jesús sí está edificando una iglesia sin mancha ni arruga. Esta iglesia incluye a cada persona en esta ciudad y en todo el mundo que vive en una relación creciente con él. Está bien que tú te fijes en la forma cómo esta iglesia se expresa cada día en las personas y sucesos alrededor de ti. Pero no intentes acorralarlo en algo que tú puedas controlar. Esto no funcionará. Jesús vio la iglesia como una realidad, no como una tarea de construcción para sus seguidores. Ella está creciendo, por todas partes alrededor de ti. Solo que ahora no lo puedes ver, porque te enfocas en algo mucho menor que su belleza e inmensidad.»

«¿Cómo puedo cambiar esto?»

«Hay una sola manera – mantén el enfoque en él. Donde Jesús recibe el primer lugar, la iglesia simplemente emerge de maneras maravillosas. El te colocará en el cuerpo exactamente como él desea. Y mientras estas relaciones crecen, te verás rodeado por un grupo de personas que desean caminar juntos en una comunión más intencional. Es algo asombroso cuando esto sucede, pero aun así tendrás que mantenerte enfocado en él. Incluso aquellos grupos que comienzan centrados en él, son pronto tentados a organizarse para muerte. Cuando Jesús deja de ser el objeto de nuestra búsqueda, comenzamos a perder el contacto con su cuerpo.»

«No sé qué decir.» – La lucha fue evidente en la cara de Bryce. – «Esto va en contra de todo lo que he aprendido. Fui entrenado para hacer esto, para mantener el control. Me siento tan impotente si tuviera que vivir de la manera como tú lo dices.»

«Esta es la forma como el sistema nos controla a nosotros.» – Juan sacudió su cabeza, identificándose con la lucha de Bryce. – «Es un sistema donde pensamos que podemos lograr algo con nuestra propia iniciativa y nuestro esfuerzo; pero por esta misma razón no puede producir la vida que tú buscas. Esto lo encontrarás solamente en él.»

«Y solamente cuando renuncio al control.»

«O la ilusión del control, Bryce», dije. – «La lección más dura de este viaje fue que yo nunca tenía el control. Yo solamente pensaba que lo tenía.»

Juan se mantuvo callado, así que continué: «La comunión verdadera no es algo que nosotros podríamos fabricar. Es un regalo que Dios nos da.»

«¿Pero no está esto en conflicto directo con casi todo lo que hago aquí?»

«¿Realmente?», preguntó Juan.

«Esto es lo que me pregunto. Sí, somos generosos. No manipulamos a la gente abiertamente. Pero no hacemos nada para animarles directamente a vivir esta clase de vida. Hablamos acerca de ello, queremos que la gente lo haga, pero nuestros esfuerzos se dirigen hacia el crecimiento y el éxito de esta institución. No les enseñamos a depender de Jesús en alguna forma práctica. En lugar de ello, les enseñamos a tener su seguridad en ser parte de nosotros.»

«Quizás es tiempo para vivirlo de manera diferente», sugirió Juan.

Bryce se calló por un momento. – «Yo sé que lo mejor que podemos producir nosotros se queda muy detrás de la vida que veo vivir a Jacob. Cantamos juntos y llamamos esto ‘adoración’; asistimos regularmente al culto y llamamos esto ‘comunión’; y nos hemos convencido a nosotros mismos que realmente hacemos estas cosas con tan solamente estar en el culto, no importa si es una realidad en nuestros corazones o no.»

«Y no importa si realmente vienen para conocerle a él», dije.

«¡Eso es! Yo he tenido una comunión más profunda contigo, Jacob, en los últimos dos meses, que con cualquier otra persona en esta congregación. Contigo puedo ser sincero acerca de mi hambre, y no me siento condenado. Aquí parece que la gente siempre busca motivos escondidos.»

«La libertad de ser sincero, y la libertad de tener luchas, son claves de una verdadera amistad», dijo Juan.

«Aquí hemos intentado hacerlo como una obligación de los creyentes. Les decimos que se comprometan con nuestras reuniones y con una de nuestras células.»

Me recordé haber pensado así en un tiempo pasado que parecía hace siglos. – «¿Cómo puede la obligación producir una verdadera relación, Bryce? Solamente donde la experiencia es inefectiva o muerta, se necesitan obligaciones. Cuando la gente vive en la vida de Jesús, ellos valorarán cada pequeña oportunidad de conectarse con otros hermanos y hermanas que están en el mismo viaje. No será algo que tienen que hacer, sino algo que nunca querrán perderse.»

«Siempre volvemos a lo mismo, ¿no cierto? Cuando buscamos primero la vida en él, estas otras cosas se arreglan. Si no buscamos esto, cualquier otra cosa que hacemos no va a satisfacer nuestra hambre.»

«Esto es muy cierto. El es el motivo que nos reúne, y sin esto, ningún compromiso será suficiente.» – Mientras lo hablaba, se volvió mucho más claro para mí de lo que lo había pensado antes. – «Me estoy convenciendo de que la iglesia que Jesús edifica, va mucho más allá de toda forma humana que hemos intentado para copiarla o contenerla.»

«¿Quieres decir que no hay ninguna manera de reunirnos como pueblo de Dios, que cumpliría la esperanza de la iglesia del Nuevo Testamento?»

«Oh, sí hay una reunión que cumple esto», dijo Juan con una certeza que me sorprendió.

«¿Realmente? Me gustaría escuchar más de esto», dije.

Justo en este momento, otro grupo de gansos voló gritando sobre los árboles y atrajo todas nuestras miradas hacia el cielo, mientras su formación en forma de V se alejaba hacia el sur.

«¡Ellos lo comprenden!» dijo Juan sonriendo, cuando volvimos a mirar abajo.

«¿Qué comprenden?»

«Hay una reunión. Ellos todos se dirigen hacia el sur, hacia lugares más calurosos. No importa tanto con qué grupo están en este momento, pero que estén volando en la dirección correcta.
Tú piensas que una reunión es un evento donde uno asiste, e intentas fabricar el formato perfecto que garantizará resultados. Pero ningún evento puede garantizar los resultados que tú buscas. Tú no estás viendo que Jesús siempre reúne a su rebaño hacia él mismo. Personas del mundo entero descubren que su hambre por él es más fuerte que su hambre de cualquier otra cosa. Mientras mantienen su mirada en él, se acercan cada día más a él. Y a la vez se encontrarán al lado de otros que se mueven en la misma dirección. Los gansos vuelan juntos de esta manera, no porque alguien les obliga a hacerlo, sino porque esto alivia su carga y los acerca más a su meta.»

Juan volvió a mirar hacia el cielo, y nosotros seguimos su mirada. Ahora vimos por lo menos cuatro grupos diferentes, todos volando hacia el sur. – «Y todos estos grupos llegarán al mismo lugar, juntos. Esto es todo lo que Jesús quiere – un solo rebaño, atraído solamente hacia él, y cada uno ayudando a aliviar la carga de otros que se mueven en la misma dirección.
Esta es la reunión. No se trata de cuándo ustedes se reúnen, dónde se reúnen, o cómo se reúnen en eventos. Se trata de reunir nuestros corazones con él. Cuando esto sucede, normalmente no te encontrarás solo por mucho tiempo. Encontrarás a otros que se mueven en la misma dirección. Al viajar juntos, se ayudarán unos a otros en el camino. Por eso, solamente se herirán unos a otros cuando buscan a personas que quieran reunirse en una forma determinada, o que piensen igual que tú en todo. Cada persona que cruza tu camino, creyente o no creyente, en una institución como esta o fuera de ella, podría convertirse en tu compañero de este viaje. Amando a cada uno de ellos hasta donde ellos lo permitan, participarás en su gran reunión.
Pero la meta permanece la misma. ¡Es él! Es siempre él – no una forma de reunirse, ni un programa planeado, ni un sueldo seguro, ni un futuro predecible.»

Nadie dijo nada, pero algo hizo clic muy dentro de mí. Supe que lo que él estaba diciendo, era mucho más importante de lo que pude captar en ese momento. Nos quedamos reflexionando en silencio, mirando las aves desaparecer en el horizonte.

«Siempre no sé qué hacer», dijo Bryce.

«Sí lo sabes», respondió Juan.

«Lo sé», dijo Bryce y sacudió su cabeza, «seguirle, ¡cada día! Aunque me da miedo, hay una verdadera libertad en esto, ¿no cierto?»

«Sí la hay. Y lo harás mejor cuando puedes descansar en lo que él obra. El no intenta hacerlo difícil; él quiere que experimentes el reino mismo. El te atrae hacia este gozo, no hacia algún deber agobiante o alguna promesa vacía.»

Con esto, la persona a quien Juan esperaba apareció en el estacionamiento. Mientras Juan se fue, Bryce se volteó hacia mí:

«Ya veo por qué le amas tanto, Jacob.»

«Nunca conocí a alguien como él.»

«Yo tampoco, Jacob, yo tampoco.»

La despedida final

Vi su figura conocida sentada en la banca donde tuvimos nuestra primera conversación hace cuatro años.

Juan me había llamado antes y me había preguntado si yo podía encontrarme con él alrededor de las seis de la tarde en el parque donde todo este viaje comenzó. En el camino allá pensé en todo lo que Juan y yo habíamos pasado durante estos años y sonreí, agradecido por su sabiduría y compasión. Nuestra relación había cambiado mucho durante este tiempo. Yo ya no tenía esa necesidad desesperada de llenarle con preguntas. Yo había llegado a simplemente disfrutar de su amistad. ¡Pero qué amistad! De cada encuentro con Juan yo salía sintiendo que mi confianza en el Padre había crecido tremendamente.

Salí de mi carro y sentí el viento fresco de la primavera en mi cara. Con el viento llegó un olor dulce a flores de limón desde una plantación cercana. Cuando me acerqué al lugar donde estaba Juan, le encontré en una conversación animada con un joven que parecía estar en medio de sus ejercicios físicos. Continuaba trotando en el mismo lugar mientras conversaban. Cuando llegué, ellos se dieron la mano sonriendo, y el joven continuó su carrera. Juan saltó de la banca para darme la bienvenida.

«Hola Jacob. Gracias por tener tiempo. Quise verte una vez más antes de irme.»

Nos abrazamos. – «¿Antes de irte? Tú siempre te vas.»

«Esto es cierto», sonrió. – «Pero normalmente no tan lejos.»

«¿Realmente? ¿Adónde te vas?»

«Voy al extranjero por un tiempo, a visitar a algunas personas en Africa, y pienso que no volveré acá de esta manera. Por eso quise pasar un tiempo contigo una vez más.»

Mi corazón quiso desmayarse. No podía imaginarme una vida sin sus visitas que me animaban. – «Siento oírlo», dije. – «Pero mi pérdida seguramente será la ganancia de ellos. Estoy seguro de que ellos serán tan bendecidos al conocerte como yo lo fui.»

«No siempre sentías esto.»

Fue fácil recordarme de cuánto la presencia de Juan me frustraba en aquellos primeros días. Cuánto más le escuchaba en aquel tiempo, más mi vida parecía hacerse pedazos.

«Sí, no fue fácil al comienzo. Realmente me trajiste problemas.»

«Oh, no, eso no hice yo. Yo nunca te dije que hicieras algo. Yo simplemente hice algunas observaciones y algunas preguntas, y te di algunas opciones. Las decisiones eran todas tuyas.»

«Me doy cuenta de esto, pero el resultado no siempre fue bueno.»

«¿Cómo pudo serlo? Tú tenías dos deseos que estaban en conflicto el uno con el otro.»

«¿Qué quieres decir?»

«Tú tenías esa hambre increíble de conocer a Dios y seguirle. Pero también querías vivir en circunstancias seguras y ser aceptado y querido por la gente. Eso no es compatible con seguirle a él. Estamos seguros solamente porque él está con nosotros, no porque las circunstancias son fáciles. Mientras intentabas lograr que todos te querían, no pudiste ser la persona que Dios te hizo. Cuando comenzaste a seguir tras lo que Dios puso en tu corazón, el otro reino tuvo que colapsar. Fue inevitable, aunque fue duro. Nunca es fácil ver a personas pasar por este proceso.»

«Pero es bueno tener estos días en mi pasado.»

«¡Eso sí, Jacob!», dijo Juan, riéndose.

«Yo no tenía ninguna idea de cuán real Jesús podía ser para mí y para mi familia. No tenía ninguna idea de cuán equivocada era mi manera de pensar acerca de él. Me gusta la manera como ha resultado todo. Aunque fue muy doloroso, puedo decir que esta es la vida que mi corazón siempre buscaba. Aun mis mejores días dentro de la religión humana me dejaron un poco vacío, y siempre estaba frustrado de que yo debía hacer más, y que Dios también debía hacer más. Ya no tengo esta frustración. Incluso en los días difíciles estoy agradecido por lo que Dios hace en mí, para que yo pueda vivir más libremente en él. Cada noche cuando nos acostamos, Laura y yo estamos agradecidos por la manera como Dios obra en nosotros y en las personas con quienes él nos trae en contacto.»

«Esto es maravilloso. Saber contentarse es uno de los mejores dones en este viaje.»

«Y es aun más que esto. Antes yo estaba tan enfocado en lo que yo quería de Dios, y cómo lograr que él iba a cumplir mis deseos. Ahora simplemente deseo conocerle a él y dejar que él me cambie, para que se vea su reflejo en mí. Es difícil explicarlo. Antes yo intentaba actuar como un cristiano. Ahora encuentro que hago y digo cosas que aun me sorprenden a mí mismo. El me cambió, Juan, y no es por nada que yo hubiera hecho.»

«Así es como debe ser, Jacob.»

«Solamente lo siento que yo haya demorado tanto tiempo para comprender todo esto.»

«El tiempo no le preocupa al Padre, Jacob. El disfruta de arreglar cosas en nosotros, aunque demore. Lo que aprendiste ahora, nadie te lo podrá quitar, no importa adonde Dios te envíe y con quien te haga caminar.»

«Esta vida en Cristo es todo lo que Laura y yo siempre esperábamos. Pero nada de esto encaja en los paquetes donde siempre esperábamos encontrarla. Tuve un encuentro increíble ayer, Juan, que me deja asombrado de la manera como Dios trabaja.»

«¿Qué sucedió?»

«Tuve una diligencia en la corte y no me gustó mucho ir allí. En la sala de espera estaba leyendo el diario, cuando entró una hermosa mujer joven y se sentó justo en la silla a mi lado. No tenía idea de lo que ella quería, pero me volteé para saludarle. Me dijo que se llamaba Nicole. Después de conversar un poco acerca de nuestros trabajos, familias, y frustraciones con la corte, no vi más propósito en la conversación y volví a leer.
Pero entonces ella agarró mi brazo y comenzó a llorar. Me dijo que ella pensaba que su padre la odiaba. Cuando la pregunté por qué, me contó acerca de una pelea horrible que habían tenido la noche anterior. Al enterarme de los detalles, me parecía que ella había malentendido lo que su padre le estaba diciendo. Pude escuchar palabras que yo mismo había dicho a mi hija, y sabía que la intención no era como ella lo tomó. Sugerí que ella quizás estaba malentendiendo a su padre.
Intenté ayudarle a verlo desde la perspectiva de su padre. Ella se sorprendió al pensar que quizás todo lo había entendido mal. ‘¿Entonces piensas que mi padre me ama?’, preguntó. Le dije que no le conocía y que solo ella podía responder esta pregunta, pero que valía la pena descubrirlo. Ella me dijo que iba a buscar a su padre después de terminar su diligencia, para descubrir qué era lo que él realmente quiso decir.»

«Esto es grandioso», dijo Juan.

«Todavía falta la mejor parte. Unos minutos después le tocó su turno a ella. Ella se levantó y se despidió de mí. En este momento sentí un impulso de preguntarle cómo era su relación con su Padre celestial.
Ella se vio confundida; obviamente no comprendió de qué hablaba yo. Por fin preguntó si yo me refería a Dios. Le dije que sí. Nunca olvidaré su respuesta, porque ella casi gruñó: ‘He crecido con todo esto. Le odio.’
Le sonreí y dije: ‘Nicole, así como podrías estar equivocada acerca de tu padre en la tierra, estás muy equivocada en cuanto a tu Padre celestial. Tienes un Padre que te ama más de lo que cualquier persona en este planeta te amó o te amará.’ – Su cara se iluminó con asombro, y me preguntó si esto realmente pudo ser verdad; y si era verdad, qué era lo que ella debía hacer. Ella tuvo que entrar inmediatamente, por eso solamente pude decir: ‘Si yo fuera tú, al salir de estas puertas pediría a Dios que si el te ama tanto como yo dije, que él se te haga conocer.’ – Ella me aseguró de que lo iba a hacer, y se fue. Yo sé que Dios tiene sus ojos puestos en ella, y disfruté de ser parte de una conversación como esta, y después no me arrepentí de nada de lo que dije o no dije.»

«Cuánto más estamos en paz con nosotros mismos, más fácil es para Dios utilizarnos para tocar a otros. ¡Qué historia tan fabulosa!»

«Y no estoy solo. Hay tantos otros que están aprendiendo a vivir este viaje en libertad y gozo. ¿Te acuerdas del grupo en casa donde nos visitaste?»

«Sí me acuerdo, y te iba a preguntar ¿qué resultó de ello?»

«No sé como responder. Seguimos encontrándonos, pero de manera irregular. No se parece a las reuniones que teníamos. Hemos aprendido a vivir más como una familia, y a dar tiempo a las personas que Dios trae a nuestras vidas. Mi historia con Nicole es solo una de muchas que experimentamos, mientras Dios nos usa como un regalo para otros. Laura y yo comenzamos a reunirnos con un grupo de nuevos creyentes los martes por la noche. Ellos nos pidieron ayudarles a arreglar su propia relación con Dios. Estos son de los tiempos más hermosos que tenemos.»

«¿Y Bryce?»

«Todavía no sé en qué terminará eso. Seguimos encontrándonos y tenemos unas conversaciones grandiosas. El sigue creciendo, pero está atrapado entre la realidad de su corazón y las expectativas que los demás tienen de él. Esto crea un poco de división entre aquellos que comparten su hambre, y aquellos que se sienten amenazados por eso. El próximo mes será crítico para él.»

«¿Te mantendrás cerca de él?»

«Absolutamente. Aunque el camino que él tiene por delante será difícil, no importa lo que suceda.»

«Después de todo lo que pasaste, no me sorprendería si quisieras escapar de una situación como esta.»

«Una parte de mí quiere hacer eso. Pero de ninguna manera puedo dejarle solo al pasar por esto.»

Justo en este momento escuchamos unas voces levantándose cerca de nosotros. Aun antes de comprender el contenido, pudimos escuchar la tensión y el enojo. Vimos a casi una docena de personas caminando en nuestra dirección, con canastas de merienda, mientras sus niños se esparcían para jugar en el parque. Los adultos se dirigían hacia los árboles, detrás de nuestra banca. Mientras se acercaban, pudimos escucharles más claramente.

«Si tengo que aguantar otro culto más, creo que me moriré.»

«¡Y yo también!», respondió su amigo.

«¡Tengan cuidado con esta manera de hablar!», dijo una de las mujeres.

«¿Por qué? ¿Acaso me va a caer un rayo?»

«No, pero el pastor podría enterarse, y entonces te arrepentirás haberlo dicho.»

«La primera vez que llegué a esta iglesia, parecía tan llena de vida, y sentí que la gente realmente se preocupaba unos por otros. Pero ahora todo es solamente culpabilidad. Parece que nunca hacemos suficiente para Dios. Ya estamos ocupados cuatro noches por semana. Estoy exhausto. Ya no tengo nada más que dar.»

«Bueno, entonces quizás él no estaba hablando de ti.»

«¿No? ¿Entonces por qué me siento tan culpable?»

«No sé. El tiene buenas intenciones, y aunque quizás a veces se equivoca, él sigue siendo el ungido de Dios.»

«Si vuelvo a escuchar esto una vez más …» comenzó a decir un hombre, pero fue interrumpido.

Las palabras expresaron tanto dolor que me volteé para ver de dónde venían. Fue la señora más baja del grupo. Se había callado hasta entonces, pero ahora las palabras reventaron de su boca como el agua de un dique roto: «El ungido de Dios, qué tontería. El está allí para construir su propio reino, y los ancianos como ustedes se quedan sentados y le dejan hacerlo. Esto me está destruyendo a mí y a mi familia, y a nadie le importa.»

Algunos de los demás se quedaron boquiabiertos en silencio. Pareció que la mujer misma también sintió el choque de sus propias palabras. Enterró su cara en sus manos y comenzó a llorar. Dos mujeres se acercaron para consolarla; los demás se quedaron como congelados.

Volví a mirar a Juan. Sus ojos estaban cerrados como en oración, y su cara expresaba dolor. Al mirarme, sonrió por un momento muy breve. «¿Quieres tú manejar esto, o quieres que yo lo haga?»

«¿Manejar qué?» pregunté, porque no sabía a qué se refería.

Juan movió su cabeza hacia las personas detrás de nosotros. Un silencio incómodo había invadido el grupo. Solo algunos comenzaron a abrir sus canastas y sacar su comida.

«No podemos interrumpir de esta manera.»

«En este momento creo que no lo tomarán como una interrupción», dijo Juan.

«¿Quieres que les hable?» – No podía imaginarme cómo hacer esto.

«Bueno, pienso que te toca a ti hacerlo, si estás dispuesto», dijo Juan con una sonrisa. – «Yo de todas maneras tengo que irme.»

Con esto, él se levantó y yo también. – «Chau, Jacob.» – Lo dijo de una manera tan definitiva que las lágrimas brotaron en mis ojos.

«¿Te volveré a ver?»

«No es probable», dijo. – «Por lo menos no en este lado de la eternidad.»

«Gracias por todo lo que hiciste por mí», dije, suprimiendo las lágrimas. – «No puedo imaginarme como hubiera sobrevivido todo esto si tú no hubieras estado a mi lado.»

«No fui yo, Jacob», dijo Juan. «Fue el Padre todo el tiempo, y él tiene muchas maneras de hacer lo que hace.»

«Es igual, me alegro de que hayas sido tú.»

«Yo también me alegro de que fui yo. Ahora hay otros que necesitan tu ayuda, Jacob, si estás dispuesto», dijo Juan, señalando a las personas detrás de nosotros.

«Estoy dispuesto, pero no tengo ninguna idea de qué decir.»

«Te será dado. Simplemente anda y ámalos.»

Con esto, Juan golpeó mi hombro y se fue. Le miré alejándose, y por fin supe la respuesta a la pregunta que me había perseguido por tanto tiempo. Supe ahora quién era Juan, y la respuesta era tan increíblemente sencilla. Sacudí mi cabeza con un suspiro.

Después me volteé hacia la gente y seguí pensando en algo que podía decir. En este momento, uno de los hombres apuntó con su dedo a la mujer que había expresado su dolor: «Deberías avergonzarte de ti misma, Sally. Jesús nunca hablaría así.»

En este momento, las palabras vinieron a mi mente, algo que había escuchado hace mucho tiempo en lo que ahora parecía como otra vida.

Me metí entre el grupo pequeño, y tan amablemente como podía, pregunté: «Ustedes realmente no tienen ninguna idea de cómo es Jesús, ¿es cierto?»

Y con esto comenzó otra conversación, y un montón de historias que no tengo el tiempo de contarlas.

Sobre los autores

Acerca de los autores

«Jacob Colsen» es un seudónimo para el trabajo combinado de dos amigos de hace mucho tiempo, colegas y compañeros de viaje. Cada uno de ellos ha dado un poco de su historia personal a «Juan» y a «Jacob» para ayudar a otros a encontrar el gozo de vivir libremente en Cristo:

Wayne Jacobsen recorre el mundo, ayudando a la gente a descubrir qué fue lo que Jesús realmente enseñó acerca de la vida en su Padre, y en la comunidad relacional con otros creyentes. Sus libros y artículos (en inglés) se encuentran en lifestream.org. Fue editor contribuyente del Leadership Journal durante más de 20 años, y también publica semanalmente sus mensajes de audio en thegodjourney.com para aquellos que se atreven a pensar más allá del cajón de la religión organizada. Vive con su esposa Sara en Moorpark, California.

Dave Coleman fue pastor y capellán de un hospicio, pero vivió su vida de manera más eficaz como un hermano ayudando a otros en el viaje de la vida en Jesús. Ha enseñado ampliamente acerca de temas de matrimonio y del vivir en la gracia y el propósito de Dios, y trabajó como voluntario en la rehabilitación de alcohólicos. Vive en Visalia, California, con su esposa Donna.

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Mariana Abreu
Mariana Abreu
4 años atrás

Si, que lejos estamos del Jesus, aunque siempre he pensado que es sencillo llegar a El, el problema esta en que lo buscamos donde no esta o de manera equivocada. Es simplemente AMOR. Es AMAR. Es DAR sin esperar

Randolo
Randolo
4 años atrás

!!!! Genial….. Si existe un libro capaz de mostrar la diferencia entre Una vida de Iglesia Institucionalizada y una Vida de Jesús en su Iglesia, es este libro…. Genial!!! Gracias Dios por este libro, gracias Autores, por someterse a Dios y aprender de él… Desde Cuba…

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