De manera similar, en la “terminología cristiana” existen muchos “dichos” y “frases” que han evolucionado hasta formar un lenguaje propio, distinto al que se usa comúnmente en otras esferas, sin importar la raza, el color, la región o la educación de los individuos. Esta terminología suele estar profundamente vinculada a la “denominación” a la que pertenezca cada creyente.
Por ejemplo, un miembro de la Iglesia Bautista, sin importar de qué lugar provenga, se sentirá a gusto en una congregación de la misma denominación, incluso si esta se encuentra a miles de kilómetros de distancia. Cuando un miembro de las “Asambleas de Dios,” “Apóstoles y Profetas,” o los “Testigos de Jehová” asiste a un lugar de culto de su misma raíz religiosa en cualquier parte del mundo, se sentirá como en casa. Cada grupo desarrolla su propio conjunto de expresiones, métodos y creencias que los distinguen de otros grupos.
Un factor común entre muchas denominaciones cristianas es la de congregarse los domingos, al que muchos han denominado el “Día del Señor.” Esta designación se basa principalmente en la interpretación de dos versículos específicos de la Biblia, los cuales serán analizados en detalle.
A continuación, le presento las concordancias relacionadas con estos versículos, según la Biblia Reina-Valera 1995, edición de Estudio:
Apocalipsis 1:10
“Estando yo en el Espíritu en el día del Señor, oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta.”
Las notas que aparecen en este versículo son las siguientes:
- Estando yo en el Espíritu. Otras posibles traducciones: caí en éxtasis o quedé bajo el poder del Espíritu.
- Día del Señor. Esta expresión se usa aquí, por primera y única vez en el Nuevo Testamento, para designar el primer día de la semana, es decir, el domingo; véase Hechos 20:7.
Hechos 20:7
“El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo, que tenía que salir al día siguiente, les enseñaba y alargó el discurso hasta la medianoche.”
Las notas que aparecen en este versículo son las siguientes:
El primer día de la semana. Recordado por ser el día de la resurrección de Jesús (Mateo 28:1; Marcos 16:1-2, Marcos 16:9; Lucas 24:1; Juan 20:1,19); por ello mismo llegó a ser el día de reunión de los cristianos desde los primeros tiempos. Se menciona aquí y en 1 Corintios 16:2, y con frecuencia en la literatura cristiana de los primeros siglos después de Cristo, donde se le llama: día del Señor (Apocalipsis 1:10).
1 Corintios 16:2
“Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.”
La nota que aparece en este versículo es la siguiente:
Cada primer día de la semana: es decir, los domingos.
Fin de las citas bíblicas.
Veamos primeramente cuál es el origen de los comentarios y las referencias bíblicas.
Los versículos citados anteriormente fueron tomados de la versión Reina-Valera 1995, junto con sus respectivos comentarios. Estos pasajes buscan explicar que los primeros cristianos se congregaban los domingos, considerándolo su principal día de celebración. Se supone que, con el tiempo, ellos comenzaron a llamar al domingo “El Día del Señor” en conmemoración de la resurrección de Jesús. Además, se utiliza la referencia de 1 Corintios 16:2 como una prueba de que los discípulos se reunían los domingos y que, desde entonces, las prácticas tales como las prédicas dominicales, la recolección de ofrendas y todo lo que vemos en las congregaciones modernas se realizaban de manera similar hasta el día de hoy. Muchos dan por un hecho que los comentarios que aparecen en las Biblias son parte de las Escrituras; sin embargo, no lo son.
La división de la Biblia en capítulos y versículos es una práctica que fue desarrollándose a lo largo de la historia y que no existía en los manuscritos originales. La Biblia fue escrita en forma de rollos continuos, sin subdivisiones numéricas, lo cual cambió progresivamente para facilitar la lectura, el estudio y la referencia.
La división de la Biblia en capítulos fue introducida en el siglo XIII por Stephen Langton, quien era arzobispo de Canterbury, Inglaterra. Langton, que también era profesor en la Universidad de París, implementó esta división en 1227, buscando hacer que los textos fueran más accesibles y fáciles de citar. Su sistema de capítulos fue ampliamente aceptado y se convirtió en el estándar en las traducciones latinas de la Vulgata, y posteriormente fue adoptado en las traducciones a otros idiomas.
La división en versículos fue introducida más tarde, en el siglo XVI, principalmente por dos figuras. En 1551, el impresor francés Robert Estienne (también conocido como Stephanus) creó la división en versículos en el Nuevo Testamento griego. Estienne incluyó los números de versículo en el margen de su edición griega para facilitar las referencias y comparaciones. En 1571, completó la división de toda la Biblia (tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento) en su versión en latín.
En el caso del Antiguo Testamento, la tradición de dividir los textos en secciones más pequeñas tiene sus raíces en los textos hebreos antiguos. Los judíos ya habían desarrollado divisiones en el Tanaj, o Biblia hebrea, conocidas como parashót o secciones, pero sin un sistema de numeración preciso.
Con el tiempo, estas divisiones se convirtieron en un estándar, adoptadas tanto en traducciones protestantes como católicas, y también en versiones en otros idiomas. La Biblia de Ginebra, publicada en 1560, fue una de las primeras traducciones inglesas en incluir la división completa en capítulos y versículos, lo cual ayudó a popularizarla entre los lectores de habla inglesa. Desde entonces, el sistema de capítulos y versículos se ha convertido en una característica universal de la Biblia moderna, permitiendo que los textos se estudien y citen con precisión.
Los comentarios que aparecen en las Biblias comentadas o de estudio provienen de estudiosos y teólogos de diferentes épocas y denominaciones que han analizado los textos bíblicos y aportado sus interpretaciones. Estos comentarios no son parte del texto original, sino que son añadidos para ayudar al lector a entender el contexto histórico, cultural, lingüístico y teológico de los pasajes bíblicos. Cada edición de Biblia comentada refleja las perspectivas y la formación teológica de sus autores, por lo que los comentarios pueden variar según la denominación y el trasfondo de quienes los elaboraron. Además, muchas organizaciones bíblicas, como las Sociedades Bíblicas Unidas, también producen Biblias con comentarios basados en la erudición moderna y accesibles para una amplia audiencia. Es importante recordar que estos comentarios no tienen autoridad sobre el texto bíblico, y, aunque son útiles para el estudio, se consideran interpretaciones personales y no Escritura inspirada por Dios.
De modo que los comentarios que aparecen en las Biblias, y que muchos han usado para justificar la observancia del domingo en lugar del día de reposo bíblico, carecen tanto de autoridad como de fundamento bíblico, como analizaremos más adelante. Veremos que el término “El Día del Señor” no se refiere al domingo, así como tampoco el domingo era considerado por los discípulos como el día principal para adorar a Dios.
Veamos ahora a qué se refieren los anteriores versículos relacionados con el Día del Señor y el día de reposo bíblico.
En Apocalipsis 1:10, Juan describe que estaba “en el Espíritu en el Día del Señor,” lo que significa que se encontraba en un estado espiritual, bajo la influencia del Espíritu Santo, cuando recibió una visión sobre los eventos que ocurrirán durante el retorno de Jesucristo, el cual se llamó El Día del Señor.
La frase «el día del Señor» o «el día grande y terrible de Jehová» aparece en varios libros de la Biblia, sobre todo en contextos proféticos que hablan de un día de juicio o intervención divina. Aquí algunos versículos relevantes son:
Joel 2:31
“El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.”
Malaquías 4:5
“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.”
Sofonías 1:14-15
“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento.”
Si quieres conocer más sobre este tema, te invito a escuchar nuestro estudio titulado: El Día de Venganza de Jehová.
En este pasaje de Apocalipsis 1:10, Juan no menciona específicamente ningún día de la semana. Por tanto, suponer que la visión ocurrió un domingo es una interpretación que carece de un fundamento sólido, tanto lógico como escritural. La fecha o el día exacto en que Juan recibió esta revelación no es relevante, así como tampoco lo es el lugar donde la recibió. Lo que realmente importa es el contenido de la visión y la atención a los eventos profetizados que ocurrirán en un futuro cercano.
La revelación de Juan se centra principalmente en el retorno de Jesús y en los eventos que se desarrollarán en ese tiempo. Esto plantea la pregunta: ¿De dónde proviene la idea de que el domingo es el “Día del Señor”? Una de las posibles explicaciones es la influencia que la tradición católica ha tenido en el cristianismo evangélico moderno. Como es ampliamente conocido, el catolicismo surgió de una amalgama de creencias, muchas de ellas provenientes de religiones paganas, especialmente aquellas practicadas por los romanos, cuyo origen se remonta a la religión babilónica.
Durante la dominación romana, surgieron varios líderes judíos que buscaban restablecer la soberanía de Israel, enfrentando el dominio extranjero. Entre estos, destaca la revuelta liderada por Simón Bar Cokba, entre los años 132 y 135 después de Cristo. Bar Cokba fue considerado por muchos de sus seguidores como un posible “Mesías,” ya que lideró una insurrección contra el Imperio Romano. Inicialmente, los rebeldes lograron controlar Jerusalén y otras partes de Judea, estableciendo una breve autonomía. Sin embargo, la rebelión fue finalmente sofocada por el emperador romano Adriano, quien envió grandes fuerzas militares para retomar el control.
Como consecuencia de la derrota, Adriano tomó medidas muy severas contra los judíos, prohibiéndoles la entrada a Jerusalén y promulgando leyes que restringían prácticas fundamentales del judaísmo, como la circuncisión. Además, Adriano renombró la provincia de Judea como Siria Palaestina y fundó una nueva ciudad romana en Jerusalén, Aelia Capitolina, que incluía un templo dedicado a Júpiter, lo cual era un gesto que marcaba la romanización y un claro desprecio a las prácticas judías tradicionales.
Estas medidas represivas tuvieron un impacto significativo en la relación entre el cristianismo emergente y el judaísmo. Se cree que la prohibición de prácticas judías llevó a una creciente separación entre los cristianos y las costumbres judías, lo que facilitó el desarrollo de tradiciones distintas, como la observancia del domingo en lugar del sábado. Algunos historiadores sugieren que la observancia del domingo comenzó a popularizarse entre los cristianos como una forma de diferenciarse de los judíos y evitar la persecución romana, que incluía la prohibición del sábado.
En el siglo IV, bajo el reinado de Constantino, esta separación se consolidó aún más. Constantino, el primer emperador romano en declararse cristiano, adoptó una serie de medidas que favorecían al cristianismo y restringían las prácticas paganas. Aunque la autenticidad de la conversión de Constantino ha sido cuestionada, su decisión de favorecer al cristianismo fue en gran parte estratégica, considerando el creciente número de seguidores de esta fe. Constantino pospuso su bautismo hasta poco antes de su muerte en 337, un hecho que algunos interpretan como una señal de que su compromiso con la nueva religión era más político que espiritual.
La iglesia de Roma, al ser la principal sede cristiana en la capital del Imperio, jugó un papel central en la adopción del domingo como día de culto, reemplazando la observancia del sábado. Este cambio se promovió mediante tres enfoques principales: teológico, social y litúrgico. Socialmente, el sábado, tradicionalmente celebrado con alegría, fue transformado en un día de ayuno y penitencia, en contraste con la celebración del domingo. Esto tenía como objetivo diferenciar claramente a los cristianos de los judíos y alentarlos a abrazar el nuevo día de adoración con mayor entusiasmo. A lo largo del tiempo, estas acciones contribuyeron a la consolidación del domingo como el día de culto predominante en la tradición cristiana, marcando un punto de ruptura con las raíces judías de la fe.
Desde un punto de vista teológico, el sábado dejó de considerarse un mandamiento universal y pasó a ser visto como un precepto exclusivo para el pueblo judío, siendo parte de la Ley de Moisés. Según Justino Mártir, un influyente apologista cristiano del siglo II, Dios impuso el sábado específicamente a los judíos como una “señal” que los diferenciara, interpretándolo como un castigo por sus infidelidades. (Diálogo con Trifón, capítulos 23, 29). Este planteamiento refleja la idea de que el sábado tenía un propósito especial para el pueblo de Israel y no era una obligación para los cristianos.
Litúrgicamente, el sábado perdió su carácter sagrado dentro de algunas comunidades cristianas, pasando a ser un día secular en el que no se permitía celebrar la eucaristía. Esto se debía a que participar del pan y el vino se consideraba una interrupción del ayuno que se observaba los sábados (Papa Inocencio I, Epístola a Decentium). Esta práctica contrastaba con la importancia creciente que el domingo iba adquiriendo, especialmente por su asociación con la resurrección de Jesús.
Eusebio, obispo de Cesarea (260-340 de nuestra era), defendía la idea de que la celebración del domingo era una tradición apostólica, es decir, que se originaba desde los primeros seguidores de Jesús. Eusebio atribuía esta práctica a un concilio convocado hacia el año 198 después de Cristo por el obispo romano Víctor, quien buscaba unificar la celebración de la Pascua cristiana en torno al domingo de resurrección (Historia Eclesiástica 5:23 y 5:25). Esta afirmación ha llevado a algunos historiadores a considerar erróneamente que la observancia del domingo tiene un origen apostólico.
La transición del sábado al domingo como día de adoración no solo tuvo raíces teológicas y litúrgicas, sino también un fuerte componente social y cultural. Durante el período del Imperio Romano, el culto al sol adquirió gran popularidad, con el «día del sol» (Sunday, en inglés) convirtiéndose en un día de importancia. Este día estaba asociado con la adoración del Sol Invictus, un culto que incluso los emperadores romanos promovían para reforzar su autoridad y cohesión social.
El ciclo semanal de siete días, adoptado por los romanos en el primer siglo de la era cristiana, incluía días dedicados a diferentes deidades, como el Sol (domingo) y Saturno (sábado). La popularidad del culto al sol, junto con la posición del domingo en la semana, facilitó su adopción como día de adoración cristiana. Esta adopción ayudó a distinguir a los cristianos de los judíos, que seguían observando el sábado, y a integrar prácticas que resonaban con la cultura romana del momento.
Este contexto histórico muestra cómo la transición del sábado al domingo como día de adoración cristiana no fue simplemente un cambio doctrinal, sino que también estuvo influenciado por la política de estado de la época, así como por el deseo de diferenciar el cristianismo emergente del judaísmo tradicional.
¿Son las reuniones dominicales la voluntad de Dios?
Afirmar que es la voluntad de Dios cambiar el día de reposo del sábado al domingo, y que se complace en que la iglesia cristiana se reúna en ese día, implica suponer que Dios aprueba la existencia de diversas doctrinas entre las denominaciones cristianas. Sin embargo, según la Escritura, Dios no puede contradecir sus propias leyes. Una de estas leyes es la observancia del sábado, el cual está incluido en el cuarto mandamiento que Él mismo escribió con su dedo en el Monte Sinaí. Este mandamiento establece la santificación del sábado como día de reposo, lo que demuestra la seriedad e inmutabilidad de las leyes de Dios.
Dios es un ser celoso de su ley y, aunque sus mandamientos son inalterables, también es un Dios paciente, que espera que su pueblo se vuelva a Él y obedezca sus preceptos. Los Diez Mandamientos, que representan la base de la ley de Dios, no han cambiado con el tiempo. Aun bajo el Nuevo Pacto, las normas fundamentales que se establecieron en la ley original continúan siendo válidas y vigentes.
A lo largo de la historia, el pueblo de Israel experimentó periodos prolongados de alejamiento de la presencia de Dios, como los 430 años de esclavitud en Egipto. Durante ese tiempo, los israelitas adoptaron muchas de las costumbres y creencias de los egipcios, influencias que se hicieron evidentes cuando, durante su travesía por el desierto, algunos de ellos deseaban regresar a Egipto para disfrutar nuevamente de sus alimentos y comodidades (Éxodo 16:3). Ellos deseaban comer las verduras y la carne que tuvieron antes, aunque esto implicara regresar a la esclavitud de Egipto. Más aún, en un acto de desobediencia, construyeron un becerro de oro para adorar, mostrando su inclinación hacia las prácticas idólatras aprendidas en Egipto (Éxodo 32:1-6).
Este tipo de comportamientos no solo se limitan a tiempos antiguos. En la actualidad, los cristianos a menudo adoptan tradiciones sin considerar si estas son coherentes con las enseñanzas bíblicas. La práctica de congregarse los domingos, aunque muy extendida, no necesariamente está alineada con lo que Dios estableció en su Palabra. La Biblia advierte claramente sobre la importancia de evitar prácticas que no provienen de Dios: “Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios.” (Levítico 18:30). El hecho de que las iglesias cristianas evangélicas se reúnan los domingos durante siglos no garantiza que estén cumpliendo la voluntad divina.
De igual forma, el número de personas que se congregan los domingos no es un indicador de que esa práctica sea aprobada por Dios. La Biblia ofrece numerosos ejemplos de la desobediencia del pueblo de Israel, que durante largos periodos se apartó de Dios e hizo lo malo ante sus ojos, a pesar de que la mayoría de la población compartía esos comportamientos errados. La historia muestra cómo millones de israelitas se unieron en prácticas que iban en contra de la voluntad de Dios, lo cual les trajo serias consecuencias.
La observancia del domingo como día de reposo fue adoptada oficialmente por la Iglesia Católica Romana en el siglo IV, durante el reinado del emperador Constantino. Aunque este cambio tuvo un impacto significativo en la práctica cristiana, algunos teólogos afirman que no fue la Iglesia Católica la que eliminó la observancia del sábado, sino que, según ellos, fue el Espíritu Santo quien inspiró a los autores del Nuevo Testamento a promover el domingo como el día de reunión de los primeros discípulos. Sin embargo, esta interpretación es controvertida y no está exenta de críticas; y, francamente, está equivocada. La insistencia en afirmar que el sábado ya no es el día de reposo designado por Dios puede ser vista como una forma de desafiar su autoridad y las enseñanzas bíblicas. El respeto por la ley de Dios, incluyendo el mandato de santificar el sábado, sigue siendo un tema de debate entre las diferentes ramas del cristianismo y merece una reflexión cuidadosa basada en las Escrituras y en la historia de la iglesia, no basada en costumbres.
Los Apóstoles se congregaban los sábados, y todos los días.
Los apóstoles continuaron observando el mandamiento de Dios de congregarse en sábado, [el séptimo día de la semana, conocido como día de reposo]. Esto se debe a que, en primer lugar, ellos eran judíos y mantenían la observancia de la ley de Dios, que incluía la santificación del sábado. No existe evidencia en las Escrituras que indique que cambiaron este día de adoración a otro día, como el domingo. Al contrario, encontramos múltiples referencias que demuestran que los apóstoles y los primeros cristianos se reunían los sábados para adorar y predicar. Jesús, por su parte, nunca sugirió un cambio del día de reposo. Más bien, aclaró que era apropiado hacer el bien en ese día, como lo muestra su enseñanza: “Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.” (Mateo 12:12). Este versículo subraya que la intención del sábado no era restringir las buenas obras, sino proporcionar un tiempo sagrado para el descanso y la benevolencia.
Cuando Jesús dijo: “El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.” (Marcos 2:27), estaba aclarando el propósito del día de reposo en el contexto de las discusiones sobre la observancia del sábado. En este pasaje, Jesús responde a los fariseos, quienes lo criticaban a él y a sus discípulos por recoger espigas para comer en sábado, ya que esta acción era considerada trabajo y, según la tradición farisea, violaba la observancia del día de reposo. La declaración de Jesús sugiere que el sábado fue establecido como una bendición para la humanidad, proporcionando un día de descanso y renovación.
El sábado, como uno de los Diez Mandamientos, estaba destinado a ser un tiempo especial dedicado a la relación con Dios, libre de las presiones y demandas del trabajo. La frase “para el hombre” indica que el día fue creado para el bienestar y beneficio de las personas, no como una carga o conjunto de reglas restrictivas. En contraste, los fariseos habían interpretado el sábado con un enfoque tan estricto que se había convertido en una carga. Jesús señala que el propósito original del sábado no era imponer restricciones innecesarias, sino facilitar un tiempo de descanso y conexión espiritual.
El sábado, en lugar de ser una carga legalista, debe ser un tiempo de descanso y renovación, alineado con las necesidades de las personas y con un propósito de misericordia y bondad. La frase resalta el principio de que Dios es misericordioso y se preocupa por el bienestar humano, por lo que el sábado debería reflejar esa misericordia en lugar de imponer cargas innecesarias. Esta enseñanza de Jesús invita a ver el sábado no solo como un mandato, sino como una oportunidad para renovar la relación con Dios y fortalecer la vida espiritual, recordando que las leyes divinas están hechas para el beneficio de la humanidad, no para imponerle cargas adicionales.
El libro de los Hechos muestra claramente que los discípulos mantuvieron la práctica de congregarse los sábados y no dejaron de observarla. Los siguientes versículos demuestran que, incluso después de la resurrección de Jesús, sus discípulos continuaron reuniéndose en sábado para adorar y enseñar, manteniendo esta tradición como parte de su vida comunitaria.
Hechos 13:42-44 dice: “Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé quienes, hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios.”
Estos versículos muestran que no solo los judíos, sino también los gentiles, mostraban interés en escuchar la enseñanza de los apóstoles en sábado. Esto sugiere que el sábado seguía siendo un día significativo para la enseñanza y la adoración, incluso entre los nuevos creyentes no judíos.
Hechos 17:2-3: “Y Pablo, como acostumbraba, entró a ellos, y por tres sábados discutió con ellos de las Escrituras, declarando y proponiendo que convenía que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, el cual yo os anuncio, decía él, éste era el Cristo.”
Aquí se subraya la costumbre de Pablo de enseñar en la sinagoga durante los sábados. Esto refuerza la idea de que, incluso después de la resurrección de Jesús, el sábado seguía siendo el día en que los apóstoles aprovechaban para enseñar sobre el cumplimiento de las profecías en Cristo.
Hechos 18:1-4: “Pasadas estas cosas, Pablo partió de Atenas y vino a Corinto. Y hallando a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su mujer, (porque Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma) se vino a ellos; y porque era de su oficio, posó con ellos, y trabajaba; porque el oficio de ellos era hacer tiendas. Y disputaba en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a judíos y a griegos.”
Estos versículos evidencian que Pablo no solo predicaba a los judíos, sino también a los griegos, mostrando que la sinagoga y el sábado eran el contexto ideal para comunicar el mensaje de Jesús a todos los presentes, independientemente de su origen.
Aunque los apóstoles se reunían regularmente los sábados, las Escrituras también muestran que no limitaban su enseñanza y comunión a un solo día de la semana. Se congregaban diariamente en el templo y en las casas, fortaleciendo su comunidad y fe de manera continua.
Hechos 2:46 menciona: “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón.”
Esto resalta la práctica de la comunidad cristiana primitiva de reunirse diariamente, tanto para orar como para compartir alimentos. Aunque el sábado tenía un lugar especial, la vida comunitaria de los primeros cristianos incluía un compromiso diario de oración y compañerismo.
Hechos 5:42: “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.”
La enseñanza continua de los apóstoles muestra su dedicación a la difusión del evangelio. Esto no restaba importancia al sábado, sino que complementaba la vida de adoración y enseñanza que practicaban en ese día.
Hechos 19:8-10: “Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.”
Estos pasajes describen una etapa del ministerio de Pablo en Éfeso. Durante tres meses, Pablo predicó con valentía en la sinagoga, discutiendo y persuadiendo a los presentes acerca del reino de Dios. Sin embargo, algunos de sus oyentes se resistieron y hablaron mal del «Camino,» nombre temprano para el cristianismo, ante la multitud. Ante la oposición, Pablo se apartó y continuó enseñando diariamente en la escuela de Tiranno, un lugar donde aparentemente tuvo libertad para exponer sus enseñanzas.
El testimonio de las Escrituras sugiere que los apóstoles mantuvieron la observancia del sábado, tanto por su herencia judía como por su relevancia en la enseñanza y comunión de la iglesia primitiva. Sin embargo, su práctica de reunirse diariamente muestra una actitud de adoración continua, en la que el sábado era un componente esencial, pero no exclusivo, de su vida espiritual. Esto resalta la importancia de la devoción constante y de una comunidad unida por la enseñanza de la palabra de Dios, más allá de un día específico.
La práctica de congregarse los domingos en la iglesia evangélica moderna tiene sus raíces en una combinación de tradición histórica y justificaciones teológicas. Esta costumbre se desarrolló en gran medida después del siglo IV, cuando el cristianismo romano se consolidó como religión dentro del Imperio Romano bajo el emperador Constantino. El domingo, conocido como diés Solis, o «día del sol» en la cultura romana, ya era un día importante en el Imperio, tanto por razones políticas como religiosas, en parte debido a la popularidad del culto al Sol Invictus. Constantino, quien promovió el cristianismo, decretó en el año 321 después de Cristo que el domingo sería un día de descanso en todo el imperio, lo que facilitó la transición de la observancia del sábado al domingo en muchas comunidades cristianas.
En términos teológicos, varios argumentos surgieron para justificar el domingo como el nuevo día de adoración. Uno de los principales es que el domingo conmemora la resurrección de Jesucristo, que según los evangelios sucedió el primer día de la semana (Mateo 28:1, Marcos 16:2, Lucas 24:1 y Juan 20:1). Por este motivo, algunos líderes cristianos de la época, como Justino Mártir en el siglo II, defendían el domingo como un día apropiado para la adoración cristiana, argumentando que representaba el inicio de una “nueva creación” por medio de Cristo.
Otra referencia importante se encuentra en el libro de Hechos y en algunas epístolas de Pablo, donde se menciona la reunión de los discípulos el primer día de la semana (Hechos 20:7 y 1 Corintios 16:2), que muchos interpretan como un precedente de las reuniones dominicales. Sin embargo, no se trata de un mandato explícito de cambiar el día de reposo, sino más bien de un registro de la práctica en ciertas comunidades cristianas.
Hechos 20:7 destaca un milagro, no es una prueba del cambio en el día de celebración a Dios.
Imaginemos la escena en Troas: es el primer día de la semana, y un grupo de creyentes se ha reunido para escuchar a Pablo, quien sabe que este puede ser su último encuentro con ellos. No es la primera vez que se encuentran; de hecho, como muchos de los primeros cristianos, estos discípulos acostumbraban a reunirse frecuentemente, no solo los domingos, sino también en otros momentos y lugares, compartiendo sus vidas en las casas, en el templo y en las plazas.
Pablo se encuentra compartiendo la palabra con intensidad, alargando su discurso en la intimidad de esa comunidad de creyentes, quienes saben que al día siguiente él partirá. Eutico, un joven que participa en esta reunión, se ha sentado en una ventana escuchando, pero cada vez más vencido por el sueño. La reunión se extiende hasta medianoche, un reflejo de la sed espiritual que esta comunidad siente por las enseñanzas de Pablo. Sin embargo, Eutico, agotado, cae en un sueño profundo y, en un trágico giro, se desploma desde la ventana, cayendo desde el tercer piso. La conmoción entre los presentes es inmediata.
Pablo interrumpe su enseñanza, baja hacia donde yace Eutico y, al rodearlo, lo toma en sus brazos y declara que la vida aún está en él. En un acto de poder y misericordia, Dios permite que este joven sea resucitado, llenando de alivio y alegría a toda la comunidad. Después de este momento milagroso, la reunión continúa, y Pablo sigue compartiendo hasta el amanecer, como si el tiempo no fuera un límite para la comunión y el aprendizaje.
Esta historia muestra que la frecuencia de sus reuniones no se enfocaba en un día en particular, sino en una devoción constante. Lo relevante en el relato no es el día, sino la demostración del poder de Dios en medio de su pueblo y la vida compartida de una comunidad unida por la fe.
La Primera de Corintios capítulo 16, versículo 2, muestra el verdadero propósito de las ofrendas.
La instrucción de Pablo en 1 Corintios 16:2 de apartar una ofrenda el primer día de la semana, es consistente con la práctica de los judíos y los primeros cristianos que guardaban el sábado como día de descanso. Según la tradición judía, el sábado era un día de descanso absoluto en el que no se realizaban actividades de trabajo, incluyendo la recolección de bienes. Al pedir que la ofrenda fuera apartada al día siguiente del sábado, es decir, domingo, Pablo estaba respetando esta costumbre, asegurando que el sábado quedara libre de actividades comerciales o manuales.
Además, la ofrenda mencionada en este pasaje estaba destinada específicamente a ayudar a los hermanos en Jerusalén, quienes pasaban por tiempos de necesidad debido a una gran sequía, lo cual indica que necesitaban primordialmente alimentos. La iglesia de Jerusalén enfrentaba dificultades económicas, y Pablo promovía la solidaridad entre las iglesias gentiles y judías para suplir sus necesidades.
Por lo tanto, recolectar esa ofrenda específicamente en domingo no implica que los primeros cristianos hubieran cambiado su observancia del sábado o que fuera una costumbre; más bien, fue una medida pragmática en ese momento en específico. De modo que la importancia del registro de este evento era dejar constancia de las obras de misericordia que los hermanos de Corinto hicieron por sus hermanos en Jerusalén.
La iglesia evangélica moderna continúa la tradición dominical, justificándola como una celebración de la resurrección de Cristo y, en algunos casos, como un símbolo de la libertad cristiana frente a las restricciones de la ley judía, que incluía la observancia estricta del sábado. A pesar de que Jesús y sus apóstoles conservaron ese mandamiento, esta separación más bien reflejaba el odio hacia los judíos y el desprecio hacia las órdenes de Dios. Aunque no todos los evangélicos consideran el domingo como un sustituto del sábado, muchos lo ven como una oportunidad para adorar a Dios y recordar la resurrección, basándose en estos antecedentes históricos y tradicionalistas, aunque no haya respaldo teológico. Sin embargo, este argumento también es debatible, puesto que Jesús no resucitó un domingo como lo afirma la tradición cristiana, especialmente la iglesia católica.
Cuando los evangelios mencionan la preparación de Jesús antes del sábado, se refieren a la víspera de la Pascua y no al sábado semanal. Esto es importante porque puede aclarar el período de tiempo entre la crucifixión y la resurrección.
Si quieres conocer con más detalles sobre la muerte y resurrección de Jesús y la celebración de la Pascua, escucha nuestro estudio titulado: La Santa Cena o Pascua.
En Juan 19:31, se menciona que los judíos pidieron que se retiraran los cuerpos antes de que comenzara el “gran sábado.” Este término, “gran sábado” o “sábado alto,” se refiere al primer día de la festividad de la Pascua, que también era un día de reposo, independientemente del día de la semana en que cayera. La Pascua podía caer en cualquier día de la semana, y el primer día de esta fiesta siempre era considerado santo, al igual que el sábado semanal.
Así, si Jesús fue crucificado en la víspera de la Pascua (probablemente un miércoles o jueves), las mujeres no hubieran podido completar la preparación de su cuerpo hasta después de este “gran sábado” de la Pascua. Esto explica que las mujeres volvieran al sepulcro el primer día de la semana, o domingo, para terminar de preparar el cuerpo, ya que no podían realizar este trabajo en el día de reposo festivo de la Pascua ni en el sábado semanal que siguió.
El catolicismo también cambió el día de la Pascua
La decisión de la Iglesia Católica de modificar la fecha de celebración de la Pascua de Resurrección, para que no coincidiera con la Pascua judía, tiene sus raíces en el Concilio de Nicea en el año 325 después de Cristo. Durante este concilio, el emperador Constantino y los líderes de la iglesia buscaban unificar la fecha de la Pascua, que hasta entonces no tenía una fecha fija y, en algunas comunidades cristianas, coincidía con el 14 de Nisán, día de la Pascua judía. Esta práctica, conocida como «cuartodecimanismo,» generaba controversia porque algunos líderes querían distanciar el cristianismo de las tradiciones judías, debido a tensiones religiosas y culturales de la época.
Constantino, además, impulsó que el cristianismo tuviera una identidad separada de las costumbres judías, afirmando que la celebración de la resurrección debía «no tener nada en común» con la Pascua judía. A partir de este concilio, se estableció que la Pascua cristiana se celebraría el domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Esto permite que la Pascua de Resurrección caiga entre el 22 de marzo y el 25 de abril, pero evita que coincida con la Pascua judía en la mayoría de los años, estableciendo una separación simbólica entre ambas celebraciones y consolidando la autonomía litúrgica del cristianismo frente al judaísmo. A pesar de que esta decisión no tiene ningún fundamento bíblico, igual se ha mantenido vigente por siglos. Separar el cristianismo de sus raíces judías no debe ser visto como un logro, sino como un retroceso.
Aunque la decisión fue resistida en algunas regiones, eventualmente la mayoría de la cristiandad occidental adoptó este cálculo para fijar la Pascua. La diferencia en la fecha se mantiene hasta hoy entre algunas iglesias orientales y occidentales, debido al uso de diferentes calendarios para los cálculos de las fechas sagradas. Esta reforma estableció la base de la observancia pascual en el calendario cristiano occidental tal como la conocemos actualmente.
Observar el sábado no te convierte en adventista del séptimo día
Alguien podría pensar: “Ya me lo imaginaba… quien escribió este artículo de seguro es adventista, ¡pues solo los adventistas y los judíos guardan el sábado!” Permíteme aclararlo con toda honestidad: NO soy adventista del séptimo día ni tampoco judío. A continuación, te explicaré las razones de mi perspectiva sobre el sábado, pero antes te mostraré por qué no puedo ser adventista.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene sus raíces en el movimiento millerista del siglo XIX en Estados Unidos. Este movimiento fue liderado por William Miller, un predicador bautista que, basándose en sus interpretaciones del libro de Daniel, creyó que Jesucristo regresaría a la Tierra en 1844. Cuando el evento esperado no ocurrió, lo que se conoce como el «Gran Chasco» (The Great Disappointment), muchos seguidores quedaron desilusionados y abandonaron el movimiento. Sin embargo, un grupo pequeño continuó estudiando las Escrituras, convencidos de que había un error en la interpretación y no en la fe.
Eventualmente, algunos de los que persistieron en el estudio de la Biblia, como Joseph Bates, James White y Ellen G. White, comenzaron a formar la base de lo que luego sería la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Ellen G. White, en particular, se convirtió en una figura fundamental dentro de esta comunidad, ya que los adventistas creen que fue bendecida con el don de profecía, y sus escritos son considerados inspiradores y una guía importante para la iglesia, aunque no iguales a las Escrituras.
Uno de los temas clave que distinguió a los adventistas del séptimo día fue la observancia del sábado. En su estudio de la Biblia, especialmente en los Diez Mandamientos, los adventistas llegaron a la conclusión de que el mandato de “Recordar el día de reposo para santificarlo.” (Éxodo 20:8-11) hacía referencia al séptimo día de la semana, el sábado, y no al domingo. Los adventistas sostienen que Jesús y los apóstoles también observaron el sábado, y consideran que no hay en el Nuevo Testamento evidencia suficiente para justificar el cambio de día de adoración al domingo, práctica que fue adoptada posteriormente en el cristianismo por influencia de Roma.
Para ellos, la observancia del sábado es una señal de obediencia a Dios y de conexión especial con el Creador, además de un recordatorio de la creación y del descanso en Cristo. Para ellos, el sábado es central en la doctrina adventista no solo como un mandamiento, sino también como una expresión de fidelidad y una invitación al descanso espiritual y físico en Dios.
Ahora bien, tomar un solo mandamiento de la ley de Dios y considerarlo como una señal que los separa del resto de las congregaciones es tener una visión muy corta del plan de Dios. El sábado no es, ni será, una señal que separa a los cristianos de los demás. Esa señal fue para el pueblo de Israel, como dice el libro de Éxodo 31:13-17, Dios dice a Moisés que el sábado será una señal perpetua entre Él y los hijos de Israel. Este texto dice que el sábado sería un recordatorio de que Dios es quien santifica a su pueblo. La señal que separa a la verdadera iglesia del resto del mundo y de los falsos cristianos es el bautismo en el Espíritu Santo.
Como podemos observar, algunas tradiciones, aunque nacen de buenas intenciones, no dejan de ser costumbres humanas que, lejos de agradar a Dios, pueden llegar a violar sus mandamientos. La práctica de observar el domingo como día de adoración en lugar del sábado tiene sus raíces en tradiciones antiguas, algunas con trasfondos paganos, que desvían la verdadera adoración y reverencia hacia Dios tal como Él la estableció. Alguien podría preguntarse: ¿Significa esto que Dios no está presente en las congregaciones dominicales? o ¿Que Dios rechaza las alabanzas y oraciones ofrecidas en domingo? La respuesta es no. Dios, en su gran misericordia y fidelidad, continúa escuchando a su pueblo a pesar de las desviaciones de sus mandamientos. Esto no significa, sin embargo, que nuestra práctica sea conforme a su voluntad o a la enseñanza original.
Dios estableció el sábado como día de reposo desde antes de la Ley Mosaica; lo instituyó en la creación cuando descansó, y lo reiteró en el cuarto mandamiento, que Él mismo escribió con su dedo en tablas de piedra y que el pueblo de Israel escuchó directamente de su boca. Este día, dedicado a la santificación y descanso, refleja el propósito divino de proporcionar un tiempo especial de comunión y gozo entre hermanos.
Día Nacional de los Diez Mandamientos en Estados Unidos
En la actualidad, en los Estados Unidos existe un movimiento religioso que ha propuesto, incluso desde el ámbito político, la celebración de un Día Nacional de los Diez Mandamientos. El Día Nacional de los Diez Mandamientos en Estados Unidos es una iniciativa que comenzó en 2005 con el fin de resaltar la importancia de los Diez Mandamientos como base moral en la sociedad. Este movimiento fue impulsado por la organización judeocristiana Ten Commandments Commission o Comisión de los Diez Mandamientos, que ha promovido la observancia de este día a través de celebraciones y eventos en comunidades religiosas en todo el país. La primera observancia oficial de este día tuvo lugar el 7 de mayo de 2006, y desde entonces, grupos religiosos, tanto cristianos como judíos, han apoyado la causa, viendo los Diez Mandamientos como un código ético fundamental que debería ser más visible en la vida pública.
La organización detrás de este día argumenta que la presencia de los Diez Mandamientos en espacios públicos y su reconocimiento cultural fortalece los valores judeocristianos en una sociedad cada vez más secularizada. Aunque algunos líderes religiosos apoyan esta propuesta, otros advierten sobre el riesgo de politizar los mandamientos y de legislar su cumplimiento, señalando que el respeto por los mandamientos debería provenir de convicciones personales, no de imposiciones legales. Además, algunas personas critican que el movimiento promueve el domingo como día de reposo, a pesar de que el cuarto mandamiento bíblico menciona el sábado, lo cual ha generado debate entre algunos sectores religiosos.
Debemos comprender que la voluntad de Dios no cambia, y su ley es clara en cuanto a la santificación del sábado. En el libro de Ezequiel, Dios se lamenta de los sacerdotes que profanan su ley y no distinguen entre lo santo y lo profano: “Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos.” (Ezequiel 22:26). Este versículo subraya que cuando el hombre se desvía de los mandamientos de Dios, incluso las prácticas religiosas pueden perder su santidad y ser profanadas.
Dios nos llama a adorarlo en el día que Él santificó para el reposo. No hay ninguna indicación en la Biblia de que el domingo sea ese día. La observancia de un día distinto es un tema de desobediencia que tiene consecuencias, y según las Escrituras, será Jesucristo mismo quien, al establecer su reinado, guiará a todos a adorarlo en el sábado. Es responsabilidad de cada creyente actuar conforme a la voluntad de Dios desde ahora, ya que, como dice el profeta Isaías, después de su regreso será demasiado tarde para hacer los cambios necesarios: “Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová.” (Isaías 66:22-23).
Resulta desafortunado que muchos líderes cristianos defiendan la observancia del domingo, cuando las Escrituras no respaldan esta práctica como el día de reposo. Algunos se amparan en el hecho de que millones de cristianos en todo el mundo siguen esta tradición, sin darse cuenta de que no se basa en la voluntad de Dios. Es importante, sin embargo, no caer en el error de ver la observancia del sábado como el principal o único mandamiento de Dios, como algunas sectas lo plantean. El sábado es uno de los muchos mandamientos de la ley de Dios y no puede ser separado del resto de su enseñanza.
Desde los primeros tiempos del cristianismo, los discípulos guardaban el sábado, junto con las demás leyes y festividades establecidas desde la creación. Jesús mismo observó el sábado, y sus discípulos hicieron lo mismo, siguiendo su ejemplo. Abandonar esta práctica puede interpretarse como una forma de rebelión contra las instrucciones divinas, desobedeciendo el modelo de vida que Dios estableció. Mi deseo es que las congregaciones cristianas evangélicas reconozcan el sábado como el día de reposo y de celebración a Dios. Aunque hoy esto parezca imposible, confío en que Dios cambiará los corazones de los cristianos para que comprendan que el domingo no es el día del Señor, y tampoco es el día de reposo.
TOTALMENTE CIERTO…COMO PODER DECIR LO CONTRARIO ? NO SOMOS SALVOS POR GUARDAR LOS MANDAMIENTOS….PERO SI OBEDECERLOS NOS PONE EN ARMONIA CON LA GRACIA DE YESHUA….
Prediquen mejor a Cristo, nadie será salvó por ir a la iglesia un sábado o un domingo, sino por depositar su confianza en Jesucristo…
La resurrección de Jesús en el primer día de la semana (domingo) es bíblica. No es tradición apostólica. Lea Mateo 28, 1-10; Marcos 16, 1-8; Lucas 24, 1-12 y Juan 20,1-10. No dice domingo, pero dice que era el primer día de la semana. Si el sábado es el séptimo… Leer más »
Excelente, Dios quiere que su pueblo la Iglesia, vuelva a sus raíces Hebreas.. Esto ha sido confirmado por Dios en este tiempo de pandemia. La iglesia debe limpiarse del paganismo, de la adoración al sol, de las celebraciones de roma, que la iglesia evangélica a abrazado sin discernir.. Dios está… Leer más »
LOS JUDAIZANTES Gentiles y Judíos judaizando a gentiles Ellos creen que el apóstol Pablo cuando predicaba el evangélio de Cristo a los gentiles, les enseñaba el Judaismo (la Torah). Esto no puede ser cierto, Porque, el apóstol Pablo afirmó que el evangelio que él predicaba entre los gentiles, ni lo… Leer más »
Romanos 14 1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. 6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor;… Leer más »
todos los dias son del señor y debemos guardar el verdadero sabado nuestro Señor Jesucristo debemos guardar el sabado amandolo con todo nuestro corazon
El demonio como sabe que tiene poco tiempo anda como leon rugiente, para devorarse al debil. Excusas hay muchas sobre todo por quienes son débiles y no estudian las sagradas escrituras o las interpretan a su antojo. Una ley para ser abolida debe ser abolida por otra ley y por… Leer más »
en ninguna parte de ese bersiculo dise que el domingo es el dia del señor ahi pablo se esta refiriendo a que se isieran las colectas ese dia el primer dia de la semana para ovia mente guardar el sabado que es el septimo dia el cual santifico dios para… Leer más »
Colosenses 2:14-17 «14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. 16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o… Leer más »
El mesias no vino a cambiar la tora o ley como muchos la llaman. ese cambio del sabado por el domingo lo iso la iglesia catolica . entonces pregunto . aquien devemos obedecer a los hombres o a Dios . entiendan si el Sr Jesus cambia unos de los mandamiento… Leer más »